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EXCLUSIVO: ENTREVISTA CON EL REFERENTE ENERGÉTICO DE LA FUNDACIÓN MEDITERRÁNEA
Pourteau: “Lo esencial es el pragmatismo: queremos un sistema energético transparente, pero sin caer en modelos de libro que no funcionan”
Lun 18
septiembre 2023
18 septiembre 2023
Marcos Pourteau, referente energético de Melconian, detalló cuáles son las principales medidas del programa energético en el que trabaja Juntos por el Cambio. Generar las condiciones para desbloquear el potencial del sector energético, en especial de Vaca Muerta, una de las claves. Cuál será el rol de Cammesa en el sector eléctrico en caso de que Bullrich llegue al poder. Cómo será el armado de YPF.
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Pragmatismo, sustentabilidad macroeconómica, visión integral, gestión de objetivos en conflicto, recomposición de precios relativos. Son conceptos ordenadores que se repiten en distintos pasajes de la entrevista con Marcos Pourteau, referente energético de Carlos Melconian, quien será ministro de Economía a partir de diciembre si Patricia Bullrich se impone en la carrera presidencial.

Dentro de ese armado, Pourteau conversó en exclusiva con EconoJournal para dar a conocer los principales lineamientos del programa energético en el que trabaja el equipo económico de Juntos por el Cambio. El ex subsecretario de Hidrocarburos es la persona de confianza de Melconian en materia de energía y reporta a la primera línea de la Fundación Mediterránea integrada por Rodolfo Santángelo, Enrique Szewach y Daniel Artana. La coordinación es una fortaleza de esa estructura que conforman más de 70 economistas. Pourteau destaca que se trabaja en el diseño de un plan sobre la base del realismo político-económico sin lugar para fantasías ni recetas mágicas.

El propio Szewach lo definió con estas palabras: “Estamos trabajando en un programa integral, cuya base es otra política fiscal, otras reglas para el sector privado, y una profunda reforma del Estado”.

“En ese sentido, el sector energético es parte del programa de estabilización, porque hay que redefinir el sistema de precios relativos, antes de instrumentar la estabilización. Allí entra, obviamente, el precio de los servicios públicos, los precios de los combustibles y previamente, el régimen cambiario y la política cambiaria. Es por eso que, en materia de precios relativos y estabilización el sector es clave”, advirtió.

Enrique Szewach

En esa misma clave, a lo largo de los casi 50 minutos en que se extendió la entrevista con EconoJournal, Pourteau desgrana el diagnóstico de cada uno de los segmentos que integra la industria energética y avanza también sobre qué medidas incluye el programa de Juntos por el Cambio para encarar cada uno de esos desafíos. “El objetivo central es generar las condiciones para poder desbloquear el potencial del sector energético, en especial de Vaca Muerta”, explicó Pourteau, que adelanta que en caso de llegar al gobierno deberá sumar varios profesionales para reconstruir la línea técnica del Estado, empresas públicas y organismos descentralizados, que se pauperizó de forma significativa durante los últimos 20 años.   

Foto: Daniela Damelio.

“Antes de empezar déjame decirte que este programa sobre el que estamos trabajando se enmarca en el trabajo en equipo y un consenso sobre el sector al que llegaron las fundaciones que conforman JxC. También estamos convocando a todos los especialistas del sector que trabajaron con distintos referentes para escucharlos y sumarlos a este esfuerzo», aclaró Pourteau.

Terminar con el desacople de precios del petróleo

A entender del especialista, ninguna de las versiones de un esquema de ‘barril criollo’ —como la que está hoy vigente con un precio del crudo Medanito de 56 dólares frente un Brent que supera los US$ 90— permitirá traccionar el ingreso de capitales desde el exterior con vistas a incrementar la producción desde Vaca Muerta. Se seguirán reinvirtiendo los flujos generados por el negocio actual —que están atrapados por el cepo cambiario—, pero no se traerán nuevos dólares al país.

