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Foro del CARI
Debaten si es conveniente seguir promoviendo desde el Estado el desarrollo de los biocombustibles
Jue 3
diciembre 2020
03 diciembre 2020
El académico Victor Bronstein planteó que los biocombustibles no son una alternativa para reemplazar al petróleo y el directivo Claudio Molina se manifestó a favor de una nueva ley que le dé un desarrollo sustentable a la actividad.
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El Comité de Asesores Energéticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) organizó un Foro Virtual bajo el lema “Propuesta y Discusión de la Política de Biocoimbustibles en la Matriz Energética Argentina”. Expusieron el Director del Centro de Estudios de Energía de la Universidad de Buenos Aires, Victor Bronstein –quien desde una mirada crítica planteó que los biocombustibles no son una alternativa al reemplazo de los combustibles fósiles- y el Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina, que planteó criticas hacia la autoridad de aplicación que regula la actividad y se manifestó a favor de una nueva ley, que reemplace a la vigente 26.093, que “favorezca a nuevas inversiones”.

Mirada crítica

Bronstein abrió el debate planteando la cuestión del desarrollo de los biocombustibles desde cinco dimensiones: científico-técnica, económica, ambiental, social y política.

Desde el punto de vista científico-técnico, indicó que a lo largo de la historia lo que definió el cambio de paradigma de una matriz energética a otra fue la tasa de retorno energético. En ese sentido, señaló que actualmente en el petróleo es de 20 a 1, mientras que en el caso de los biocombustibles es de 2,5 a 1, “en el mejor de los casos”. Por lo tanto sostuvo que “los biocombustibles no son una alternativa al remplazo del petróleo. Se necesitaría toda la tierra cultivable del mundo para la producción de los biocombustibles”.

Desde el punto de vista de la dimensión económica, puso el eje en las exenciones fiscales con las que cuenta la industria de los biocombustibles. Indicó que “si hacemos el cálculo del costo fiscal  acumulado que dejó de percibir  el Estado por exportar biodiesel en lugar de exportar aceite de soja, se perdieron de recaudar 4700 millones de dólares en el caso del biodiesel y 1300 millones en el caso del etanol”.  

Desde la dimensión ambiental, sostuvo que la deforestación que impulsa la industria de biocombustibles lleva a un aumento de la emisión de dióxido de carbono. Desde el punto de vista social, Bronstein indicó que paralelamente al desarrollo de los biocombustibles se dio un aumento del precio de los alimentos.  “Es muy difícil hacer este cálculo, pero el 40% del maíz en Estados Unidos se utiliza para la producción de bioetanol. Con lo cual, haría que pensar cuál sería el precio si ese 40% se volcara al mercado de alimentos”, afirmó.

Cuestiones geopolíticas

Finalmente, Bronstein tocó la dimensión política. “Nuestra hipótesis es que el tema de los biocombustibles fue promovido por cuestiones geopolíticas”, sostuvo. Recordó que en  2008, la Administración de Información Energética de Estados Unidos sacó un informe donde advertía que para el 2030 podría llegar a faltar 43 millones de barriles diarios de petróleo de suministro.

“Ese fue  el gran temor que impulsó la búsqueda de reemplazos de los combustibles fósiles. Bush inició en ese momento una gira por Latinoamérica con el desarrollo de los biocombustibles como una de sus temas de agenda.  Las proyecciones de la OPEP para el 2045 muestran que el 80% de las exportaciones de crudo van a provenir de Rusia y África. Por lo tanto, la seguridad energética del mundo resulta preocupante para los países centrales”, indicó. “Entonces, la razón fundamental por la que se ha promovido los biocombustibles fue política. Parafraseando mal a Clinton, en el caso de los biocombustibles, hay que decir: “es la política, estúpido”, remató Bronstein su posición.

