Entrevista a María Esperanza Casullo
Casullo sobre el conflicto en Neuquén: “Sería un error reprimir, esto requiere hacer política”
17 de abril
2021
17 abril 2021
En un reportaje a fondo, la politóloga neuquina analiza la trama del conflicto político que tiene frenado desde hace 10 días la actividad petrolera en Neuquén. Y anticipa que, si no hay acuerdo con los autoconvocados de salud en los próximos días, el gobierno nacional deberá involucrarse inevitablemente en la resolución de la disputa, que podría afectar incluso el abastecimiento de gas en los meses de frío.
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Comenzó como el malestar de algunos trabajadores de salud tras el acuerdo salarial firmado por ATE y UPCN el 26 de febrero y escaló a «conflicto político». Hoy Neuquén superó diez días de cortes de ruta consecutivos, padece desabastecimiento de combustibles y alimentos y la producción en Vaca Muerta está frenada. El gobernador Omar Gutiérrez, en tanto, nada ha dicho en más de 50 días de conflicto.

Para la docente y politóloga María Esperanza Casullo, la crisis tiene como desencadenante “30 años de desgaste del sector público en la provincia”, agravado por un contexto de pandemia donde la sociedad tendió a mirar (y apoyar) más a la salud. Casullo se posicionó en la escena nacional con su libro “¿Por qué funciona el populismo?” en el que visibiliza categorías y dinámicas que permiten interpretar el presente y pasado reciente de la Argentina.

Como neuquina, conoce a los actores políticos que participan del conflicto que tiene frenada desde hace 10 días la actividad petrolera en Neuquén, a punto tal que el secretario de Energía, Darío Martínez, admitió que “si el conflicto se extiende complicará la producción de gas para el invierno y el cumplimiento del Plan Gas Ar”, la iniciativa que puso en marcha el gobierno nacional para garantizar el abastecimiento del fluido en los meses de frío.

Aún así, en una entrevista con EconoJournal, Casullo advierte: “Si el gobierno decidiera pedir la intervención de fuerzas federales o liberar los cortes por la fuerza en el contexto del coronavirus habría una reacción adversa muy fuerte”, anticipó.

Durante el fin de semana, representantes de la gobernación provincial intentaron acercar posiciones conlos delegados de los sectores “autoconvocados” en una instancia de mediación convocada por el Ministerio Público Fiscal.

¿Lo analizás como un conflicto gremial, con sus correspondientes derivaciones, o tenemos que hablar de una crisis política?

Es un conflicto político. Es una crisis en el sentido de que ya, por las características, ha salido del ámbito sindical. Todavía no es una crisis política porque no ha habido involucramiento de otros actores por fuera de los representantes de los trabajadores y el gobierno. Aún no vi a los partidos de la oposición ni a la Justicia, más allá de esta postura rara del fiscal como mediador. Tampoco se ve hasta ahora un involucramiento del gobierno nacional, pero probablemente estas cosas tengan que suceder en la semana que viene porque no me parece que sea sostenible la dinámica así como se da con un contexto de colas en los surtidores, falta de combustible.

¿Se puede inscribir este conflicto dentro de la tradición protestas y movilizaciones que caracteriza a Neuquén?

Este es un conflicto muy en línea con la historia de salud. A mí me ponen un poco nerviosa algunas interpretaciones que he escuchado respecto de que es una interna de salud. Hay un componente que agrava este conflicto que es el hecho de la fragmentación sindical al interior de salud donde no hay un solo gremio con el que negociar como en educación, donde el único interlocutor es ATEN. Pero eso me parece bastante miope decirlo porque esto se inscribe en una historia de conflictos similares en Neuquén que comienzan en la década del 90 y que hablan de un malestar y una crisis más sistémica en Neuquén. De ninguna manera se podría decir que es un conflicto aislado o que responde solamente a una cuestión interna del sindicato. Hasta ahora, la diferencia es que, a los sucesivos gobiernos, en cada uno de estos conflictos la fragmentación les había ayudado y habían podido contenerlos al interior del sistema de salud. Lo que cambia hoy es el contexto de la pandemia. El acompañamiento y solidaridad social hacia los trabajadores de la salud es mucho mayor al de los ‘90 cuando se veía como un conflicto de salud que no impactaba a otros sectores de la sociedad. Hoy se está mirando mucho más a la salud, venimos de un año de aplausos a los médicos, entonces ese contexto está cambiando la dinámica del conflicto.