Pourteau analizó el escenario en estos términos: “Nosotros creemos que hay que ir a un precio único (del petróleo). Es algo que Carlos (Melconian) repite todo el tiempo cuando habla volver a la tabla del dos. El objetivo es contar con un precio único para el mercado interno y también para el de exportación. Es la única forma de lograr el desarrollo. Sin intervención del Estado, los valores deben estar en línea con la paridad de exportación. Hoy, el precio doméstico está lejos del internacional (la brecha es del 40%). Hay que ver dónde lo dejan de acá a fin de año (en función de cuánto se extienda el congelamiento de los combustibles), pero el objetivo es ese, y en función de dónde dejen el precio, el desafío será en cuánto tiempo vamos a poder llevar el precio local a la paridad de exportación. Para nosotros es claro que ese proceso tiene ser que rápido, porque es la única forma es destrabar el potencial de Vaca Muerta y por potencial me refiero a poder producir un millón de barriles y lograr, a mediano plazo, un sector que exporte 30.000 millones de dólares”.

Cuando dice que la convergencia de precios será rápida, ¿en qué tiempos está pensando?

Pourteau: No lo sabemos aún, lo vamos a saber recién cuando conozcamos el punto de arranque. Lo central es encarar un trabajo en conjunto con el equipo de macroeconomistas que lidera Carlos, que analizan los desafíos de todo el sistema. Pero lo que te puedo decir es que, para nosotros, rápido es rápido. Será cuestión de meses, no estamos hablando de años.

¿Se apuntará también a recuperar la carga impositiva que grava la venta de combustibles? Porque este gobierno atrasó sistemáticamente el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL).

Esta administración está dejando, de manera muy irresponsable, los impuestos a los combustibles muy atrasados. Tenemos que buscar el equilibrio, porque por un lado debemos buscar la reducción de déficit fiscal (mediante una actualización del ICL) y por el otro, tenemos un gran desafío porque todo cambio de precios relativos impacta en una sociedad que hoy está muy castigada. Bueno, ese equilibrio general es el que hay que conseguir entre lo que quiere el sector, lo que necesita la macro y lo que se puede hacer en la realidad con un plan serio, ejecutable, sin caer en fantasías.

Debido al fuerte atraso impositivo, ¿existe la posibilidad de reformular el instrumento con el que se grava el expendio de naftas y gasoil? ¿O reducir la alícuota?

El impuesto a los combustibles es un impuesto eficiente, ataca externalidades negativas. Nuestro modelo es el latinoamericano o europeo de altos impuestos a los combustibles. Con altos me refiero a los que existían antes del atraso en que recayó el gobierno.

De vuelta, ahí compite el equilibrio general de reducción del déficit fiscal con la sustentabilidad del proceso de convergencia de precios.

¿Tiene sentido pensar en algún fondo de estabilización contra-estacional de los precios de los combustibles?

El precio del petróleo es una variable volátil. Es muy difícil de anticipar para dónde va a ir. Hemos publicado un artículo sobre modelos de fondos de estabilización y su costo de operación en la región. Hay un primer problema porque cuando se anuncian este tipo de fondos de estabilización, lo que se termina buscando es que no suban los precios y eso no es viable. Lo que puede hacer un fondo es reducir la volatilidad.  Pero a nuestro entender esos fondos no generan mucho valor y pese a eso, eventualmente pueden tener un alto costo porque, por lo general, siempre la corrés de atrás y los impuestos de los combustibles siempre terminan atrasados. Por eso, hoy no estamos pensando en un fondo de estabilización para gestionar los precios de los combustibles.

El ejemplo más cercano es Chile, que viene quebrando el fondo de forma regular, por lo que el gobierno tiene que rescatarlo todo el tiempo con inyección de dinero propio. Aun así, todas las ideas van a ser evaluadas. Lo principal es la sustentabilidad y el éxito del proceso.

