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OPINIÓN
La geopolítica de la transición energética: la Argentina y su lugar en nuevas cadenas de valor
9 de enero
2024
09 enero 2024
En esta nota de opinión, Fernando Brun, embajador argentino en Berlín, destaca cuáles son los minerales metalíferos de naturaleza estratégica para la transición identificados por la industria y la oportunidad real de Argentina para posicionarse como abastecedor confiable.
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* Embajador de la República Argentina en Berlín

La transición hacia fuentes de energía renovable y la neutralidad climática para 2050, impulsada en el marco de la última Conferencia Mundial del Clima en Dubái, presenta una agenda transversal a cada plataforma de negocios en la que la transición energética integra al mismo tiempo un universo de negocios de nueva generación y un paradigma de seguridad internacional.

En la misma línea de la última COP, el próximo encuentro anual del World Economic Forum en Davos, o la Conferencia de Seguridad de Múnich ya en preparación, e incluso la propia Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Abu Dhabi, abordarán los desafíos ligados al rol de la energía limpia y el acceso a minerales críticos ligados hoy de manera intrínseca a la estrategias de seguridad de cada bloque mundial en una competencia por garantizar la competitividad de su plataforma industrial en un futuro que hoy ya es presente.

En cada uno de los foros mencionados, el análisis sobre la creciente demanda de minerales en tecnologías clave para la mitigación del cambio climático y los riesgos asociados con la disponibilidad y acceso a estos recursos es una cuestión de naturaleza geopolítica. Y se trata precisamente de geopolítica porque estamos frente a un reposicionamiento de actores internacionales en torno a nuevas cadenas de valor.

En contraste con el petróleo y el gas, los minerales de transición no sólo son más escasos y presentan una distribución geográfica más concentrada, lo que resulta en una competencia estratégica por el acceso, sino que también se incorporan a la tecnología como parte integral desde el primer eslabón de la cadena de valor, lo que aumenta el riesgo “aguas abajo” de una interrupción en el suministro e incentiva la búsqueda de garantías de seguridad. Estos factores impiden que los minerales sean tratados como una commodity más.

El escenario internacional como catalizador de la transición

La urgencia de alejarse de los combustibles fósiles – acelerada por la interrupción del suministro gas ruso como resultado del daño irreparable a la infraestructura del Mar Báltico y de las sanciones impuestas por la comunidad internacional a partir de la invasión a Ucrania – ha llevado a una aceleración de procesos existentes ligados a la lucha contra el calentamiento 1 global y la con construcción de consenso global para adoptar tecnologías más limpias y sostenibles.

En este contexto, la urgencia en la necesidad de acelerar el despliegue global de estas tecnologías, como la energía eólica, solar y los vehículos eléctricos, se encuentra con el desafío que presenta la (in)disponibilidad de los minerales necesarios para producirlas. En el informe presentado en la COP, el banco suizo UBS lo transmite con absoluta claridad: «Net Zero no solo requiere una transición energética, sino también un cambio de recursos». Y no se trata solamente de su escasez, sino de la dependencia de pocos proveedores y la concentración en la capacidad de procesamiento a nivel global, frente a lo cual potencias y bloques en su conjunto promueven políticas ligadas a la diversificación de proveedores, incorporando a la cadena de valor a nuevos actores internacionales.

Minerales Críticos, con nombre propio

En lo que hace al mapeo y obtención de minerales metalíferos de naturaleza estratégica para la transición, me permito tomar la identificación realizada por los actores productivos alemanes englobados en la Federación Minera Alemana (FAB), que destacan la importancia del:

1. Galio:

● Pronóstico de demanda hasta 2050: 9 veces la producción actual.

● Riesgos asociados: Alta volatilidad de precios, oferta limitada, fuerte dependencia de China responsable del 90% del suministro.

● Recientes restricciones de exportación en China aumentan el riesgo geopolítico.

2. Litio:

● Pronóstico de demanda hasta 2050: 10 veces la producción actual.

● Riesgos asociados: Oferta actual excedente, debilidad económica afectando la demanda.

● Importancia de la disponibilidad de agua en regiones mineras secas / necesidad de desarrollo de nuevas técnicas de extracción de menor impacto ambiental.

3. Vanadio:

● Pronóstico de demanda hasta 2050: 7 veces la producción actual.

● Uso en baterías de flujo redox de vanadio para almacenamiento de energía.

● Potencial aumento en la importancia del vanadio en la transición energética.

4. Grafito:

● Pronóstico de demanda hasta 2050: 2.7 veces la producción actual.

● Alta conductividad utilizada en baterías de iones de litio para vehículos eléctricos.  

● Restricciones recientes en las exportaciones de China elevan los riesgos.

5. Zinc, Níquel, Cobalto y Cobre:

● Pronóstico de demanda acumulativa hasta 2050: Consumo de más del 100% de las reservas conocidas.

● Reservas de zinc y cobre podrían necesitar 2.5 veces la cantidad actual bajo el escenario de cero neto.

Proveedores concentrados y riesgo geopolítico

Las implicancias geopolíticas y económicas del acceso a este universo de minerales están relacionadas con la actual dependencia existente de mercados concentrados y con riesgo geopolítico como China o Congo, tendencia al desarrollo de medidas restrictivas a las exportaciones por parte de proveedores tradicionales de Litio, Galio y Grafito, elevando el riesgo geopolítico, así como una creciente vulnerabilidad económica a la volatilidad de precios y posibles interrupciones en la cadena de suministro que ponen en jaque la competitividad de los sectores industriales nacionales.

