Los sindicatos petroleros de todo el país realizarán hoy asambleas en decenas de yacimientos que, con seguridad, tendrán impacto directo en la actividad operativa. ¿Existe un disparador en concreto que explique la medida de fuerza? Los gremios ensayan una serie de reclamos sobre los que, en el fondo, ya existe acuerdo con las grandes petroleras, pero en rigor de verdad lo que motoriza el escenario de conflictividad es un cambio de época.
Un elemento central ordena el análisis. Marcelo Rucci reemplazó en diciembre a Guillermo Pereyra de la conducción del sindicato de petroleros privados de Neuquén, Río Negro y La Pampa, el más poderoso del país. Con el paro convocado para hoy, el nuevo líder del gremio envía un mensaje concreto a sus interlocutores de la industria y la política: el estilo negociador —y prosistémico— de Pereyra expiró a fines del año pasado. Lo que viene hacia adelante es incierto. Las condiciones de borde no están negociadas con los privados.
La agenda de Rucci es heterogénea: puede pivotear sobre el adelantamiento de las paritarias salariales o sobre el armado empresarial en el siempre caudaloso negocio de servicios petroleros, donde el ex intendente de Rincón de los Sauces cuenta con contactos probados como Claudio Urcera y Ángel Salazar.
Tándem
El nuevo hombre fuerte del sindicato de Neuquén —cuya centralidad se amplificó en los últimos años con la puesta en valor de Vaca Muerta— entabló una relación de confianza con Claudio Vidal, secretario del gremio de petroleros de base de Santa Cruz y diputado nacional desde diciembre pasado. Como primer paso, Rucci y Vidal jugaron en tándem y lograron, con llamativa facilidad, el adelantamiento de las paritarias, que vencen el 31 de mayo.
Los sindicalistas, cuyas acciones y poder están en alza justo en dos provincias en las que YPF es el principal jugador de la industria, y por ende el que mayor interés debería tener en neutralizar el nivel de conflictividad sindical, quieren que el nuevo acuerdo salarial arranque el 31 de marzo, es decir, dos meses antes. La petrolera que preside Pablo González y otros referentes de la industria como Pan American Energy (PAE), Tecpetrol y Vista, ya validaron informalmente ese planteo.
Los dirigentes gremiales también pidieron adelantar para marzo la aplicación de una suba del 10% que, en origen, debería implementarse recién el 1º de mayo. Los gremios reclamaron, además, mediante una nota conjunta enviada los primeros días de enero, una contribución adicional a las obras sociales para hacer frente tercera ola de Covid generada por la variante Omicron. Y una recomposición salarial inmediata para el segmento de operarios de menor remuneración para compensar la inflación registrada en los productos que integran la canasta básica de alimentos.
Más allá de alguna discusión puntual, las petroleras están dispuestas a reconocer cada uno de los puntos.
Entonces, ¿Por qué los gremios fuerzan un conflicto?
Porque lo que está en juego no es un punto más o un punto menos en la negociación por paritarias, sino la legitimación de un nuevo liderazgo sindical, con Rucci en el epicentro en busca del reconocimiento del sistema de poder.
Un dato ilustra ese recambio generacional: una de las empresas sobre las que el sindicato petrolero de Neuquén puso el ojo, generando múltiples reclamos en las últimas semanas, es Bacs, una firma de catering creada en 1998 que, con el paso de los años y la clara anuencia de Pereyra, terminó monopolizando ese servicio en los yacimientos petroleros de la provincia patagónica.
“Antes era una empresa intocable porque estaba protegida por Guillermo, pero ahora con Rucci le reclaman la calidad de la comida, la cantidad de las porciones. Está en un proceso de desgaste que probablemente fuerce el reemplazo por otro proveedor. Está claro que Rucci no tiene problemas en pisar terrenos alambrados por Pereyra”, analizó un ex funcionario neuquino que sigue de cerca la reconfiguración de la agenda sindical que, por primera vez en décadas, hoy está atravesada por vientos de cambio real.