De todas maneras, este sector pareciera despertar una mayor simpatía de la sociedad, en general, a diferencia de lo que ocurre con las huelgas docentes, por ejemplo.

Paradójicamente, si se los estudia desde afuera, las huelgas docentes generan menos simpatía en la sociedad, pero para el sector docente resultan más eficaces. Neuquén es una de las provincias con mejores sueldos docentes en el país, lo cual no significa que sean exageradamente altos. Acá es clarísimo el hecho de que la sindicalización unificada en la provincia permite tener espaldas para llevar adelante, como ocurrió hace unos años, hasta 42 días de paro aún frente al enojo de la sociedad. Y se ganan esos conflictos o los docentes, al menos, tienen la capacidad de negociar paquetes salariales que son relativamente buenos. En el sector salud ocurría al revés, la sociedad reaccionaba con más simpatía, pero eso no hacía que terminara en una mejora de las condiciones salariales. También quiero hacer énfasis en que los reclamos no son solo salariales, tienen que ver con 30 años del desgaste del sector público de la provincia. Porque la manera de los ‘90 de manejar estas tensiones ha sido, un poco como en la educación, promover el surgimiento de las opciones privadas. Lo que pasa es que esto también explotó en la pandemia. Hay una situación donde se le pide mucho más al sector público, el sector piensa que no se le dan los recursos necesarios y además siente que hoy sí tiene el apoyo de la sociedad para sostener un conflicto más prolongado. Yo no entiendo esta negativa de no negociar con el sector salud. En esta coyuntura me parece que tiene más para perder el gobierno que el sector salud.

¿Qué responsabilidad le asignás al gobierno? ¿No haber tomado el reclamo a tiempo, haberlo negado al principio pensando que era algo que se iba a descomprimir?

Me parece que acá hubo una cuestión de sostenimiento de prácticas. Como los reclamos, hasta ahora, se descomprimían, y lo hacían porque los profesionales de salud tienen una salida que es irse del sistema público, pasar a ser part time, frente al cansancio y los malos sueldos. La situación se descomprimía sola, vía exit. El tema es que hubo un mal cálculo en pensar que esta situación se iba a ir descomprimiendo sola y no se vio el contexto de pandemia, que para mí lo cambia todo. Es muy difícil. También es cierto que el gobierno está presionado en muchos frentes. Es un año de pocos recursos fiscales, de aumento inflacionario, no es fácil encontrar los recursos para dar respuesta a estos reclamos. Pero el gobierno quedó preso de esa lógica y también hubo una falla de cálculo del sindicato estatal y de pensar que es un sector que no tiene representación gremial. Es cierto, pero tiene una historia de movilización y que representa a una parte de los trabajadores de salud de Neuquén.

¿Dónde ves el rol del gobierno nacional y de la política nacional? ¿Debería involucrarse más?

Esa es la incógnita que, para mí, tiene que verse en las próximas semanas. Tampoco es una cuestión aislada de Neuquén. Hay paro en Córdoba, los trabajadores de salud de Río Negro anunciaron que también van a hacer cortes, hubo una serie de movilizaciones y paro de trabajadores de Buenos Aires. Esto alerta que no es un capricho sino que tiene que ver con una crisis del sistema de salud. Nadie se ha metido con el sistema de salud desde la década del 70 e involucra una serie de malas decisiones y una inercia. Lo que vemos es que la salud pública está desfinanciada, agotada, se han canalizado recursos al sistema privado que, en el contexto de la emergencia, tampoco han demostrado poder dar abasto. Tiene que entenderse como una crisis sistémica nacional, sino se van a seguir generando focos en las provincias. En el caso de Neuquén, más claramente aún porque los cortes afectan la producción de hidrocarburos y de gas necesaria para llegar con buen nivel al invierno. Pienso que en algún momento va a tener que venir, por lo menos, un llamado de teléfono para decir ‘resuelvan esto’.

El momento álgido de los conflictos en la provincia, y 2007 en esto fue paradigmático, solía ser un corte en Arroyito que frenaba un éxodo turístico. Hoy pareciera que se trasladó a los yacimientos y las rutas petroleras. ¿Ves un cambio ahí, se ha encontrado un lugar de presión más grande?