A favor de los biocombustibles

Claudio Molina buscó rebatir varios de los puntos expuestos por Bronstein. Señaló que los trabajos que analizan la eficiencia en la relación insumo/producto de biocombustibles están “desactualizados” y que en la actualidad esa relación “cambió significativamente”. Sobre la forma en que los biocombustibles afectarían al precio de los alimentos indicó que “quienes plantean esto no tuvieron en cuenta que la participación del precio de las materias primas agrícolas en la estructura del precio de los alimentos es muy baja”.  

Molina negó también que los biocombustibles emitan más gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles a los que sustituyen. “está demostrado por trabajos sólidos del INTA que exterioriza que la huella de carbono en el caso de los biocombustibles está por arriba de 70% de reducción en relación con los combustibles minerales que los producen”, afirmó.

Con respecto a las exenciones impositivas que goza la industria de los biocombustibles, Molina planteó que en esa cuestión se juegan “dos problemas”.  Planteó que es un absurdo “querer gravar a los biocombustibles con impuestos que nacieron para castigar la contaminación y los daños a la salud”. El otro “problema” señaló que tiene que ver con lo que el Estado deja de percibir vía retenciones por los cereales destinados al biodiesel y que no se exportan. “Entonces no industrialicemos esa materia prima. Primaricemos las exportaciones, todo lo contrario a lo que se plantea para el desarrollo argentino, Y al mismo tiempo les propongo que los combustibles minerales que se utilizan para la Argentina los importemos. Y el petróleo crudo lo exportamos así tributa también los derechos de exportación. De esa manera igualamos la situación”, planteó con ironía.

Una nueva ley

Por otro lado, Molina consideró que la “situación de bancarrota” en la que se encuentra la industria local de los biocombustibles se debe a los “gravísimos errores” cometidos por la autoridad de aplicación. “Las evidencias indican que hubo una captura del regulador por parte de los adversarios”,  enfatizó. Consideró que es necesario una nueva ley de biocombustibles “que permita generar un horizonte de largo plazo, que va a favorecer nuevas inversiones, le va dar un desarrollo sustentable a la actividad y va a terminar con estos problemas que se han generado en la administración del programa, que lleva a un festival de medidas cautelares”.

Para culminar, Molina consideró que la solución en el desarrollo de los biocombustibles pasa por decisiones políticas que se toman. “Sin la política, los biocombustibles desaparecen porque no tienen la fuerza que ha logrado el complejo de petróleo a lo largo de 160 años. No hay forma en el corto y mediano plazo de introducir biocombustible y otras energías renovables sin la mano del Estado. De lo contrario, seguiríamos consumiendo el cien por ciento de combustibles minerales con los efectos colaterales que los mismos tienen”, remató.

16 comentarios

  1. Completamente de acuerdo con Claudio Molina.
    Solo pensar que un industrial de los alimentos va a volcar esa cantidad de materia prima que destina a combustible, al mecado de la alimentación, es no entender cómo funcionan los negocios.
    ESA cantidad de producción se generó PARA esa demanda de biocombustibles, y no para alimentación.

  2. El «academico» Bronztein debería primero hacer una «Declaración de Interes» (o sea, quienes colaboran economicamente con él o allegados), porque dá la impresión que aporta ideas con independencia en su calidad de academico cuando en realidad lo que hace es defender con medias verdades omitiendo otras en pos de la industria petrolera. Lo de Molina es más respetable porque directamente defiende el sector de energías verdes.

  3. El negacionismo de Bronstein sobre le cambio climático es totalmente anacrónico y sin sustento científico alguno.
    Es una pena tener argentinos en contra del futuro de otros argentinos!

