JAVIER MARTÍNEZ ÁLVAREZ, DIRECTOR GENERAL DE TENARIS
Vaca Muerta debe poder convertirse en un Proyecto-País para la Argentina
22 de febrero
2018
22 febrero 2018
El ejecutivo que tiene su base en la fábrica de Tenaris Siderca, en Campana, destaca las medidas de gobierno para fomentar la producción no convencional de hidrocarburos en Neuquén. Pero propone la designación de un líder de proyectos para acelerar el desarrollo de Vaca Muerta.
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CUESTA ENCONTRAR en la industria un ejecutivo con una mejor visión integral de Vaca Muerta. Javier Martínez Álvarez, director general de Tenaris Cono Sur, buque insignia del grupo Techint en la fabricación de tubos sin costura para el negocio de Oil & Gas, mantiene un diálogo permanente con todos los stakeholders del mundo de la energía. Conoce con precisión los planes de desarrollo de las petroleras en el play no convencional de la cuenca Neuquina; los proyectos del midstream que están en carpeta de empresas como TGN y TGS para transportar los hidrocarburos desde los yacimientos hasta los centros de consumo; y las inversiones en el área eléctrica para generar energía con shale gas en nuevas centrales térmicas.

Ese input constante de información le otorga al hombre fuerte de Tenaris una ventaja comparativa sustancial para entender las implicancias del desarrollo de la principal esperanza a futuro de la cuenca neuquina. La riqueza de su análisis está apuntalada, precisamente, por trazar un enfoque multivariable para descifrar la ecuación Vaca Muerta, una formación que cuenta con ingentes recursos hidrocarburíferos (los segundos en gas a escala planetaria), pero que aún no logra certificar una producción de gran escala.

«La característica principal del escenario actual es la vitalidad del sector, con proyectos y anuncios de inversión. Hay una perspectiva positiva de crecimiento», define Martínez Álvarez, que ingresó en el Grupo Techint en 1990 como joven profesional, en diálogo con Revista TRAMA. Proveedor estratégico de las petroleras que están perforando el play neuquino (la enorme mayoría de los caños que utiliza la industria son fabricados en las instalaciones de TenarisSiderca en Campana), el directivo incorpora un tamiz interesante con una propuesta novedosa. «Lo que está en discusión es con qué velocidad se podría impulsar el desarrollo de Vaca Muerta. Para eso, es necesario generar los espacios que ayuden a pensar un plan de ruta para los próximos 4 o 5 años, desde una mirada integral. Nosotros estamos muy contentos con lo que se está haciendo. Pero creo que Vaca Muerta debería ser pensado como un proyecto-país. La Argentina como sociedad necesita casos exitosos, ya no de individuos como en el deporte, sino demostrarnos que como conjunto podemos ser exitosos en algo colectivo. Vaca Muerta nos da esa oportunidad», enfatiza el ejecutivo, que se recibió de ingeniero industrial en la UBA.

Los conceptos se articulan entrelazados, uno detrás de otro. Martínez Álvarez lleva un tiempo estudiando el potencial de Vaca Muerta desde distintos ángulos. «Es un proyecto que toca tantas aristas que a mí me gustaría ver un project leader de Vaca Muerta. Una persona que pueda trazar un plan para el transporte de gas, la generación de energía eléctrica, el balance de la matriz energética, la cuestión impositiva, las tarifas y la infraestructura, entre otros temas», enumera el director general de Tenaris Cono Sur, que exporta un 70% de su producción de tubos para la industria petrolera.

¿Cómo definirías el momento que atraviesa el desarrollo de Vaca Muerta?

El matiz que vale la pena resaltar es con qué velocidad se podría impulsar ese desarrollo. Sobre este punto, quizás es necesario instrumentar medidas que tiendan a contemplar la excepcionalidad de esta transición (hacia la explotación a gran escala de Vaca Muerta). Las reglas del mercado habitualmente funcionan en economías que están funcionando de forma natural desde hace años. En otros casos, como el argentino, uno tiene que hacer algo para lograr determinado funcionamiento. Por ejemplo, la fijación de un precio especial para el shale gas (en alusión a la resolución 46 del Ministerio de Energía) se implementó de una manera razonable, porque el programa de estímulo tiende a promover las nuevas inversiones. Al mismo tiempo, van apareciendo los lindos desafíos que genera Vaca Muerta, en el área de transporte de gas, de petróleo, desafíos para generar consumos adicionales de gas. Ahí es donde uno cree que algunas medidas podrían ayudar a ir sobreponiéndose a esos desafíos y acelerar el desarrollo.

¿Qué iniciativas concretas podrían instrumentarse?

