Para justificar la construcción de un nuevo gasoducto, se requiere básicamente la existencia de un gran centro de consumo, por un lado, y una gran fuente de gas, por otro. En un país con un territorio tan extenso como la Argentina, donde la inversión en redes de transporte para sumar nuevos puntos de consumo a la red troncal de gasoductos es demasiado onerosa, existe una innovadora alternativa para incorporar nuevos nodos estratégicos: el sistema de gasoducto virtual (GV) que, a su vez, permite transportar gas natural licuado (GNL) por vía terrestre desde fuentes dispersas.
Se trata de un desarrollo tecnológico que podría generar un cambio disruptivo en ambas puntas de la cadena de valor del gas. Las petroleras podrán activar pozos de gas con pequeños volúmenes de producción, que hoy no repagan la conexión a la red de gasoductos. También podrán monetizar gas que hoy se ventea o se desaprovecha. Al final de la cadena, en tanto, la tecnología permitirá conectar localidades y establecimientos industriales que hoy no cuentan con gas natural o generar energía en nuevas usinas termoeléctricas.
La Argentina es el epicentro de esta innovación: Galileo patentó el diseño de una estación de licuefacción móvil de gas –Cryobox, según el bautismo de la compañía–, que en una unidad del tamaño de un container de 40 pies convierte en GNL el gas extraído en boca de pozo.
En forma complementaria, Galileo –fundada y controlada por un grupo empresario argentino que lidera Osvaldo del Campo– desarrolló también una unidad para acondicionar el gas y poder licuarlo directamente a la salida del pozo. Ambos equipos conforman lo que la compañía denomina cluster de producción distribuida de GNL.
Integralmente, el proyecto es conocido en el mercado como Gas 3.0. Su alcance trascendió el ámbito local.
Hoy, Galileo está embarcada en un amplio abanico de iniciativas, tanto a nivel doméstico como internacional, para monetizar el gas perdido, el gas cautivo en pozos abandonados y el gas que se quema –incluyendo el de testing–, beneficiando a los productores, el transporte, la generación eléctrica y las comunidades sin conexión a la red gasífera.
Del Campo, presidente de Galileo, recuerda que el GV nació con el propósito de llevar gas de los gasoductos a los productores alejados que necesitaban generar electricidad para sus emprendimientos o para abastecer a comunidades dispersas (inicialmente en Córdoba). «Cuando esta solución demostró su éxito, el upstream comenzó a adoptarla para cumplir con múltiples objetivos», destaca en diálogo telefónico con Revista TRAMA.
Hoy la alternativa es tomar gas, acondicionarlo y convertirlo en gas natural licuado (GNL) para su transporte desde los yacimientos. La novedad no sólo rinde sus frutos en el país (donde ya es aplicada por las principales operadoras), sino también en el exterior. Un ejemplo de ello es la millonaria inversión que la empresa tiene en marcha en Marcellus, uno de los grandes plays de shale gas de Estados Unidos.
Estímulo a la producción
En Methax, la generadora eléctrica de Galileo, el servicio de licuefacción y transporte de gas ya cuenta con un fluido competitivo en relación con el valor que maneja la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa). «Methax es el eje de todo nuestro proyecto local. Diariamente, vamos a consumir 200.000 metros cúbicos (m3) de gas», puntualiza Del Campo.
Por estos días, indica, las provincias expresan un lógico interés por tratar de minimizar los venteos y el flaring. «Tenemos una tecnología exclusiva para aprovechar el gas de testing y estimular la producción de gas y petróleo. No hay razones para que se autoricen venteos si hay herramientas que permiten aprovechar ese gas», afirma.
La Argentina, explica, toma como criterio la adopción del marco regulatorio internacional, pero aún está en proceso de finalizar una normativa propia (la NAG-500) que establezca las condiciones de seguridad para instalar este tipo de plantas. «Se está haciendo el trabajo de base para que esta oportunidad pueda capitalizarse en todas las poblaciones. Las necesidades son enormes. Y prácticamente no existe posibilidad alguna de conectar al sistema a ningún usuario nuevo si no es a través de subsidios», advierte el directivo.
