Por Vicente Serra Marchese 

El 16 de septiembre de 2019 debí comenzar por un triste episodio que es más común de lo que parece. Caminaba por Balcarce  hacia la dirección de la Secretaría de Gobierno de Energía para ver una serie de expedientes, a 5 minutos de la puerta de recepción un hombre de unos 75 años estaba encorvado parado y mirando hacia el piso, mucha gente pasaba en su alrededor sin prestar atención, yo también lo sobrepase, pero mi intuición y experiencia produjo un reflejo en mi mente que retrotrajo mis pasos. Justo cuando estaba cayendo al piso mi mano fuerte pudo evitar la caída, pregunté cómo se sentía “me siento mareado” respondió el hombre y con llanto en los ojos, trató de explicarme balbuceando que venía de la Anses donde le habían comunicado que ya no era un sujeto de crédito por tener una edad avanzada. Tomado de un brazo traspasamos la puerta del portón, lo senté en uno sillones que hay cerca de la mesa de entrada del edificio. Me acerqué al agente de policía que siempre está de guardia y le pedí que llamara a un médico del edificio que posiblemente tenía baja presión, tomé su pulso y era casi imperceptible. Entre los dos lo asistimos, en un momento, sacó unos papeles donde constaba el informe del Anses, lo que me había dicho previamente. Los leí por cortesía, decía que para la Anses no era sujeto de crédito por edad avanzada y estaba el recibo de su jubilación por $9.614  bruto con un descuento de $793. Le pregunté para qué quería el préstamo y la respuesta fue como una bofetada de impotencia, tanto para mí como para el agente que no podíamos salir del asombro. Estaba pidiendo un préstamo para poder comprar más comida, hacía cuatro días que no comía nada. Buena gente, los jóvenes que estaban del otro lado del mostrador me alcanzaron un sándwich y una bebida. Me preguntaba si en la antesala de una empresa privada hubiese pasado lo mismo o ni siquiera me hubiesen dejado entrar.  

¿Que tendrá que ver esto con Vaca Muerta  y los Renovables? Pues mucho, para la Fórmula Fernández-Fernández Vaca Muerta requerirá de una ley especial para su desarrollo para ser potenciada volviendo al esquema del Plan Gas (¿US$ 7,5 /MMBTU?), mientras que para la Fórmula Macri-Pichetto está claro que la mayor significancia de Vaca Muerta viene de la mano de un precio sostén de gas en boca de pozo que tiene que tener su correlato en las tarifas que pagarían los usuarios e incluso los usuarios extranjeros.

En lo que refiere a la propuesta de Alberto Fernández, si el objetivo es congelar las tarifas, resulta una inconsistencia pretender desarrollo de Vaca Muerta ya que para ello se requiere un precio sostenible. ¿De asignarse un precio sostenible se pretenderá la asignación de un subsidio? Muchos referentes del Frente de Todos piensan que debe haber subsidios a la producción del gas de Vaca Muerta para su desarrollo. Se posicionan en el hecho de que pesificar las tarifas es consistente con el argumento de que los intercambios comerciales se hacen en pesos y las tarifas y pagos a los productores deberían ser en pesos, pero disociarse de los vaivenes internacionales, resulta incomprensible si se quiere desarrollar Vaca Muerta. Los combustibles están regidos por el precio de los commodities y no se puede pretender que vengan inversores extranjeros si luego no pueden repatriar su renta. Además, es un error creer que los subsidios no los paga nadie, como si el Estado fuera una sociedad de beneficencia  que fabrica dinero de la nada o desconociendo que los fondos se obtienen de la recaudación de impuestos o de los pocos ahorros de los que pueden disponer la mayoría de los argentinos.

En el caso de los renovables, el panorama es similar. De continuar un gobierno bajo el signo Macri-Pichetto continuarán los beneficios fiscales para los emprendimientos, que no es otra cosa que un subsidio indirecto, donde se resignan ingresos fiscales futuros que como ciudadanos estaremos compensando con el pago de nuestros impuestos.

Acá vemos la contracara de las políticas cíclicas de corto plazo. Se promovió una ley de recursos renovables con la participación de todos los sectores políticos para bajar el consumo de hidrocarburos, pero al mismo tiempo se promueve la producción de shale oil y gas donde se necesita escala y se impulsa la construcción de 2000 km de gasoductos  para consumir el gas de Vaca Muerta. Es una incongruencia total promover dos fuentes de energía con la misma demanda y encima deprimida por pérdida de valor adquisitivo.