Por ejemplo, habría que pensar cómo podemos, con alguna participación de Gobierno, anticipar el desarrollo del transporte de gas hacia los centros de consumo. Una de las discusiones que tenemos es la siguiente: hoy se han fijado tarifas para todo el sistema. Las anteriores no alcanzaban para pagar el mantenimiento, las de ahora alcanzan para pagarlo y hacer alguna inversión marginal. Ahora bien, cómo hacemos para expandir la red troncal del país, quién paga el costo de esa ampliación. Es una discusión interesante porque la inversión marginal puede ser costosísima. Al respecto, existen distintas posturas. En ese abanico, están quienes son más proclives a fomentar un desarrollo más rápido, que es lo que yo sugeriría en este momento del país. Como sea, el mercado a la larga va a ir tomando una resolución, lo que pasa es que lo hará a su ritmo. También habría que pensar los swings de precios. La Argentina podría tomar medidas para promover ese swing. El gas vehicular, por caso, tiene un precio único a lo largo del año. Uno podría pensar, llegado el caso, en dos precios, uno para el verano y otro para el invierno, sugiriendo al consumidor que busque un consumo mayor de GNC en verano y uno menor en invierno, para balancear la demanda de gas.

EL DESARROLLO DE VACA MUERTA PERMITIRÍA AUMENTAR LA PRODUCCIÓN DE GAS, DE PETRÓLEO, CONTAR CON GENERACIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA BARATA Y LIMPIA.

A priori, parece complejo contemplar todos los elementos que intervienen en la explotación a gran escala de Vaca Muerta…

Entiendo que la complejidad está, pero creo que tenemos muchas posibilidades de resolverla si partimos de una mirada integral. Está claro que no es sencillo, porque hay que tomar decisiones que no van a dejar a todos un 100% felices. Aun así, al Ejecutivo le daría mucha autoridad avanzar de manera integral porque es un concepto que se retroalimenta. El desarrollo de Vaca Muerta permitiría aumentar la producción de gas, de petróleo, contar con generación de energía eléctrica barata y limpia, el gobierno dice que a largo plazo, yo digo que tal vez en el corto ya haya mejoras sustanciales. Así se iría ganando credibilidad con el entorno. Es casi una metáfora del país. Si uno mira la macroeconomía, no es que haya una solución concreta. Lo que existe es un camino de tránsito relativamente acotado, donde hay que ir reduciendo impuestos, mejorando la tasa de empleo privado. Y todo de a poco. Hace un tiempo hicimos un evento con el sector de PyMEs. A mí me tocó un panel con Martín Etchegoyen (secretario de Industria), en el que coincidimos que para que Vaca Muerta entre en desarrollo habrá que importar algunos componentes. Pero también se necesita de un arte extraordinario del gobierno para identificar dónde aprovechar las oportunidades que ofrece la coyuntura, por ejemplo los equipos ociosos que hay en EE.UU., que podrían entrar al país con un régimen impositivo diferencial. Y, al mismo tiempo, identificar otros sectores industriales que pueden competir pero que hoy cuentan con una carga impositiva elevada. Está claro que esos sectores deben encarar una transformación que no se hace en un mes. Entonces, se precisa un arte para ir identificando estas sutilezas, para identificar dónde exponer a la competencia, dónde abrir el mercado. El camino final es la incorporación de tecnología, que es una de las principales oportunidades que ofrece Vaca Muerta. El shale se asemeja más a una operación industrial con una logística hipersofisticada, que a una explotación petrolera convencional. Para que ocurra, el no convencional debe incorporar tecnología en toda su cadena de valor: petroleras, empresas de servicio y fabricantes. Es un mandato de la industria en general, pero en el shale es disruptivo.

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A fin de año finaliza el Plan Gas, que en los últimos años funcionó como un estructurador de los precios del gas. El gobierno quiere que productores y distribuidoras avancen con una recontractualización del mercado. ¿Cómo analizás los próximos meses la industria?

Los próximos meses son de mucha vitalidad. Hay una señal importante que es la inversión por proyecto. Cuando empiezo a ver inversiones de midstream como la construcción del oleoducto Lago Pellegrini (entre YPF y Tecpetrol), me pone contento porque anticipa la próxima jugada. En Tenaris nos están consultando por la disponibilidad de tubos para tendidos de otros ductos más asociados al gas que al petróleo. Anuncios como el de Tecpetrol (en Fortín de Piedra, donde se invertirán u$s 2.300 millones) y el plan estratégico de YPF, que visualiza una mayor participación del shale, dan una pista de lo que viene. El precio del gas ha venido subiendo de manera sostenida, y los campos no convencionales también poseen un buen precio promedio de referencia. Creo que, más allá de algún malestar que pueda haber generado la resolución (por la 46 de Energía), la medida es positiva. Hoy existe un precio razonable para el mercado general y otro competitivo para el no convencional. Creo que habrá inversiones fuertes. La duda la tengo en el petróleo. En el corto plazo veíamos un mercado más moderado, pero esta subida del precio internacional en las últimas semanas cambió el panorama. Si el alza se mantiene, podría haber más actividad.

