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Lucas Saltvatore
Cuando el acero es sinónimo de construcción
13 de junio
2019
13 junio 2019
El director comercial de Idero, un grupo empresario dedicado a brindar soluciones constructivas a través del acero, está convencido de que la innovación y la diversidad de servicios son las claves para crecer y sortear las crisis económicas.
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Como a muchas industrias, la crisis de 2001 le pegó fuerte a Idero, una empresa familiar que en ese momento enfocaba su producción a la fabricación de estructuras de hierro para empresas petroleras y mineras. La opción más a mano era cerrar la fábrica. Pero los Salvatore, José y sus hijos Diego y Lucas, decidieron reinventarse para sacar la empresa a flote. La coyuntura les abrió una ventana: como efecto de la devaluación, Acindar dejó de importar rejillas metálicas y ellos decidieron empezar a fabricarlas en el país. «Con el apoyo de mi viejo, mi hermano y yo, creamos la empresa TDL y empezamos a explotar ese nicho», cuenta a TRAMA Lucas Salvatore, director comercial de la compañía. Actualmente, a través de TDM, el Grupo Salvatore es el mayor fabricante de pisos y barandas de rejilla para la industria del Oil & Gas, la minería y la petroquímica. Pero el espíritu innovador no se ha detenido y el grupo cuenta actualmente con seis unidades de negocio que incluyen la fabricación y montaje de soportes solares, la construcción de edificios habitacionales y también de mobiliario urbano. Cuenta con una capacidad de producción de 500 toneladas mensuales entre las tres plantas que tiene en San Miguel, Moreno y la provincia de San Juan.  

¿Siempre tuvieron la idea de diversificar, de abastecer a distintas áreas?

Mi papá nos inculcó siempre la importancia de generar valor agregado. Pero cuando arrancamos no se sabía bien hacia dónde podía ir. Él comenzó con un taller muy precario en un pequeño galpón de 400 metros que alquilaba en San Miguel. Hoy tenemos tres plantas de producción, más de 15.000 metros cubiertos. Nunca dejamos de ser un gran taller que fue creciendo. Porque somos muy industriales, más que empresarios. Después, con las vicisitudes del país, vimos que cuando la demanda bajaba nos encontrábamos con una gran cantidad de dinero inmovilizado en maquinarias. En los años en que nos iba bien comprábamos más máquinas, pero en los que nos iba mal no había mucho para hacer porque son máquinas que no tienen un gran valor de reventa. Por lo tanto, la idea de la diversificación fue generar diferentes unidades de negocios que se alimentaran de la misma planta para, de esa manera, neutralizar los ciclos de fluctuación. Entonces, si el plasma de alta definición está cortando las bases de un galpón o el banco de una plaza, es indistinto. Lo importante es que está cortando. Generamos sinergia y tratamos de achatar lo más posible esta situación de subidas y bajadas de la actividad para que el riesgo sea menor. 

¿Cómo es el proceso de producción?

Nosotros nos encargamos de la ingeniería, fabricación y montaje. Según la tipología del cliente puede ser que la ingeniería parta de éste, como nos pasa en el caso de Techint. La ingeniería de detalle la hacemos siempre nosotros. La modelamos en tres dimensiones. Después compramos la materia prima y por último la procesamos, cortamos y soldamos. Tenemos todas las máquinas con control numérico que están en red con la ingeniería. Arenamos, pintamos, transportamos y montamos. Hacemos todo el servicio. Hay obras que a veces monta el cliente, pero hacemos todo el proceso de la materia prima hasta la obra terminada. 

¿Cuánto tiempo puede llevar desde que inician la ingeniería hasta que terminan con el montaje?

Depende de las tipologías de la obra. Ahora estamos haciendo 2.200 toneladas para Loma Negra y se entregan 400 toneladas por mes. Estamos realizando el Metrobus de Quilmes y el de Neuquén, y es una obra que dura cuatro meses, bastante corta. Los tiempos en el rubro metálico son muchísimo más cortos que en las obras tradicionales. 

Del Oil & Gas a la arquitectura

La primera gran obra de magnitud que encaró la compañía fue en el terreno del Oil & Gas, y el cliente fue Techint, en Loma La Lata. Hoy, a 27 años de aquella experiencia, el Grupo Salvatore se ha convertido en jugador de peso del sector. «Casi todos los pisos de las mineras, petroleras y petroquímicas son nuestros», asegura Lucas. La empresa acaba de terminar la fabricación e instalación para dos centrales térmicas en Timbúes y también elaboró más de 750 metros cuadrados de pisos de rejilla para la refinería de YPF en Luján de Cuyo. De todos modos, el directivo reconoce que en la actualidad los objetivos del grupo empresario apuntan hacia otros rubros. «La que está más consolidada es el área de estructuras, que es donde hace más años estamos y donde ya nos conocen. Pero donde vemos más potencial en el corto plazo es en los parques solares y en la arquitectura», asegura Salvatore. «Podemos tanto construir viviendas como instalar un sistema de energía solar. Estudiamos durante varios años métodos constructivos, viajamos a Europa y EE.UU. para ver diferentes modelos y llegamos a la conclusión de que lo que convenía era integrar la industria existente para optimizar cosas que construimos nosotros. Hoy tenemos un acuerdo con varias industrias, que nos permite integrar la cadena y de esa manera lograr un producto competitivo y de mayor calidad», completa. Así, el Grupo apunta a la construcción de edificios y condominios, a través de la utilización del acero para las estructuras. 