Para promover la gasificación de las industrias y hogares fuera de la cobertura de los gasoductos, detalla, Galileo lleva realizada una inversión de u$s 100 millones en el país. «Pusimos en marcha esta rueda. Y tenemos previsto desembolsar un monto anual similar en 2018», anticipa.
A su criterio, sólo hace falta tiempo para ver grandes resultados. «Ya estamos consiguiendo los primeros ‘clientes ancla’ (que no tienen posibilidad de acceder a gas de ducto de manera firme). Aún no estoy en condiciones de dar demasiados detalles sobre las industrias interesadas, pero puedo decir que paulatinamente el negocio está explotando, aunque éste no sea el mejor verbo para usar (risas)», comenta.
El primer destino del GNL, asegura, es el propio sistema petrolero, ya que el autoconsumo de energía de la producción del sector (tanto en generación eléctrica como en perforación y otros usos) es enorme. «Para las petroleras es muy atractiva la captación del gas de testing», recalca.
«Junto con Scania estamos lanzando los primeros camiones a GNL para el Mercosur. Apuntamos a un combustible que cueste menos de la mitad del diésel y ofrezca una autonomía de fábrica de 1.000 kilómetros.»
¿Qué precisiones puede darnos sobre costos y capacidad operativa?, preguntamos a Del Campo.
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Con toda la estructura de costos, llegamos prácticamente al mismo precio del gas de ductos.
En términos de capacidad, por ahora podemos movilizar unos 300.000 m3 diarios con nuestros 14 Cryobox, que resumen la tecnología de licuefacción en módulos pequeños y permiten crecer de manera escalonada y progresiva.
De no mediar inconvenientes, dentro de un año incorporaremos entre 300.000 y 500.000 m3 adicionales por día. Estimamos que las posibilidades están entre los 3 y los 4 millones de m3 diarios.
¿Cómo puede beneficiar esta tecnología al transporte de carga?
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Así como fuimos pioneros en el mercado del gas natural comprimido (GNC), que lamentablemente no pudo romper la barrera del usuario particular por un problema de autonomía, ahora estamos promoviendo el GNL para el transporte de carga.
Ya tenemos dos fabricantes locales. De hecho, los camiones del GV de Mendoza serán a GNL.
Junto con Scania estamos lanzando los primeros camiones a GNL para el Mercosur. Apuntamos a ofrecer un combustible que cueste menos de la mitad del diésel y ofrezca una autonomía de fábrica de 1.000 kilómetros. Vamos a garantizar desde el inicio la existencia de una red de puntos clave de reabastecimiento.
Aspiramos a cambiar el esquema de transporte en la Argentina. Esta solución combina limpieza, mejores costos y mucho confort, entre otras ventajas. Para entender sus posibilidades de crecimiento, hay que pensar que China lanzó sus primeros camiones a GNL hace menos de tres años y hoy no sabe cómo atender la enorme demanda.
¿Qué aporte puede brindar esta solución en el plano ambiental?
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Nosotros decimos que nuestra plataforma Gas 3.0 es también una plataforma renovable. Estamos trabajando en el marco normativo con el Gobierno para elaborar una fórmula sustentable de biogás. La idea es que quien quiera obtener biogás en forma total o parcial pueda hacerlo simplemente comprando GNL de cualquiera de los biodigestores instalados en el país.
Si la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) quiere transformarse en una ciudad verde, puede apostar gradualmente por esta opción. La estructura de costos desde los biodigestores hasta los usuarios no requiere incentivos adicionales, a diferencia de lo que ocurre con otros biocombustibles.
¿Qué futuro le augura al gas en el país?
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En la década del 70, el gas apenas representaba un poco más de un 20% de la matriz energética argentina. Cuando se descubrió Loma La Lata, que garantizó un horizonte de 30 años de gas, inventamos el GNC, se amplió el sistema gasífero y la participación del fluido creció a más de un 50% de la matriz.
Ese cambio de paradigma se dio en el peor contexto económico del país, lo cual significa que la energía barata se abre camino sola.
Actualmente se cree que tenemos reservas de gas no convencional para varios siglos. Es inevitable que el recurso penetre por lo menos 10 puntos más en la matriz energética. Pero eso sólo será posible integrando a las comunidades y las industrias que hoy no están conectadas. ×