Durante sus intervenciones, reitera la importancia de no perder de vista la sostenibilidad e integralidad del programa. Pareciera que eso está por encima de un ideal o el diseño de instrumentos teóricos. ¿Es así?

Mirá, lo esencial para todos es el pragmatismo. Entender cómo funciona la realidad argentina. Tenemos que lograr que el sistema vaya hacia mecanismos más transparente, más fluidos, recuperar la inversión, pero sin tratar de ir a un modelo de libro que no funcionan en la práctica. Eso sí lo discutimos permanentemente. Te doy un ejemplo: la tarifa social. Todos los libros que discutís con economistas dicen que el subsidio debe ir directo al usuario. Y lo entendemos perfectamente. Lo hemos estudiado hace mil años. Pero cuando estás en la Argentina en 2023 y sabés que vas a tener un periodo de alta inflación, lo prioritario es la protección efectiva a los sectores vulnerables en una primera etapa. Esos sistemas de subsidio a la demanda son eficientes en un país estable.

Nosotros somos pragmáticos: una discusión de perfeccionamiento de la eficiencia del mecanismo de protección es una discusión secundaria. Lo prioritario es asegurar que el cambio de precios relativos se haga protegiendo a los que queremos proteger de una manera efectiva. Entonces, hoy, tratar de generar nuevas bases de datos de los mecanismos vigentes, subir nuevos usuarios a esas bases, sacar a otros, no tiene mucho sentido, porque en el camino corrés el riesgo enorme de no proteger a un montón de gente que debe ser protegida. Lo difícil es ir gestionando, de forma práctica, objetivos en conflicto. La integralidad del programa macroeconómico, que incluye a la energía, es uno de los aprendizajes de la gestión de Cambiemos.

¿A qué se refiere con esa expresión ‘objetivos en conflicto’?

Si uno quiere estabilizar, antes debe modificar los precios relativos lo más rápido posible. Pero obviamente eso entra en conflicto con el impacto sobre los ingresos o con exigencias legales provenientes de procesos anteriores (NdR: como el fallo de la Corte Suprema que frenó los aumentos tarifarios establecidos por el gobierno de Mauricio Macri y sentó jurisprudencia a futuro). Uno quiere ir lo más rápido posible, pero es importante que el proceso sea sustentable, porque si al final del día el proceso se traba, no tiene mucho sentido.

En materia de tarifas, lamentablemente este gobierno no aprendió de las lecciones del pasado reciente y volvió a atrasar las facturas de gas y electricidad. ¿Cómo se gestiona esa realidad?

La Argentina vive hace 20 años acostumbrada a no pagar la energía, salvo por un paréntesis desde el 2016 al 2018. Eso no pasa en Uruguay ni tampoco en Brasil o en Chile, que son países parecidos a nosotros con ingresos per cápita similares. Por delante, hay una discusión cultural que va a ser difícil, es un desafío enorme, pero inevitablemente hay que pagar las cosas lo que valen, siempre protegiendo a los usuarios vulnerables. Nosotros estamos pensando en distintos esquemas y vamos a ver cómo termina ese diseño porque entendemos la problemática que existe sobre tarifas, pero el objetivo final es que las facturas cubran los costos.

¿Cómo evalúa la situación del sector eléctrico, que es el que se lleva la mayor cantidad de subsidios del Estado?

A nivel global, el funcionamiento de los mercados de generación eléctrica está en discusión, incluso desde antes de la guerra en Ucrania. De hecho, Europa en su conjunto está debatiendo cómo va a cambiar el sistema, pero ya tiene en claro que lo va a cambiar. La pregunta es para dónde van a ir y qué tan profundo va a ser el cambio. Nosotros tenemos un sistema fragmentado completamente por las intervenciones del Estado que hubo en los últimos 20 años. La desventaja es que hay que ordenarlo, pero al mismo tiempo la ventaja es que, al estar fragmentado, se puede pensar en un ordenamiento estructural a futuro.

