YPF, el principal jugador del mercado de combustibles, aumentó el sábado a la medianoche un 8,5% el precio de las naftas y un 6,0% el del gasoil en sus estaciones de servicio. Sus competidores —Raízen, Axion Energy y Puma— siguieron sus pasos durante el fin de semana. La línea técnica de la petrolera controlada por el Estado venía reclamando desde hace semanas una suba del valor de las naftas —que se mantuvo sin cambios desde mayo— para recomponer el margen bruto de refinación, que se vio erosionado en los últimos tres meses por la mayor devaluación (12% en el período), el alza del precio interno del petróleo (que pasó de 62 a 65 dólares en el caso del Medanito) y también por la suba del precio regulado del bioetanol.
En un principio, el aumento de los combustibles estaba previsto para los primeros días de agosto, pero se demoró por la crisis política que se desencadenó tras la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía. Hubo que esperar a que Sergio Massa se asiente al frente del Palacio de Hacienda para retomar la discusión y validar un nuevo aumento en surtidores.
YPF registró buenos números por la mejora de los precios de sus productos internacionalizados, es decir, aquellos que siguen la línea del tipo de cambio y de la cotización del crudo, como el gasoil minero, el jet fuel para aviación y las gasolinas para la industria petroquímica. Pero necesitaba elevar el valor interno de las naftas, que había quedado desactualizado por la aceleración inflacionaria.
¿Más cambios?
La petrolera que preside Pablo González anunciaría en los próximos días más cambios en su estructura gerencial tras la designación a mediados de julio de Pablo Iuliano como CEO en reemplazo de Sergio Affronti, según indicaron a EconoJournal fuentes cercanas a la organización. Una de las alternativas que está en estudio es reestructurar el área de Estrategia y Desarrollo de Negocios, que podría pasar a depender del CFO, Alejandro Lew.
También podría haber modificaciones en el área de Gas, un departamento importante para la compañía de cara a aprovechar la ampliación de la red troncal de transporte mediante la construcción del gasoducto Néstor Kirchner y, eventualmente, buscar opciones en el negocio del Gas Natural Licuado (LNG, por sus siglas en inglés).
Hace 10 días en Neuquén, durante la Argentina Oil & Gas Patagonia Expo, directivos de la empresa incluso dejaron entrever que están explorando la posibilidad de conseguir un nuevo barco de licuefacción de gas para exportar sobrantes de gas en el verano. No existen demasiadas opciones tecnológicas para avanzar en esa dirección. Sólo Petronas, Golar y unas pocas compañías más ofrecen buques con capacidad de licuar gas natural, pero la mayoría de esas embarcaciones ya está alquilada. El viernes pasado, durante una reunión con referentes de empresas petroleras, el subsecretario de Hidrocarburos, Federico Bernal, sorprendió a sus interlocutores privados mencionando esa posibilidad. «La industria debería contratar una terminal flotante de licuefacción de gas para aplanar la curva de producción», afirmó el funcionario según pudo reconstruir este medio.
Problemas puertas adentro
Mientras se definen cambios en la línea técnica de la compañía, Pablo González también tiene problemas con algunos de los integrantes de la conducción política de YPF que responde a La Cámpora, la organización que conduce Máximo Kirchner. Pese a que todos se referencian en la vicepresidenta Cristina Kirchner, la relación entre los integrantes de ese espacio no siempre es la mejor.
González, que sigue aspirando a ser candidato a gobernador de Santa Cruz aunque la mayoría de las encuestas no lo ubican entre los favoritos de la ciudadanía, ya tuvo varios cortocircuitos con Santiago Carreras, director de Relaciones Institucionales de YPF y segundo en el área de Asuntos Públicos detrás de Santiago ‘Patucho’ Álvarez.
Carreras, ex diputado provincial y con aceitados vínculos con el mundo del fútbol —fue quien negoció el contrato publicitario que unió a Lionel Messi con la petrolera—, destina buena parte de su tiempo a una agenda política y vinculada a los negocios que poco tiene que ver con YPF.
Aunque en el organigrama se ubica por debajo de González, en los hechos reporta directamente al líder de La Cámpora y ya desairó varias veces al presidente de la petrolera. Tanto que el santacruceño pidió a Máximo Kirchner que lo desplacen del cargo.
Rústico y prepotente en el trato personal, Carreras protagonizó conflictos dentro y fuera de la compañía. Uno de los más recordados transcurrió el año pasado en el piso 32 de la torre de Puerto Madero cuando casi termina a los golpes con uno de los hijos de Julián Matamala, secretario del gremio petrolero de Mendoza. Otros sindicalistas presentes en la reunión debieron separarlos. Desde YPF negaron que la relación de González con Carreras esté rota. “Tienen una relación excelente”, indicó otro integrante de la conducción política, aunque cuatro fuentes sin contacto entre sí indicaron lo contrario.