Frente a una realidad de interrupción de cadenas de valor, que se profundiza al ritmo de la complejidad de un escenario internacional definido por conflictos crecientes y guerras comerciales de las que nadie quiere quedar preso, la diversificación de fuentes y proveedores surge como respuesta estratégica. Si bien la necesidad de abrir nuevos mercados para explorar y desarrollar nuevas fuentes de minerales esenciales a través de la diversificación geográfica de las operaciones de extracción se convierte en el imperativo del momento, no es el único desafío: la intensificación de la extracción de minerales desde 2010 ha aumentado en un 50% el requerimiento de agua y las emisiones asociadas, generando un impacto ambiental que acompaña al riesgo económico asociado a las fluctuaciones en los precios de los metales críticos, lo que trae consigo potenciales consecuencias para la economía global y la viabilidad de proyectos de energía renovable.

Minería, Descarbonización y Desarrollo Sostenible. Cuando 1+1+1 es más que 3.

Acceso a minerales críticos, cambio climático y desarrollo sostenible se entrelazan en este punto: hablamos de la previsión real de un aumento exponencial en la extracción de minerales, lo cual plantea preocupaciones sobre el impacto ambiental y la sostenibilidad a largo plazo, y en función de ellos de la necesidad de una gestión adecuada de la minería para abordar estos desafíos sin comprometer los objetivos climáticos y ambientales.

Como resultado de esta (inter)relación de factores, se avizora la conformación de nuevas cadenas de valor que implican mucho más que solo insertarnos agresivamente en actividades extractivas: la oportunidad -con particular impacto en países poseedores de minerales críticos como la Argentina, entre muchos otros- está en el potencial real de generar asociaciones internacionales de carácter estratégico-productivo a partir de inversiones ligadas a la I+D, que permitan encontrar alternativas y tecnologías para reduzcan el impacto de la extracción en medio ambiente. Estas asociaciones deben estar acompañadas de políticas que promuevan la sostenibilidad en los procesos extractivos y el desarrollo de soluciones y servicios asociadas a estas nuevas cadenas de valor. De esta manera, se amplifica el impacto positivo para las sociedades de origen de los recursos y se garantiza la licencia social de la actividad, que es esencial para la sostenibilidad de las actividades a largo plazo.

En esta línea, las energías renovables serán otro componente principal en una dinámica en la que la sustentabilidad será clave para el acceso a mercados, y de ahí la enorme oportunidad que se abre -nuevamente para países como Argentina- con recursos de clase mundial. Sus recursos naturales, y en este caso no solo mineros, sino su radiación y la fuerza de sus vientos podrán integrarse a una minería baja en emisiones en base a la utilización de energía limpia. De hecho, el desarrollo de energías renovables ya no estará atado a la capacidad de transmisión o acceso al sistema interconectado. Los nuevos planes de negocios en sectores intensivos en energía comienzan a plantear sistemas de generación renovables propios y trazables para diferenciar su producto y mantenerse en la vanguardia de las condiciones de acceso. En la misma línea, los nuevos proyectos ligados al desarrollo de combustibles limpios serán aquellos que puedan garantizar la superficie colosal en zonas de alta radiación y/o vientos sostenidos rango 1-2, infraestructura de transporte y capacidades portuarias que permitan posicionarse como hub de producción y salida preferencial a nivel global.

La integración de energías limpias a los procesos productivos, tanto en el caso de la minería como en la industria, es un futuro que ya es presente y una visión de un futuro deseable, posible y necesario para vastas regiones de nuestro país.

Transición energética: imperativo estratégico y desarrollo de negocios

Para muchos analistas, la Conferencia Mundial del Clima en Dubái marca el fin de la era de los combustibles fósiles. Los consensos alcanzados merecen un reconocimiento a sus protagonistas, que asumieron por fin la realidad innegable ya avizorada en el Acuerdo de París (2015) para 2050. No obstante, lo que COP revela es la aceleración de una tendencia que ya presenciamos en 2020: la competencia por recursos estratégicos.

En efecto, las materias primas necesarias para la transición energética experimentan y 4 experimentarán una demanda creciente con precios en aumento. Este acceso y las condiciones de un mercado revalorizado generan y generarán una competencia entre potencias y bloques económicos, advirtiéndose el surgimiento de nuevas tensiones geopolíticas relacionadas con la extracción de estas «materias primas para la transición energética».

La transición hacia la energía solar, eólica y la movilidad eléctrica depende en gran medida de metales como el cobre, aluminio, zinc y níquel. Se prevé un «superciclo» para el cobre, con precios en alza debido a la creciente demanda asociada al objetivo de emisiones netas cero para 2050. Con respecto al aluminio su oferta a largo plazo no coincide con la creciente demanda, creando una escasez.

Para Argentina, una vez más, esta escasez es oportunidad. Oportunidad real -y no potencial- de posicionarse desde sus recursos y capacidades como abastecedor confiable, debiendo conformar esta meta uno de nuestros vectores de trabajo de agenda política internacional, propiciando un espacio de protagonismo en geopolítica y negocios internacionales.

El Foro Económico Mundial de Davos en enero, al igual que la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero tendrán -como ya lo tuvo la COP- un denominador común: las Inversiones en Tecnologías Verdes, incluyendo este universo instrumentos de financiamiento y proyectos privados en tecnologías de captura de carbono y otras soluciones sostenibles; un abordaje de desconexión entre las rentabilidades de tecnologías bajas en carbono y las tradicionales para acelerar la adopción de soluciones respetuosas con el clima. Argentina no es ajena a ello.

La transición a un futuro sostenible y con emisiones netas cero enfrenta desafíos críticos relacionados con la disponibilidad de materias primas esenciales. La atención política y las acciones inmediatas son necesarias para abordar estos problemas y garantizar el éxito de la transición energética sin comprometer los objetivos climáticos. En este juego, la Argentina puede, debe y quiere ser parte de la solución.

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