El impacto en el supply chain que tuvo la pandemia y el conflicto bélico en Ucrania fue uno de los principales ejes temáticos abordados por el presidente de Tenaris para el Cono Sur, Javier Martínez Álvarez, durante su participación en el Energy Day. Ambas cuestiones, a su criterio, determinaron un contexto de precios internacionales altos y derivaron en la necesidad de los países europeos de reemplazar el gas ruso. «Si antes el norte estaba en tener energía limpia, ahora se trata de poseer energía segura», sentenció.
Lo que ocurrió en estos últimos años, indicó el ejecutivo, dejó en evidencia lo dramáticamente importante que puede ser la energía para el mundo y, sobre todo, para la Argentina. «Todo lo que sucedió fue inimaginable. Además de la pandemia y la guerra, también hubo un escenario de inflación por arriba del 10% en los países centrales de Europa y Estados Unidos. Para el sector, estas variables significaron cambios importantes», remarcó.
Antes de la pandemia, evocó, se veía un panorama energético bastante estabilizado, con un crecimiento significativo de las fuentes renovables. «Pero ante la cuestión sanitaria se dio una caída dramática del nivel de actividad y de los precios, con una posterior recuperación muy vigorosa orientada especialmente a bienes que servicios. Allí comenzaron los problemas de logística», advirtió.
En este contexto de creciente incertidumbre, explicó, los países y las sociedades empezaron a tomar conciencia del costo de la transformación. «Todo se modificó, desde el uso de las energías renovables hasta la reducción de las emisiones. Hoy el factor predominante está en cómo abastecer energéticamente a los hogares. El gran desafío pasa por buscar el equilibrio entre la necesidad absoluta de seguir mejorando el impacto ambiental, sin soslayar la aparición de este nuevo elemento que es contar con la energía suficiente. La seguridad energética ha pasado a tener un valor fundamental y en esto juega un papel clave el gas, que actualmente es considerado como el hidrocarburo de la transición», aseguró.
En ese sentido, sostuvo, conviene tomar nota del ejemplo de Estados Unidos. «En la última década, por primera vez en su historia esa nación comenzó a bajar sus emisiones de dióxido de carbono (CO2). Y eso fue porque el gas entró en la matriz energética norteamericana y reemplazó al carbón», subrayó.
No es casual, prosiguió, que este hidrocarburo se presente como el socio estratégico de las fuentes renovables. «Este tipo de energías necesita de la reserva de potencia que aporta el gas. Como son intermitentes, precisan algo que les dé respaldo de potencia, energía constante», argumentó.
El rol de la Argentina
Martínez Álvarez continuó su disertación poniendo el foco sobre los mayores requerimientos globales de seguridad energética a causa del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, que es el principal proveedor de gas de varios países de Europa (sobre todo de Alemania e Italia). «Actualmente las naciones europeas están buscando fuentes alternativas de abastecimiento. Frente a esto, la Argentina tiene la posibilidad de convertir este problema del Viejo Continente en una oportunidad de desarrollo nacional», proyectó.
Los ciudadanos europeos, apuntó, vienen sufriendo un fuerte impacto en materia energética y económica. «La factura de luz de los británicos aumentó de 130 libras por mes a 1.400, y allí no hay subsidios. Antes gastaban aproximadamente el 3% de sus ingresos anuales en energía y ahora ese porcentaje trepó hasta un 30 por ciento. En este marco, las autoridades están obligadas a buscar vías alternativas de abastecimiento y seguridad para no seguir dependiendo del gas ruso. Los países que acompañan este proceso son Estados Unidos y Qatar, pero la Argentina también podría hacerlo», expresó.
El mercado local, a su entender, puede producir un gas competitivo, eficiente y abundante a 3 ó 4 dólares por millón de BTU. «Con esas condiciones, la Argentina podría convertirse en un país proveedor de gas. Tenemos la capacidad de generar un proyecto de licuefacción que nos permita exportar y así ayudar a los países europeos, pero también podemos pensar en industrializar ese gas y promover una iniciativa de transformación industrial», pronosticó.
