Era uno de los estrategas. Uno de «mis otros ojos e inteligencia» con los que Mauricio Macri intentó coordinar al «mejor equipo de los últimos 50 años». Pero, para continuar con las metáforas presidenciales, «pasaron cosas». La montaña rusa en la que se convirtió 2018 despidió a varios funcionarios de la formación. Entre ellos, Juan José Aranguren, ministro de Energía y Minería, renunciado en junio. Y, algunos meses después, fue el turno de su reemplazante, el ya degradado a secretario del área, Javier Iguacel. Sorprendió tanto la salida de Iguacel –creyente como pocos en los postulados del PRO– como el nombre de su sucesor. A diferencia de ellos, Gustavo Lopetegui carece de experiencia en el sector energético. Entre sus antecedentes, además de un paso como ministro de la Producción bonaerense durante la primera gobernación de Felipe Solá, fue consultor (McKinsey), CEO de una aerolínea (LAN Argentina) y fundó un supermercado (Eki) y una empresa láctea (Pampa Cheese).No es su único desafío. Por motivos personales, cultivó absoluto perfil bajo desde el 10 de diciembre de 2015. Ahora, no obstante, ocupa una cartera que, por relevancia propia, lo expone inevitablemente ante el foco público. Más en su caso: se ve obligado a predicar –sobre todo, entre inversores– que su llegada al cargo no representó el sacrificio de políticas de mediano y largo plazo en el altar de la urgencia fiscal del corto. En particular, los incentivos para el desarrollo de Vaca Muerta, conflicto aún abierto al cierre de esta edición de TRAMA.Razón por la cual Lopetegui estuvo en Houston junto al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. En un alto de esa gira, accedió a dialogar conTRAMA, en lo que es su primera entrevista on the record no sólo como secretario de Energía; también, desde que es funcionario de la Administración Macri.
Si piensa en su agenda de acá a diciembre, ¿qué lugar le asigna a cada tema que tiene en mente?
—El mercado del petróleo está mucho más ordenado, mucho más simple. El único desafío es político: hay que mantener alineados los precios del mercado interno con lo que vale el Brent, multiplicado por el valor del dólar. En un momento como éste, de dificultad para bajar la inflación, es un desafío. Pero estamos cerca. Hoy no tenemos los desvíos que hubo en algunos momentos del año pasado (NdR: la entrevista se realizó antes de la escalada del dólar a fines de marzo). Desde noviembre, cuando se empiece a llenar un barco de light oil para exportar, se termina la discusión de cuánto es el export parity, a partir de que sobra petróleo todos los meses.
¿Cómo se determinará quién va a exportar?
—PAE e YPF compran el 80% y no exportarán porque les conviene usar su propio petróleo. Resta el 20% que se vende a YPF y PAE, y lo que se vende a Raízen. Hoy conviene exportar todo. Si mantengo un 50/50, es por la relación que poseo con la nómina y con los clientes. No puedo dejar de venderles porque hoy me conviene exportar. Pero, dentro de dos años, cambia el tipo de cambio real y saco más del mercado interno. Siempre se hace un promedio. El problema surge si el Brent y el dólar siguen subiendo. Porque, de esa forma, retroalimentamos la inflación con el precio de la nafta.
¿Qué se puede hacer ahí?
—Lo que hicimos. Hace un año, el impuesto dejó de ser ad valorem. Con lo cual establecimos un colchón. Si uno ve cuánto pesan los impuestos sobre el total del precio de la nafta o del gasoil, es bastante menor, y eso estamos bancándolo nosotros con costo final. Lo que podemos hacer es esperar que el Brent no siga subiendo. Hoy, en petróleo, no hay agenda urgente ni tema estructural por resolver. Incluso ni en el siguiente período, diría.
¿Y en gas?