La clave para nosotros es mantener el mínimo costo de energía. En esa dirección, habrá que levantar una montaña de subsidios para lograr que los usuarios paguen el costo de la energía. El tema es que, si uno aumenta el costo de la energía por las medidas de diseño, está en el peor de los mundos. Lo central, entonces, es mantener el mínimo costo. Por caso, volver a las ’90 (NdR: se refiere a volver al esquema marginalista de precios aplicado en esa década) implica casi instantáneamente un crecimiento del costo de la energía del 30 o 40% (el costo monómico ronda los 75 dólares por MWh, por lo que pasaría a más de 100 US$/MWh). Ese costo incremental se sumaría a la montaña de subsidios que hay que desandar sin que eso genere ningún beneficio para el sistema. O, si querés, con beneficios teóricos, pero no prácticos.

Entonces, en lo concreto, tenemos que ver cómo darle más transparencia, más institucionalidad a lo que hay hoy, pero sin perder el beneficio de mantener el costo bajo del costo marginal.

¿La agenda eléctrica que se está discutiendo en el mundo contempla una mayor intervención del Estado?

Es algo que se venía discutiendo previamente a la invasión rusa sobre Ucrania, pero que, con el conflicto bélico, terminó cristalizando toda una discusión en torno a cómo asegurar el abastecimiento energético en Europa. Es un tema que requiere un desarrollo más extenso, pero básicamente arranca con el reconocimiento de que las inversiones en generación eléctrica no ocurren solamente por mercado, es decir, no funciona con un esquema netamente privado. En los 2000 se empieza a notar una subinversión en generación. Se empezó a verificar que la renta marginalista, que teóricamente era un incentivo para invertir en plantas de generación, no estaba logrando ese objetivo. ¿Por qué? Porque el riesgo era muy alto, la volatilidad era muy alta, la introducción de los renovables trajo más volatilidad todavía, entonces las empresas no estaban dispuestas a invertir con tanta incertidumbre hacia adelante. 

A raíz de eso, los países buscaron mecanismos alternativos para promover la inversión. Así nacieron distintas estructuras de planeamiento y se comenzaron a realizar licitaciones de contratos PPA de largo plazo para asegurar que las inversiones se concreten. Ese diseño le quita valor a la señal de precio y a ese marginalismo extremo para decirlo de alguna manera. 

Entonces, ¿qué sentido tiene tratar de volver a un mercado en que la señal de precio marginal pura empuje a la inversión cuando sabemos que eso no funciona? Lo que sí tenemos que hacer es encontrar un mecanismo institucionalizado que viabilice la expansión del sistema de generación y transmisión, que mire las necesidades a futuro, siempre buscando mayor seguridad energética y el mínimo costo del sistema. Es lo que está haciendo Chile o Brasil y también países europeos como Inglaterra o Bélgica. La idea es generar, y eso va a llevar tiempo, un mecanismo que institucionalice el proceso de forma transparente, con participación de todos los actores, tanto los privados como los públicos. A través de ese mecanismo se definiría qué cantidad de generación sumar y con qué características, para que luego la inversión sea toda por parte del sector privado. Tenemos que evitar lo que sucede hoy en día, cuando el secretario de turno define por su cuenta qué se va a licitar y en dónde. De esa discusión deberían participar los privados y debería realizarse de forma transparente.

En ese sentido, ¿cómo evalúa la realidad de Cammesa?

Cammesa tiene un equipo espectacular de profesionales. Está ejecutando de una forma muy profesional tanto la tarea que le fue originalmente asignada, como las que le fueron adosando con el paso de los años. Obviamente, esas tareas pueden ser mejoradas.

Lo primero que hay que hacer con Cammesa es garantizarle que haya continuidad de esos equipos, para lo cual es clave el recambio generacional, formar los nuevos cuadros con el mismo nivel de profesionalismo.