Para lograr estos objetivos, manifestó, deben existir reglas de juego claras. «Cuando uno piensa en un proyecto de inversión, estima una inversión de u$s 10.000 ó u$s 15 millones en el marco de una competencia contra el mundo. Por eso es fundamental exhibir condiciones similares al resto», justificó.
Según sus palabras, uno debe poder ingresar sus divisas para financiar las exportaciones y contar con la posibilidad de repagar a quienes invirtieron o financiaron la obra. «Debemos dar condiciones que permitan a los inversores tener la confianza de que todo se va a respetar en un país que hoy padece dificultades para cumplir este tipo de contratos», comentó.
Hay que dar, desde su óptica, mucha robustez y confianza al inversor. «Vale la pena hacerlo como país porque representa una oportunidad extraordinaria de crecimiento», destacó.
Proyecciones auspiciosas
Si la Argentina aprovecha la posibilidad que le brinda este escenario mundial, señaló Martínez Álvarez, solucionará muchos de los problemas de divisas que viene experimentando. «Es un desafío, pero existe una necesidad muy grande y se ha comprobado que el recurso de Vaca Muerta es competitivo», puntualizó.
Fue vital, para el directivo, eliminar el riesgo exploratorio y productivo en la formación. «Hubo dos proyectos extraordinarios (el de YPF y Chevron en Loma Campana, y el nuestro en Fortín de Piedra) que permitieron comprobar que el petróleo y el gas de Vaca Muerta podían ser verdaderamente competitivos y eficientes. Antes esto era una idea y hoy es una realidad», ratificó.
No obstante, advirtió, para aprovechar esta posibilidad que se presenta a partir de la búsqueda de otros proveedores energéticos por parte de los países europeos es necesario construir confianza y tender puentes regulatorios. «Lo que tenemos a favor es que vivimos en una zona tranquila, sin conflictos bélicos. Esto ahora entra en la ecuación y resulta una ventaja. La Argentina debe trasmitir credibilidad», aseveró.
En cuanto a los consensos políticos que tienen que darse para que se materialice esta oportunidad, sostuvo que puede verse una gradual evolución. «Hay una comprensión de la política argentina y de la ciudadanía sobre cómo la energía puede ser una dificultad si uno no la entiende, pero también puede contribuir con el desarrollo del país. Vaca Muerta siguió creciendo en condiciones adversas, por lo que evidentemente tiene un potencial interesante. Este podría ser un extraordinario momento para dictar leyes», reflexionó.
El ejecutivo de Tenaris también aportó su visión sobre cuál sería la estrategia más conveniente para el país en este escenario global. «En petróleo hay una ventana de oportunidad. Es un buen contexto para generar el andamiaje institucional que necesita la Argentina. Son días políticamente complejos, pero a uno le gustaría ver la voluntad de buscar transformaciones fuertes», consideró.
En esa dirección, recalcó la importancia de los proyectos vinculados con la energía. «Traen desarrollo para el país, generan empleo y divisas. Se trata de iniciativas que movilizan a la sociedad entera», definió.
Cifras elocuentes
Martínez Álvarez afirmó que hay dos proyectos para conectar Loma Campana con Puesto Hernández que habilitarían potencialmente la exportación de 100.000 barriles hacia Chile. Si se añade a esto que la duplicación de Oldelval agregaría 230.000 barriles, calculó que sería posible alcanzar los 350.000 barriles adicionales. «Con esto la Argentina llegaría a producir 1 millón de barriles, que generarían entre u$s 8.000 y 10.000 millones por año en exportaciones, y cambiarían la ecuación energética y la macroeconomía del país», vaticinó. Estas iniciativas, continuó, tendrían que venir acompañadas por un cúmulo de inversiones en Neuquén y reglas de juego claras que otorguen previsibilidad.