—Lo que hicimos con Bolivia fue importante. Quitamos la espada de Damocles de 7/8 millones de metros cúbicos (m3). Nos ahorramos bastante dinero y dejamos el campo clarificado para los próximos dos años. El MEGSA (NdR: Mercado Electrónico de Gas) fue positivo, aun, con un montón de cosas por mejorar. Es probable que hagamos licitaciones mensuales. Por primera vez, estamos teniendo un precio interno que refleja las condiciones de mercado.
¿A partir de cuándo se realizarán las licitaciones?
—Ya. Estamos pensando en empezar pronto porque el volumen que las distribuidoras presentaron no quedó contratado y, ahora, lo tienen que hacer con contrato. Hay una variedad. Algunas presentaron contratos que, junto con lo del MEGSA, cubren el 100%. Otras llegan al 70%. Entonces, se pueden hacer licitaciones para seguir completando ese volumen y que quede un marginal en el spot para cubrir el diferencial de temperatura.
¿Qué función jugará IEASA?
—IEASA banca el subsidio a la Patagonia. Y eso ya es una manera contable de ordenar. La Patagonia va a pagar u$s 2 por millón de BTU. Es decir, falta un rato largo.Entonces, Bolivia, MEGSA y cerrar la Resolución 46 fueron pasos importantes. También lo es la cuestión del gasoducto. Lo del RIG (NdR: el programa de Reemplazo de Importaciones de Gas) es un complemento que sirve y les interesará a todos los productores. Será un éxito porque es gratis para ellos. No pierden nada con presentarse, teniendo en cuenta que algún cliente te comprará por cuatro años a precio de LNG menos algo. Si hay competencia de verdad, veremos si ese «menos algo» es 1% o 10%.
Eso puede sorprender.
—Creo que adjudicaremos los 12 millones de m3. No sé cuánto valdrá el equis. Recortamos las bases. Pusimos -2,5%; -5%; -7,5% y -10%. Ya hay un ahorro fiscal con el precio base.
El método McKinsey
Habla suave, con una voz amable pero, a la vez, contundente y segura en sus afirmaciones. Como secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Lopetegui se ganó fama de duro. La punta más filosa del tridente que constituyó en la jefatura de Gabinete con Marcos Peña y Mario Quintana, de quien el hoy secretario de Energía fue compañero de trabajo, socio y, sobre todo, amigo. «Si se tienen que fundir, que lo hagan», cuentan que se le escuchó decir más de una vez, cada vez que algún lobby empresario advertía acerca del efecto que en determinado sector podía tener alguna medida gestada en su Excel.No parece ser, sin embargo, la actitud con la que cruzó la calle Hipólito Yrigoyen, desde la Casa Rosada hasta su actual despacho. Hombre formado en McKinsey, a fin de cuentas, tiene la impronta de La Firma, como se identifica en Wall Street a esa consultora: planificar, coordinar, exigir resultados. Corregir y, sobre todo, escuchar. Más cuando se trata de temas que no son su expertise.
Hace tres meses que está en el cargo y hay algo novedoso en su forma de ejercer liderazgo: no tiene miedo de delegar. Le da lugar a un equipo. ¿Siempre fue así? ¿O lo pensó, exclusivamente, para el área energética?
—Trabajar en equipo es lo que hice toda mi vida. Fui educado así. Una de mis fortalezas está en mi capacidad de convocar a gente buena para que trabaje conmigo. Incluso en circunstancias adversas, como ésta. Trabajo en equipo porque me parece que es la única manera de conseguir resultados. No se me ocurre otra forma de trabajar. Escucho a todos. Eso no quiere decir que les haga caso siempre. Yo recomendé a Miguel Gutiérrez para presidente de YPF. Durante 30 años fui empresario. Por ejemplo, en la industria aérea, nadie sabe mejor que yo qué hay que hacer para mejorar la productividad de la aviación. Además, no tengo ningún problema a la hora de pelear con quien sea. Lo único que defiendo es la agenda del Gobierno.