Después, sí, hay que racionalizar las funciones y tal vez para adelante vaya a haber algún cambio. Pero no es una prioridad porque eso no genera ningún valor en el corto plazo.  La prioridad en el corto plazo es bajar el costo de la energía y garantizar la factibilidad de éxito del proceso.

Como mencionáramos previamente, todos los temas los analizamos en profundidad poniendo al consumidor en el centro de la política de estado en materia energética, con una visión realista del sistema argentino y viendo lo que en la actualidad está realizando y discutiendo el mundo en la materia.

¿Y Enarsa?

Con Enarsa es más difícil. Hoy cuenta con la construcción demorada de las represas de Santa Cruz, que tardarán años en terminarse y eso es difícil de modificar. Hay cosas que son más fáciles de cambiar, como puede ser la intermediación en los precios de gas o la importación de GNL. Después, hay cosas que claramente hay que eliminar como la construcción de gasoductos, donde Enarsa no suma ningún valor agregado. Entonces, la empresa debe mantener las funciones donde genera valor y eliminar las que se puedan eliminar lo antes posible. Creo que no debería incrementar sus responsabilidades, debería reducirse y hay que ser muy pragmático en cómo hacerlo para no romper todo.

Volviendo a la discusión sobre precios del petróleo, ¿le preocupa que, a fines de 2024, si el nivel de la macroeconomía continúa desmejorando, se produzca un shock de la actividad en Vaca Muerta como el que se registró en noviembre y diciembre de 2019?

En esa oportunidad existió un disparador que fue una medida muy concreta (NdR: la pesificación por decreto del precio del petróleo). La verdad que hoy no vemos que algo así pueda suceder, pero lo que sucede con el precio del crudo es impredecible, al igual que lo que puede pasar de acá a fin de año en el país. Nosotros creemos que es factible realizar una transición rápida hacia precios arbitrados del petróleo que estén alineados con la paridad de exportación. Creemos que eso se puede hacer y eso debería sentar las bases para que empezar a ordenar el sector y proyectar una expansión significativa de la inversión en Vaca Muerta.

¿Qué rol le asignan en esa agenda a YPF, la petrolera controlada por el Estado?

YPF debe ser una compañía manejada por profesionales, esa es la base. Lo primero que hay que hacer con YPF es ordenarla, profesionalizarla y recuperar su valor. Lo importante es empezar a reconstruir una empresa que se maneje con un código profesional sin interferencia del Estado y con bajo nivel de politización.

¿Cree que hoy la empresa está demasiado politizada? 

Sí, hoy tiene un intervencionismo demasiado alto de la política. Te diría que hay una interferencia política que nunca habíamos tenido. En lo personal tengo un cariño enorme por YPF, es la compañía donde empecé a trabajar allá por 1995 ni bien recibido de la facultad. Por eso me molesta la degradación de la política. Más allá de eso, la gente que tiene sigue siendo espectacular, hay que volver a revalorizar y encontrar los talentos. Hay que darle a la empresa un liderazgo claro a partir de un modelo de conducción que definirá la Presidenta, el ministro o el gabinete, eso no lo sé.

¿Este esquema en que la política designa al presidente de YPF y el CEO es un técnico, está dando resultados o habría que buscar que ambos cargos estén concentrados en una misma persona?

Creo que la dualidad entre un presidente y CEO es una oportunidad para gestionar mejor la compañía, a fin de permitir mayor independencia al contar con alguien que articule con el accionista mayoritario y otro que conduzca y lidere la compañía. Creo que eso es valioso, aunque después dependa mucho de conseguir los individuos correctos e incluso tal vez distintos individuos requieran distintas estructuras, eso le definirán la Presidenta y el ministro de Economía. 

¿Que temas nos faltaron abordar en la entrevista?

Energía es un sector muy amplio y diverso, nos quedó la transición energética, fundamental para el futuro del sector, la eficiencia energética, el sector nuclear, infraestructura, lo entes reguladores, todos temas sobre los cuales estamos trabajando.

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