Este año, cuestionó, dejará un déficit de u$s 6.000 millones en la balanza energética. «No obstante, el país podría no tener que realizar importaciones en el corto plazo si desarrollase su capacidad exportadora. Siempre que se consolide lo que se está lanzando, el déficit de hoy podría convertirse en un superávit de u$s 10.000 ó u$s 15.000 millones,», cuantificó.
De igual manera, expuso que el shale es una decisión de inversión de cada semana. «Las petroleras deciden todo el tiempo si van a llevar adelante una inversión porque saben que si dejan de hacerlo, la producción cae en un 70% a fin de año. Es algo que hay que revalidar continuamente. Sin embargo, esto es algo bueno porque hace que la política sepa que el sector representa una oportunidad muy grande que requiere de herramientas y previsibilidad», opinó.
Sobre el proyecto de una planta de licuefacción, indicó que brinda beneficios en múltiples áreas. «No sólo genera la posibilidad de exportar volúmenes adicionales, trayendo divisas al país, sino que además crea excedente de líquidos ricos, que son vitales para obtener otros productos y que poseen un valor mucho más alto. Sería bueno un acuerdo realizado con una contraparte como Europa. Puede ser un proyecto que nos inserte en el mundo», anticipó.
GNK y Proyecto Duplicar
Tenaris, compañía perteneciente al Grupo Techint, tiene a su cargo la provisión de tubos con costura para el Gasoducto Néstor Kirchner (GNK).
A este emprendimiento Martínez Álvarez lo calificó directamente como «un desafío extraordinario». «Lo ideal hubiera sido lanzarlo en un proceso de dos años. Estamos movilizando todos nuestros recursos para llegar a término. Contratamos 300 personas, de las cuales tres cuartas partes son jóvenes de Valentín Alsina y Lanús, con poca experiencia, que se están formando», detalló.
A la empresa, aseguró, le gustan los retos de envergadura. «A las 24 horas de recibir la adjudicación y el primer pago del proyecto, estábamos dando la orden para lanzar la producción de acero y el contrato con la planta que lo lamina. Estamos fabricando los tubos en dos complejos, uno en Valentín Alsina y otro en Brasil», especificó.
Desde Tenaris, acotó, ya se ejecutó una inversión de u$s 8 millones. «La planta de acá tiene que producir un 30% arriba de lo que jamás produjo las 24 horas, durante los siete días», precisó.
De todos modos, expresó, el proyecto tiene un componente relativo a la logística que resulta muy complejo. «Hay problemas. Hoy en el país se ve un nivel de actividad sostenido y faltan camiones. Lo que ocurre con nuestros tubos es que sólo entran cuatro por camión. Son aproximadamente 15 toneladas (Tn), lo cual es muy poco porque un camión puede llevar mucho más. Podríamos llevar seis caños, pero se exceden por 7 centímetros (cm). Estamos intentando readecuar la norma, pero no es fácil», reconoció.
Con respecto a la problemática logística que se presenta en torno a la construcción del gasoducto que unirá Tratayén, en Neuquén, con Salliqueló, en Buenos Aires, contó que para mover esos tubos deberá salir un camión cada siete minutos desde la planta de la firma durante las 24 horas del día. «En paralelo se va a estar llevando a cabo un oleoducto, pero sigue habiendo problemas en cuanto al abastecimiento de productos. Hay cuellos de botella y dificultades operativas de nacionalización en el país. Los desafíos surgen por todos lados», admitió.
Finalmente, el directivo se refirió a la ampliación del transporte de crudo a partir del proyecto de Oldelval, que permitirá elevar la evacuación de 36.000 a 72.000 metros cúbicos (m3). «No veo grandes dificultades por parte de la compañía, pero sí en el avance de la obra. Ocurre que el sistema de construcción y de tendido de caños está estresado», explicó.
Para su empresa, confirmó, resulta una obra más sencilla en comparación con el GNK. «A diferencia de ese proyecto, el oleoducto tiene soldadura eléctrica y es más fácil conseguir materia prima», completó.
Revista TRAMA completa: https://econojournal.com.ar/wp-content/uploads/2023/01/TRAMA-16-book_Final.pdf