Por recomendación de sus asesores y de los actores del sector, es el primer responsable de Energía que piensa en un modelo como el que describió para las licitaciones.
—Agregaría algo más. Asumí que muchas cosas habían sido corregidas. No hay que criticar a los que estuvieron antes. El trabajo que hizo Juan José Aranguren fue muy difícil. Yo llegué cuando ya es posible empezar a hablar de ciertas cosas porque estamos más cerca del otro lado de la orilla. Además, siempre es fácil hablar con el diario del lunes. La Resolución 46 fue víctima de su propio éxito. Siempre se puede pensar en un esquema mejor. Seguramente, el esquema que estamos pensando, del RIG, se puede mejorar. Pero, en un principio, cumplió con su objetivo. Y todos hablan de Vaca Muerta, en parte, por la Resolución 46. Para mí, hoy, la prioridad es tener adjudicada la licitación del gasoducto antes del 31 de agosto.
El desafío es grande, sobre todo en este contexto político y económico. ¿Cuál es el driver? ¿El off-taker? ¿El financiamiento? ¿El pool de productores, que se tienen que poner de acuerdo?
—Todos estamos asumiendo que será un gasoducto. Si de verdad pensamos que Vaca Muerta es lo que dice Miguel Gutiérrez (y lo dicen todos), hay que hacer el gasoducto. Con las rigideces que tiene la Argentina, veo más cercana la posibilidad de ampliar Profértil (tiene en carpeta ampliar su planta petroquímica en Bahía Blanca). Mi desafío personal es el gasoducto. No se construirá todo de una vez. Se hará una primera etapa. Porque, para llenar de gas esa primera etapa, se necesitan dos años. Y vale u$s 800 millones, de los cuales u$s 400 millones los puede aportar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), de la Anses. Y, por ley, el que lo haga tiene que poner un octavo o más del total de equity. Por lo cual son necesarios, sí o sí, u$s 150 millones.Si hacemos bien los deberes, el gasoducto tiene que estar adjudicado el 31 de agosto. Y, antes de las elecciones, debe empezar a construirse la primera etapa. Con una primera etapa, y la reelección de nuestro gobierno, la segunda etapa se hace sola.
En la Argentina, hay una polarización clara. Cuando habla de la importancia de la reelección, ¿no le preocupa generar una acusación, del tipo «nosotros o el abismo»?
—En el caso de Vaca Muerta, no creo que sea el abismo. Tenemos que bajar impuestos a nivel país. Y, para eso, el sector energético es clave. Sólo podemos bajar impuestos si aumentan la recaudación y las exportaciones de gas y de petróleo.Aunque una parte se la lleve la provincia de Neuquén –de hecho, tenemos que convencerlos para que hagan toda la infraestructura que se necesita–, todo eso bajará alícuotas. Cristina Kirchner lo dijo: «El único acierto de este gobierno fue Vaca Muerta. Si lo hubiésemos hecho nosotros, no nos íbamos».
¿El kirchnerismo seguiría lo que hacen ustedes como política de Estado?
—Ellos no seguirán aumentando las tarifas al ritmo de la inflación. Pero aun ganando Cristina, con la bajísima probabilidad que hay, le pondrá un cerco a Vaca Muerta para que eso se siga financiando. ×
+El sector eléctrico es un Frankenstein
En petróleo y gas, el sendero que transita Lopetegui parece claro. Sin embargo, todavía no lo es del todo, en materia de electricidad. «Tenemos que repensar el sector de generación eléctrica, que es un Frankenstein. No me siento cómodo con el entendimiento de ese problema. Tenemos seis meses para hacer un memo que explique cuál es el estado de la cuestión en el tema de generación eléctrica en la Argentina. Ya hay un equipo trabajando. Cuando tengamos ese memo que diga qué se hizo en los 90, qué en los 2000 y qué en los últimos cuatro años, yo me iría a buscar la mejor consultora internacional para que me diga qué hacer con eso».