Si, sobre todo en el contexto de la pandemia donde el turismo no es una actividad económica central. Resulta más clave cortar los accesos a la ruta del petróleo. No es que solo lo hagan profesionales de salud, lo hacen los ceramistas de Zanon, los desocupados. Estas cosas tienen que ver con los repertorios de protesta de Neuquén, aprendidos de forma muy fuerte históricamente. Para cortar una ruta, tenés que cortar una que moleste. Ahí también estás metiendo otros jugadores, a las empresas petroleras, al gobierno nacional, a los funcionarios de Energía, y le das una dimensión nacional al reclamo. Creo que lo primero que tendría que suceder es que el gobierno no apueste a que esto se disgregue solo. Esto requiere hacer política, hacer una mesa de negociación y negociar como se hace con otros actores sindicales.

¿La actividad o la industria hidrocarburífera termina configurando una pata más del gobierno, un adversario?

Esa es otra cuestión interesante y una problemática específica, no solo de Neuquén, sino de las provincias patagónicas. Los gobiernos se ven a sí mismos como facilitadores de la industria hidrocarburífera. Claro, el tema es cuando los procesos de protesta social se dan utilizando como escenario estos lugares de explotación. Ahí los gobiernos aparecen como garantes de su funcionamiento normal. Esto tiene para mí matices peligrosos. Sobisch reprimió el corte en 2007 en el que asesinan a Carlos Fuentealba después de que la cámara de comercio (Acipan) pidiera el desalojo. Ahora veo un grado de queja menor. Escuchando las radios que, en general en Neuquén son bastante anti protestas, todos los comentarios decían ‘los cortes están mal, pero quiero dejar en claro que apoyo a los médicos’. Sería un error estratégico para mí que se intentara reprimir. He escuchado versiones sobre pedir que intervenga gendarmería y para mí sería un error muy fuerte porque, aunque hay una queja, si el gobierno decidiera pedir la intervención de fuerzas federales o liberar los cortes por la fuerza en el contexto del coronavirus habría una reacción adversa muy fuerte.

¿La estrategia del gobernador Omar Gutiérrez de no salir a hacer un fronting del conflicto es acertada?

La discusión no creo que sea hablar o no hablar. Tiene que ser abrir un proceso institucional de negociación con estos actores y responder algunas de sus demandas. Aparece como cierto empecinamiento en no negociar cuando hace tres meses se cerró la paritaria con ATEN, con otros gremios, ¿por qué sería diferente en este caso?

Dos años en general son un mundo en Argentina, más en un contexto de pandemia. Pero, si se resuelve el conflicto, ¿qué pasa con la imagen de la gobernación? ¿Pensás que tiene tiempo para dar vuelta la agenda y salir de esto con otra aprobación?

Sí, tiene tiempo, falta mucho para las próximas elecciones. También Neuquén es una provincia que tiene conflictos sindicales con frecuencia. No recuerdo el último gran paro de docente, pero no tuvo efecto, no es que no volvió el MPN a ganar elecciones. Esto está muy situado en el contexto de la pandemia. Lo más importante es que se resuelva y que pase la segunda ola lo mejor posible. El gobierno también tiene éxitos para mostrar, el plan de vacunación es bueno, Neuquén es de las provincias que más rápido viene aplicando las dosis. Creo que no hay que llevar adelante posturas tremendistas de que esto va a ser un colapso o que va a amenazar la gobernabilidad, siempre y cuando se abra un camino de negociación.

¿Y salpicar las elecciones nacionales?

Tienen como una dinámica muy propia y uno ve bastante reticencia de otros partidos a meterse. No hay uno que esté haciendo una gran plataforma intentando subirse al conflicto del sector salud. Depende de cuánto tarde en resolverse, pero la gente no tiene puesta la cabeza en las elecciones para nada.

Por fuera de lo político, ¿tiempo para reordenar el sistema y estar preparados para la segunda ola hay?

Eso es ya más ajustado. Neuquén está en una situación complicada porque es una provincia donde cayó la actividad económica, una en donde más subió la pobreza e indigencia. Es difícil la decisión de si se cierra más o menos. También es cierto que pareció que con la apertura turística parecía que se prendía fuego, pero no colapsó el sistema. No me gustaría ser quien tuviera que tomar ese tipo de decisiones, es un momento absolutamente crítico. Pero la prioridad debe ser ajustar el sistema de salud para el segundo pico y desarrollar lo que sea necesario para sostener a la sociedad neuquina y a los más vulnerables en caso de que hubiera que avanzar sobre la actividad económica.

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