Aquí es donde las puntas se juntan y se observa lo que se relató al comienzo de esta nota, donde se da una retroalimentación positiva (en electrónica es una amplificación de una señal que se expande asimismo sin limitación), es decir un circulo invirtuoso que se expande constantemente como si fuese una nebulosa que se va esparciendo y que escapa hacia la nada, fuera de la atracción de la de la estrella que la creó (crecimiento de la pobreza y brecha entre los costos de los bienes y servicios para consumo interno y el precio factible para mantener la oferta). Mientras esto sucede,  la política aislada de estos eventos, se consolida como una supernova  que se va convirtiendo en un agujero negro absorbiendo todos los recursos disponibles para su usufructo y supervivencia como tal.

Desde un lugar distinto al de los bolsillos de los argentinos donde se promueve que hay que ponerles plata para estimular el consumo y así reactivar la oferta, sugiero leer un axioma de Roberto Cachanosky, detallado un artículo que publicó en La Nación, que es la falacia de la ventana rota. Allí muestra por el absurdo, que la destrucción de bienes  no es la forma de generar riqueza. Si un chico, le hizo un bien a la economía rompiendo la vidriera con un ladrillo, poniendo plata en el bolsillo del vidriero, entonces, choquemos los autos para darles trabajo a los chapistas y mecánicos. Podemos romper los semáforos para que los fabricantes de semáforos ganen más plata o demoler nuestras casas para que la construcción florezca. Todo esto se conjuga en una sola cosa, que la política no ha podido direccionar los recursos hacia donde se genera valor sustentable en el tiempo. Direccionar recursos hacia sectores competitivos entre sí, que requieren de capital intensivo externo y generan escaso uso de mano de obra  forma parte de la grandilocuencia de la política para la tribuna. 

Los países que hoy se distancian de aquellos que intercambian comercialmente solo recursos primarios son aquellos que invierten en educación e innovación, no solo tecnológica sino también social. La solución de la argentina pasa por salir de la hidrocefalia que es el Área Metropolitana de Buenos Aires y que absorbe los recursos del resto del país, recomponiendo la materia gris a gran escala para los trabajos que vienen y deben afianzarse en nuestro despoblado territorio.

El problema básico de la Argentina y por la cual no podemos salir de este atolladero son seis tópicos:

1. Seguir creyendo que con la industrialización vamos a solucionar el problema de la falta de empleo. Es un concepto del pasado dado que hoy cualquier emprendimiento industrial es de capital intensivo automatizado y robotizado, con lo cual requiere gente capacitada en software, sistemas neuronales y robóticos. Cuando uno analiza alguna matriz de insumo producto se da cuenta que la incidencia de la mano de obra sobre los valores básicos primarios por cada bien terminado, es de aproximadamente el 6%.
2. Pretender que nuestras pymes o más aún, las líneas blancas sean competitivas al mismo tiempo que lo hacen los chinos o los coreanos, donde fabrican para más de 400 millones de habitantes en el planeta. Solo desde la innovación se pueda lograr una matriz de producción para tener una vanguardia que nos distinga, pero para ello se requiere mucha investigación y desarrollo.
3. Estructura impositiva. ¿Cómo poder competir contra un producto extranjero si la carga impositiva en el producto tiene más del 60%? Por ejemplo, pagar 35% de impuesto a las ganancias cuando un paraguayo un chileno pagan una alícuota inferior al 17%. Las cargas patronales del 24 %, los ingresos brutos en la cadena de valor en forma acumulativa una sobre otra. Según el índice «Total Tax and Contribution Rate» Argentina tiene 106%, sumando impuestos nacionales, provinciales y municipales, mientras que Chile es de 33%, en Uruguay de 41,80% y en Brasil de 68,40%.
4. El trabajo debe ser genuino y estar vinculado con la agroindustria y la prestación de servicios de infraestructura, que son las que mayor cantidad de mano de obra medianamente calificada demandan, mal que les pese a muchos de los sindican al campo como uno de los males que no ayudan al país.
5. El valor de la energía no puede dejar de estar dolarizada lamentablemente. Ello es porque los bienes e insumos para la producción están dolarizados, por provenir la mayoría del extranjero. Muy poco es lo que puede producir sin que tenga un componente extranjero. Vivir con lo nuestro, quedó en el siglo pasado salvo que sigamos involucionando y volvamos a sistemas de producción de antaño, que demandarán más mano de obra pero seguramente resultarán anticuados, ineficientes y muy caros.  Aún la producción de cierto tipo de maquinarias requiere de hierro cuyo precio se cotiza internacionalmente.
6. Los ingresos netos per cápita de las personas que circulan a pie son insuficientes. Alguien con el mínimo vital y móvil (incluido el costo de un alquiler) tendría que estar en condiciones de pagar todos los servicios necesarios a los valores que cuesta producirlos sin ninguna especie de subsidios. Los bienes y servicios tienen que valer por lo que cuestan y/o por el costo de oportunidad por la satisfacción que les brindan a los consumidores.