  4. Pleno de falacias, mala fe o ignorancia los dichos del «academico». Alguien paga los inmensos costos del cambio climatico: incendios de bosques, inundaciones, sequías, etc. etc. Todo esto producto del carbono que alegremente sacan a superficie los petroleros y que la sociedad les subsidia. A contramano de sus dichos el petróleo está claramente en retirada en el mundo y el futuro está en la biomasa en todas sus formas, los biocombustibles entre ellas. Lamentable lo del «academico»

  5. Bronstein parte de negar el cambio climático como problema humano, a partir de allí se bifurcan las discusiones, no pueden confluir nunca en nada, por lo que el CARI tendría que haber planeado mejor el evento, con más seriedad, porque Molina se esforzó mucho y se hubiera merecido un mejor partner. Ahora, negar el cambio climático, es algo que no había escuchado en Argentina…

  6. Lo abrumadoramente vintage y fósil es la posición de las petroleras, en un mundo que se está volviendo inhabitable debido al cambio climático provocado por la liberación a la atmósfera del carbono atrapado en el suelo. ¡Mas que barata, la energía debe ser sustentable! ¡De una forma u otra el precio lo pagamos siempre! Basta ver cuánto nos está costando la pérdida de biodiversidad, cosechas o propiedades a causa de los incendios causados por el cambio climático.

  7. El mundo se mueve en dirección opuesta a la posición defendida por las petroleras. Las metas de eliminación de los motores de combustión interna se anticipan. En lugar de 2050 ahora son 2035, según acaban de definir California en EE.UU. y Baviera en Alemania, dos de las regiones económicamente más poderosas del mundo. Estamos yendo a la motirización eléctrica, que en un futuro cercano se abastecerá a partir de hidrógeno verde extraído de biocombustibles líquidos en los propios vehículos.

  8. Es supina la irresponsabilidad que demuestran las petroleras (apañadas por las automotrices) frente al cambio climático, del que son sus principales responsables. Si queremos evitar que el planeta se siga calentando sin cesar, la humanidad pronto tendrá que eliminar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que calientan el planeta. Se necesitará un cambio trascendental en la política mundial y de Argentina en particular que, en general, no le ha dado importancia al cambio climático. Es una tarea abrumadora: Implica reorientar una economía global que depende de los combustibles fósiles. El bioetanol de caña de azúcar emite 80% menos de GEI respecto a las naftas fósiles que complementa.

  9. La energía térmica utilizada actualmente por la movilidad mundial requiere de un propelente, que es la suma de un combustible (nafta) y un comburente (oxígeno del aire). Hasta hoy la determinación de precios asumía que solamente el combustible tenía un valor y que el aire era gratis. El cambio climático causado principalmente por la sobresaturación de CO2 en la atmósfera, indica la inviabilidad de proseguir de esta manera. El bioetanol de caña puede emitir 80% menos de GEI respecto a las naftas, datos que en Brasil están siendo corroborados por auditorías ambientales en el marco del RenovaBio, donde las plantas más eficientes se acercan a esos valores. Recapturar el carbono desenterrado emitido por las naftas tiene un costo de USD 0,50/Litro. ¡Esta debería ser la referencia sobre el diferencial a aplicar entre los precios del bioetanol renovable y las naftas fósiles!

  10. El más absurdo de los subsidios es el que reciben los hidrocarburos fósiles, que están exentos de pagar la reparación del daño ambiental que ocasionan. Un litro de nafta fósil emite 2,3 Kg de CO2, cuya recaptura de la atmósfera costaría unos USD 0,50/litro (a dólar internacional). En su lugar las naftas solamente tributan en Argentina unos USD 0,20/litro a dólar oficial subvaluado (ó USD 0,12/litro al nuevo dólar solidario ó USD 0,11/litro a dólar blue actual). El diferencial de impuestos que los petroleros atribuen a la exención al bioetanol de caña, que emite 80% menos de gases de efecto invernadero respecto a las naftas fósiles, es insignificante respecto a lo que deberían estar tributando estas últimas para reparar o compensar su daño ambiental.