PRECIOS A LA BAJA

La finalización del Plan Gas, que expira el 31 de diciembre próximo y garantizaba –vía subsidios directos del Tesoro a las productoras– un precio de u$s 7,50 por millón de BTU para la inyección incremental de gas coloca a las petroleras frente a la necesidad de recontractualizar su oferta en un mercado más abierto. Existen dudas entre las operadoras en torno a cómo se reconfigurará esa apertura. Por lo pronto, el Gobierno impulsó la firma de un acuerdo entre petroleras y distribuidoras, que establece volúmenes de venta a cada gasífera y un precio de referencia que está vinculado a un sendero creciente de precios elaborado por el Ministerio de Energía. Según ese esquema, el valor de venta para distros será a partir del 1 de enero de u$s 4,19 por millón de BTU. Esa cifra trepará hasta los u$s 4,68 en abril de 2018, con la nueva recomposición tarifaria. Y está previsto que llegue hasta los u$s 6,80 en octubre de 2019.

¿Considerás que ese precio podría replicarse para las industrias o se limitará únicamente para las distribuidoras?

Si uno ve la estructura de precios de muchos países, todos tienden a tener precios para la industria que reflejan los costos de la infraestructura que se precisa para proveer a la industria y un precio para los hogares que refleja sus propios costos, que son mayores. Entiendo que el precio de u$s 6,80 por MMBTU está vinculado con el precio de la distribuidora para el usuario final. Si ese precio se replicara para la industria, no sería muy competitivo, como tampoco lo sería que arbitraran la generación de energía eléctrica con ese mismo importe. En cualquier caso, no sería muy lógico que eso sucediera.

¿Cómo evolucionará el precio promedio del gas en los próximos años?

En 2020, con las perspectivas que existen en la actualidad, es probable que la Argentina pueda producir gas a un costo de u$s 3. Con la infraestructura desplegada y la inversión inicial ya en marcha, es factible conseguir ese costo. En base a eso, hay que imaginar cómo se comportarán los precios. En ese sentido, ahí podría haber un primer escalón para consumidores industriales y generadoras eléctricas. Estas últimas van a ser los mayores consumidores de gas de la Argentina y es probable que consigan precios muy competitivos. ×


El tren a Vaca Muerta, por etapas

Uno de los proyectos icónicos de Vaca Muerta es la construcción de un tren hasta la localidad neuquina de Añelo, puerta de acceso al play no convencional. El Gobierno e YPF, junto con otras petroleras, tienen el tema en agenda. Pero la falta de un líder de proyecto erosiona la consistencia de la megaobra, que contempla una inversión de u$s 530 millones para reactivar 700 kilómetros de vía del ferrocarril Roca Cargas desde Bahía Blanca hasta Neuquén. El proyecto aún no tiene fecha cierta de lanzamiento.

«En función de la incertidumbre que rodea el proyecto, creo que el desarrollo del ferrocarril hay que imaginárselo en un formato gradual. A mí me hubiera gustado que se sienten todos los jugadores, incluidas las autoridades provinciales y nacionales, y que especifiquen cómo se concretará la obra, qué rol tendría cada uno, quiénes aportarán el financiamiento, las garantías, quién será el off-taker. Pero no veo que se esté avanzando en ese camino. Por eso, una alternativa es imaginar cómo desarrollar el tren en cuotas, mejorando de a poco la infraestructura que ya existe, adquiriendo material rodante», detalla Martínez Álvarez, que realizó un máster en Management en la Universidad de Stanford.

El incremento amesetado –no explosivo– de la actividad en Vaca Muerta habilita un anclaje gradual. «Si el crecimiento fuese disruptivo y tuviésemos que mover 3 millones de toneladas de arena a través de la ciudad de Neuquén, sería inviable transportar el producto por vía terrestre. Pero mientras tengamos que mover 400.000 o 500.000 tal vez no sea tan urgente construir el tren porque la arena se puede seguir moviendo en camión», agrega.


 

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  1. Si Vaca Muerta no es tomada como un proyecto del país habremos desperdiciado una oportunidad enorme para transformarlo. El desarrollo de su potencial debe hacerse a partir de una visión exportadora la que, aunque pueda parecer equivocado a primera vista, nos permitirá tener energía limpia, firme, abundante y relativamente barata.

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