Los analistas lo habían anticipado durante el fin de semana y el mercado lo confirmó. La remoción del presidente de Petrobras en las últimas horas del viernes había caído mal entre los inversores y este lunes las acciones de la compañía se desplomaron 21% en las bolsas de San Pablo y Nueva York. El hundimiento de Petrobras también arrastró a Eletrobras y Banco do Brasil ante el temor de un giro intervencionista mayor del gobierno.
El presidente de Brasil Jair Bolsonaro anunció el viernes que Roberto Castello Branco dejaba de ser el presidente de Petrobras. Branco estuvo al frente de la empresa con mayoría estatal desde la llegada de Bolsonaro al Palacio de Planalto. Las diferencias en cuanto a los incrementos en los precios de los combustibles derivaron en su remoción. Bolsonaro eligió en su reemplazo a Joaquim Silva e Luna, ex ministro de Defensa y hasta ahora director en la represa binacional de Itaipu.
En las primeras horas del lunes el presidente dijo que Petrobras solo venía atendiendo al interés de “algunos grupos” financieros del país y que los incrementos en los precios de los combustibles pueden ser retrotraídos en un 10%. Silva e Luna también se manifestó en sintonía con la preocupación oficial. “Una empresa tiene que mirar los temas sociales”, dijo el ex general de reserva del Ejército a Radio Bandeirantes.
“¿El petróleo es nuestro o de un grupo pequeño en Brasil?”, se preguntó Bolsonaro frente a un grupo de seguidores y medios en la puerta del Planalto. “Algunos en el mercado financiero están muy contentos con el sesgo político de Petrobras, al servicio de algunos grupos en Brasil», señaló el presidente en alusión a la gestión de Branco.
Por su parte, el vicepresidente Hamilton Mourão defendió al presidente de las críticas. El cambio de mando en Petrobras no representa una intervención del gobierno sobre la compañía sino una “cuestión de confianza”. “El mandato de Roberto termina el 20 de marzo, podría renovarse o no, la decisión es no renovar. No veo forma de intervenir en los precios, ni siquiera por la legislación que rige la empresa”, explicó Mourão.
El discurso de Bolsonaro se inscribe en un momento económico particular. La política de recortes fiscales ensayada por el ministro de Economía, Paulo Guedes, se desinfló el año pasado con el incremento del gasto público para atender las consecuencias de la pandemia de la Covid-19 sobre la economía nacional. Bolsonaro busca a través del gasto contener la crisis social de una economía que se contrajo un 4% en 2020, según el índice de actividad del Banco Central. Brasil registró el año pasado el mayor déficit fiscal primario en su historia.
El giro fiscal no había afectado a Petrobras hasta el momento. El programa de privatización de activos de las compañías con participación estatal sigue su curso. Hace dos semanas Petrobras anunció la venta de la refinería Landulpho Alves en el estado de Bahía al fondo de inversiones Mubadala Capital, de Emiratos Árabes Unidos, por 1.650 millones de dólares.
Pero la política de precios de los combustibles tensó al máximo la relación entre la petrolera y el poder ejecutivo. Son tres los ajustes realizados en el precio del diésel y cuatro en la gasolina en lo que va del año, provocando malestar en la población y entre los transportistas en particular, que llevaron adelante un paro a principios de mes. El alza acumulada en los precios del diésel y de la gasolina son del 34,7% y 27,7%, respectivamente.
Reuters había revelado a principios de mes la política de precios de Petrobras para el 2021. La compañía resolvió expandir de tres meses a un año el período de cálculo de los precios de paridad internacional de los combustibles que comercializa en el mercado interno, como una forma de retrasar el traslado a los surtidores de la volatilidad actual en los precios internacionales del crudo. Por otro lado, Bolsonaro impulsa una eliminación temporal de impuestos a los combustibles para aliviar la carga de los aumentos.
De todas formas la petrolera definió el último jueves dos nuevos ajustes, del 15% en el diésel y del 10% en la gasolina. Molesto, Bolsonaro anunció ese mismo día que “algo pasará en Petrobras en los próximos días”. El despido de Branco llegaría 24 horas después.