  11. El desafío enfrentado por la humanidad no pasa tanto por la falta de alimentos ni de recursos naturales. Con remuneraciones adecuadas a la cadena productiva, el planeta podría alimentar diez veces la población actual. El problema de fondo -que abarca la pobreza-, pasa más por el desequilibrio de los términos de intercambio, condicionados por intereses económicos concentrados, sobre todo provenientes de naciones desarrolladas. Siendo la cadena agropecuaria la que mejor y mas equitativamente derrama su valor agregado entre la población, tiene potencial para dar trabajo digno a una porción importante de los habitantes del planeta, apalancándose en su inigualable efecto multiplicador.

  12. Los biocombustibles son un excelente complemento para los combustibles fósiles. En lugar de aumentar sus costos, los ayudarán a ahorrar, de cara a las políticas de descarbonización de las matrices energéticas que se avecinan. Los enormes aumentos de costos -que realmente deben prevenir las petroleras-, devendrán de la obligatoriedad de recapturar (o pagar compensaciones) el carbono fósil que sus productos suman a la atmósfera. Es justamente en este plano donde deberían desde ya estar complementando su oferta con biocombustibles de carbono neutro, en lugar de estar haciendo el ridículo con extemporáneas controversias.

  13. Un estudio del INTA relevó que -respetando áreas protegidas-, Argentina dispondría de 2,5 millones de hectáreas muy aptas para la producción de caña de azúcar. De ese total actualmente sólo se explotan unas 385 mil hectáreas con este cultivo. Para cubrir las necesidades alimenticias de azúcar del país y cubrir sus cuotas preferenciales de exportación, se requieren únicamente 215 mil hectáreas. Con el saldo de la superficie actual, el potencial de producción de bioetanol de primera generación en el país podría alcanzar 1.100.000 M3.

    1. Teniendo en cuenta, además, el potencial de producción de bioetanol de segunda generación a partir de remanentes de bagazo y de residuos agrícolas de cosecha (RAC), podrían sumarse otros 675.000 M3. Pero también existe la posibilidad de liberar variedades transgénicas de caña, hoy retenidas en nuestros centros de investigación, que pueden aumentar otro 20% la productividad, representando un potencial total para el país de 2.100.000 M3, solamente a partir del área actual y cubriendo los requerimientos alimenticios. Ahora bien, si tomamos como referencia la superficie potencial total indicada por el INTA, entre bioetanol 1G + 2G + variedades transgénicas, Argentina podría llegar a producir -solamente a partir de caña- algo más de 20.000.000 M3 de bioetanol, cifra que más que duplica todo el consumo nacional actual de naftas, que en 2018 fue del orden de 9.400.000 M3.

  14. El único punto defendible del sr. Bronstein reside en la tasa de retorno energético que poseen los fósiles en comparación con los bios.
    En la vertiente económica Molina lo expresa muy claramente, o desarrollamos valor agregado en origen en pos del fortalecimiento de las economías regionales o continuamos en la permanente dependencia de los programas asistenciales del Estado, los que por su parte, tienen un costo muy superior a la merma en la recaudación tributaria mencionada para los bios.
    Desde el punto de vista social la discusión fuel vs food ya fue largamente zanjada, y hoy se sabe muy bien que la cadena de producción de los bios no solo es insignificante en términos de volúmen de negocio comparativo al de alimentos sino que no se solapan dado que se parte de insumos diferentes para sus respectivas elaboraciones, las harinas proteicas y los compuestos lipídicos siguen rutas diferentes de valorización.
    En referencia a la óptica ambiental aludida cabe decir que el análisis del ciclo de vida de los biocombustibles es muy superior al de sus pares fósiles de acuerdo a estudios científicos de la comunidad internacional.
    Por último, y coincidiendo con algunos lectores al respecto de la cuestión política, lo que está en juego es una puja de intereses en torno al negocio futuro de los biocombustibles, dado que las propias petroleras saben que el fósil tiene sus días contados, no tanto por la escases de sus reservas probadas por cuanto su efectiva contribución neta de GEI a la atmósfera. Mudar hacia los bios no representa una política de moda pergeñada por algún trasnochado, sino mas bien una necesidad imperiosa surgida del consenso mundial para los tiempos que corren.

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