Federico Bernal estuvo cerca de trabajar en el gobierno de Mauricio Macri. Fue algo que él incluso buscó. El 11 de noviembre de 2015, pocos días antes de que se consume la previsible derrota electoral de Daniel Scioli en las elecciones presidenciales, firmó en su condición de presidente de OETEC un convenio con la compañía estatal Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) para promover el desarrollo de la energía nuclear.

Se trató de un acuerdo por dos años (hasta fines de 2017) por una cifra total de 3,3 millones de pesos (unos US$ 350.000 al tipo de cambio oficial de ese entonces), según el cual OETEC, el sello creado por Bernal para posicionarse en la agenda energética, se encargaría de gestionar a columnistas en medios de comunicación y a profesionales en el “área de tecnología nuclear” a fin de “desarrollar estrategias de cooperación y complementación entre NA-SA y OETEC orientadas al fortalecimiento del sector nuclear”.

NA-SA llegó a emitir una orden de pago bajo el número 4500089859 para solventar el “Plan Estratégico Cultura Pro-Nuclear”. Pero pocos meses después, en marzo de 2016, ya con Mauricio Macri en el poder, la nueva conducción de Nucleoeléctrica que respondía al subsecretario Julián Gadano objetó la conveniencia de realizar ese desembolso y ordenó discontinuar el convenio.

Bernal, sin embargo, envió una carta documento con la intención de cobrar los honorarios correspondientes a diciembre de 2015 y enero y febrero de 2016 —unos 30.000 dólares—, pero desistió cuando la gerencia de Contrataciones de NA-SA le pidió que acreditara la efectiva prestación de las actividades previstas en el convenio. No había tareas registradas. 

Trayectoria particular

El titular del Enargas fue el único funcionario del área energética del gobierno que estuvo presente el miércoles en la la primera conferencia de Sergio Massa como titular del Palacio de Hacienda. La identificación de Bernal, que en las próximas horas podría convertirse en el secretario de Energía en reemplazo de Darío Martínez, con el kirchnerismo es oblicua: llegó al espacio de la mano del ex ministro de Planificación, Julio De Vido, que financió la creación de OETEC como centro de difusión de artículos que defendían la línea oficial y al mismo tiempo, amedrentaban a periodísticos críticos con la gestión energética de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Bernal construyó una buena relación personal con la líder del Frente de Todos, un logro simbólico que jerarquizó su lugar en el Instituto Patria. 

Tras la victoria de Alberto Fernández, fue designado como interventor del Enargas, donde se movió con libertad para sumar, en plena pandemia y con las oficinas del organismo cerradas, casi 200 trabajadores el personal de planta del ente regulador. Con el paso de la gestión, tuvo cortocircuitos con la mayoría de los funcionarios de Energía que responden a la vicepresidenta de la Nación. En esa clave, su relación con el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, y con el titular de Enarsa, Agustín Gerez, no es buena.

Su llegada a la Secretaría de Energía, que podría oficializarse en las próximas horas, cuenta, paradójicamente, con sponsors empresariales de excelente relación con el flamante ministro de Economía. Por caso, cuenta con el respaldo de José Luis Manzano y Daniel Vila, dueños de Edenor y accionistas minoritarios de Metrogas, a quienes les causó una buena impresión por la manera en que resolvió un diferendo que involucraba a la consultora Pamar, controlada por Integra, el holding de empresarios mendocinos. No obstante, cerca de ese grupo negaron esa versión. “El puente de Bernal con Massa es Máximo (Kirchner)”, señalaron. En poco tiempo se empezará a dilucidar esa interrogante.