El gobierno elaboró para la audiencia pública del 12 de mayo, donde expuso su propuesta de segmentación tarifaria, un documento en el que buscó demostrar por qué el esquema actual de subsidios tiene un sesgo pro-rico. El texto fue preparado por el subsecretario de Planeamiento Energético Santiago López Osornio, el hombre designado por el ministro de Economía Martín Guzmán para diseñar el esquema que ahora se buscará implementar. EconoJournal repasa aquí los principales argumentos.
Sesgo pro-ricos
El documento advierte que si bien el consumo de electricidad y gas natural crece con los deciles de ingresos, el gasto en energía con relación al ingreso del hogares es sustancialmente más alto para los hogares más pobres. Por ejemplo, en el caso de la electricidad el decil más pobre destinó el año pasado el 8,9% de su ingreso a pagar las facturas de luz y gas, mientras que el decil de mayores ingresos apenas el 0,9%. La misma situación se observa con el gasto destinado a la factura del gas: el 10% más pobre desembolsa el 18,5% de su ingreso y el 10% más rico solo el 0,9%. “El peso que estos subsidios tienen como porcentaje del ingreso total familiar sugiere que la eliminación de los subsidios en los deciles de altos ingresos no tendría un impacto significativo en el ingreso disponible en estos sectores”, concluye el documento elaborado por Economía.
El documento advierte luego que los ingresos de la Encuesta Permanente de Hogares pueden estar subdeclarados y, por lo tanto, sobreestimar el indicador de subsidios como porcentaje de los ingresos en los deciles más altos. A raíz de ello, se comparó la masa de subsidios recibida por hogar con el ingreso total del hogar para el año, y se obtuvo que la proporción de subsidios sobre el ingreso es mayor para el caso de la electricidad (intervalo decil 1:15,4% – decil 10: 1,5%) que para el gas natural (intervalo decil 1: 6,14% – decil 10: 0,72%).
Economía considera que incluir a los sectores de mayores recursos dentro de la política de subsidios energéticos constituye un error porque “deteriora la eficacia del gasto público y la calidad de sus impactos”. Además, advierten que “generan distorsiones y externalidades negativas en el sector energético como el exceso de consumo de un recurso que no es percibido como escaso”.
“Los esfuerzos por minimizar los errores de inclusión, resguardando la asequibilidad del servicio por parte de las grandes mayorías, mejorará la calidad de los efectos sociales de los subsidios energéticos. La mejora en la definición de los destinatarios de la política minimizará los efectos no deseados sobre otros aspectos socioeconómicos y ambientales”, remarcan.
Impacto en la balanza comercial
López Osornio sostiene además que el sesgo pro-rico de los subsidios energéticos favorecen un uso poco eficiente de la energía ya que los sectores de mayores ingresos terminan consumiendo por encima de sus necesidades. En el caso argentino, esa mayor demanda no logra cubrirse con producción local sino que requiere de importación de gas natural de Bolivia, gas natural licuado y otros combustibles líquidos con el consiguiente impacto en la balanza comercial. “El intercambio energético argentino con el resto del mundo es deficitario de manera persistente desde 2011. Con vaivenes, y pese al incremento de la producción de la cuenca neuquina, las importaciones de combustibles se han sostenido por encima de las exportaciones”, remarca el documento.
Impacto en el medioambiente
Economía remarca que el consumo ineficiente de energía produce además mayores emisiones de gases efecto invernadero, debido a que las fuentes de energía libre de emisiones no alcanzan a abastecer la totalidad de lo demandado, lo cual atenta no sólo contra el ambiente, sino también contra los compromisos internacionales del país en el marco del Acuerdo de París
“En la medida que nuestra matriz energética se encuentre fuertemente ligada al uso de hidrocarburos como combustibles, los subsidios energéticos pueden elevar las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del ambiente. Para el caso argentino, esta situación se ve agravada ya que usualmente nuestra generación termoeléctrica se abastece de gas natural, pero ante incrementos de demanda, el margen se cubre con combustibles más contaminantes, como es el caso del fuel oil y el gas oil”, destaca López Osornio.