Matías Kulfas concurrió hoy a la Casa Rosada para despedirse del presidente Alberto Fernández y de los principales funcionarios que integran el gabinete económico. Al mismo tiempo, el ahora exministro de Desarrollo Productivo incorporó en el sistema de comunicación interna del Gobierno su carta de renuncia, un extenso documento en el que le dedica un pasaje central a la crítica hacia el sector que responde a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por no haber podido reorganizar el sistema de subsidios a la energía.
En duros términos, Kulfas aseveró que uno de los desafíos propuestos al comienzo de su gestión “era salir del desquiciado sistema de subsidios a la energía que rige en nuestro país desde hace dos décadas, el cual tiene un enorme costo fiscal, es socialmente injusto, centralista, anti federal y pro rico”.
En esa línea, mostró su descontento y afirmó que “el Estado argentino subsidia la energía de hogares acomodados de la ciudad de Buenos Aires o la zona norte del gran Buenos Aires, hogares que no necesitan, no solicitan ni valoran esos subsidios”. Por esto, arremetió contra la Secretaría de Energía, que dirige el neuquino Darío Martínez, y en forma indirecta contra los funcionarios del área que responden a la vicepresidenta como Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica, y Federico Bernal, interventor del Enargas.
Kulfas manifestó que la política energética aplicada por el cristinismo, que básicamente consistió en atrasar las tarifas de gas y electricidad, “no hizo más que alimentar este sistema nefasto de subsidios y no fue capaz de diseñar un sistema de segmentación de tarifas y cobrarle a los ricos y sectores de ingresos medio altos una boleta de luz y gas sin subsidios”.
En rojo
Asimismo, sostuvo que “era imprescindible racionalizar este sistema, realizando adecuaciones tarifarias que tuvieran en cuenta la crisis de ingresos de los hogares, pero dotándola de progresividad distributiva”. Los números son evidentes. En el primer cuatrimestre de 2002, los subsidios a la energía treparon hasta los US$ 3856 millones, casi cuatro veces más que en el mismo período de 2019, el último año de la gestión de Mauricio Macri, según datos publicados por la consultora Economía y Energía, que dirige Nicolás Arceo.
Kulfas también se refirió a otra de las metas que se habían fijado desde el Ministerio y explicó que lo que se quería era “generar un marco normativo y desplegar estrategias para el desarrollo de Vaca Muerta”.
En vínculo con esto, indicó que “el sector energético es una de las llaves para resolver nuestro problema de restricción externa” ya que presenta “un potencial exportador de más de USD 30.000 millones”.
Internismo permanente
Sin embargo, indicó que “los avances fueron lentos, signados por un internismo exasperante dentro del propio equipo de la Secretaría de Energía, es decir, internismo dentro del internismo, que demoró la posibilidad de un nuevo marco normativo, donde el proyecto de Ley quedó en el olvido y fue reemplazado por un decreto que puso algo de racionalidad”.
También, aludió al gasoducto Néstor Kirchner y aseguró que se produjeron demoras y que “se ha perdido tiempo muy valioso que cuesta millones de dólares en importaciones”. De igual manera, expresó su deseo de que la obra se realice debido a que “representa una posibilidad concreta de lograr el autoabastecimiento gasífero y luego avanzar en la estrategia exportadora”, según precisó.
Metas
A su vez, mostró que otra de las metas “era implementar rápidamente un plan de estímulo a la producción de gas, de modo de aprovechar nuestro potencial” a fin de “dejar de gastar tantos dólares importando barcos y otras fuentes de aprovisionamiento”.
Tras hacer un repaso por las iniciativas que nacieron durante su gestión, entre las cuales se encuentran se destaca el Plan Gas.Ar, que fue impulsado por funcionarios que le respondían, remarcó el crecimiento del Ministerio de Desarrollo Productivo revelando que “en 2019 el presupuesto fue menos de $ 8.000 millones y en 2020 y 2021 en torno a los $ 140.000 millones, con una ejecución cercana al 100 por ciento”.
Por lo cual, concluyó que “el bajo crecimiento, la inestabilidad macroeconómica, la pobreza y la falta de justicia social no son una condena, sino el resultado de no haber tenido esa mirada estratégica, de estar siempre pensando en la coyuntura y en las mezquindades de corto plazo”.