Salvatore asegura que el modelo que ellos ofrecen cuenta con varias ventajas en comparación con el método tradicional de construcción de viviendas. «El tipo de arquitectura que nosotros estamos ofreciendo permite que se pueda construir sobre la base de precios similares al tradicional, pero en la mitad del tiempo y con mayores niveles de calidad con respecto a la aislación. Nuestro foco está puesto en generar valor agregado para el inversor y para quien va a habitar. En Argentina, la segunda parte se fue perdiendo. Por el tipo de materiales que utilizamos, hay un ahorro energético del 50% o 60% gracias a la capacidad de aislación que tienen nuestras construcciones», asegura. 

¿Ya han empezado con la construcción de viviendas?

Sí, estamos construyendo un edificio de 1.800 metros en Capital; estamos por cerrar uno de 4.500 metros y otro de 1.600. También un complejo de 4.800 metros en Villa La Angostura. Tenemos muy buena relación precio/producto. La particularidad de este método de construcción es que se necesita contar con el dinero rápido de parte del inversor, con lo cual no sirve para un fideicomiso. No es el negocio para eso, pero sí sirve para quien tiene el dinero en la mano. 

¿Ustedes se encargan de la construcción integral?

Exactamente. En un principio habíamos pensado en vender únicamente la estructura, pero nos dimos cuenta de que el costo inicial de nuestras estructuras es más elevado que el de la construcción tradicional. Sin embargo, como el tiempo de construcción es mucho más rápido, nos volcamos a integrar toda la cadena para que las ventajas le lleguen al cliente final. Con estas construcciones nosotros garantizamos mejor plazo de entrega, mayor sustentabilidad, menores costos totales de obra y muchísima más previsibilidad, tanto en tiempos como en costos. 

Generar valor agregado 

La generación de valor agregado es un concepto que Salvatore expresa en varias ocasiones a lo largo de la entrevista. «Es lo que nos impulsa a seguir innovando y crear nuevas unidades de negocio», señala el empresario. Incluso, destaca que esa concepción empresaria les ha permitido cerrar negocios impensados años atrás. «Para todo lo que es solar, logramos acordar con Acero Magnellis, de Alemania, que fabrica el mejor acero del mundo. A pesar de que somos una empresa muy chica para la magnitud con la que ellos suelen vincularse, cerraron con nosotros porque vieron que uno de nuestros mayores capitales es desarrollar cosas nuevas todo el tiempo. Confiaron en nosotros más por esa característica que por el volumen de facturación que les podemos garantizar», asegura. 

El gran proyecto de la empresa a largo plazo es unificar las tres plantas en una sola de 22.000 metros cuadrados. «Ya compramos un predio de cuatro hectáreas en el parque industrial de Moreno. La idea es tenerla en funcionamiento dentro de diez años. La inversión completa está en el orden de los u$s 5,5 millones, que en parte la teníamos calzada con créditos que ahora se cayeron y estamos tratando de retomar. Es una iniciativa compleja en todo sentido, no sólo desde lo financiero sino también desde lo operativo, porque significa trasladar tres plantas a una nueva sin detener la producción». 

La apuesta por la investigación y la innovación le ha generado a Idero, además de buenos negocios, grandes satisfacciones. «Desarrollamos el primer seguidor solar en la Argentina, que fue aprobado por el INTI y es el único que se construye en el país. Fue un desarrollo de dos años, con ingenieros argentinos. El resultado es óptimo porque hoy competimos con multinacionales que hace muchísimos años que lo hacen y que facturan millones de dólares. Ya entregamos uno para el parque solar Pasip en Mendoza y otro para la empresa provincial EPSE, en San Juan. ×


Familia y ajedrez

Cuando terminó el secundario industrial en el Don Bosco de San Isidro, Lucas Salvatore cavilaba entre irse a Bariloche a estudiar Ingeniería Nuclear en el Instituto Balseiro o hacer uso de la beca que se había ganado para cursar en el ITBA. Pero una cena de fin de año lo llevó a decidirse por una tercera opción. «En el momento del brindis, mi viejo dijo ‘que cada uno tenga el pan de cada día’ y eso me pegó mucho más que ser ingeniero nuclear. Al otro día entré a trabajar en la empresa», afirma. Paralelamente, empezó a estudiar Ingeniería Civil en la UTN y después se pasó a Ingeniería Industrial. 

Dentro de la organización interna, cada uno de los Salvatore tiene su función. «Mi papá está más abocado a la producción en la planta de Moreno, mi hermano se encarga de las plantas de San Juan y San Miguel y de la parte administrativa, y yo estoy en la dirección comercial y en los planes estratégicos y de desarrollo», enumera Lucas. 

El básquet y el ajedrez son las otras dos pasiones de Salvatore. «El básquet lo tuve que abandonar a los 22 años, cuando me rompí los ligamentos en la primera de San Fernando. Jugaba de pivot», afirma. En el ajedrez, su desempeño fue menos accidentado y más exitoso: se consagró bicampeón argentino en los torneos de la UTN. Lucas está convencido de que el juego-ciencia por excelencia formó parte de su formación como empresario industrial. «El ajedrez es una muy buena base para conducir una Pyme. Sobre todo con las partidas por tiempo, que se terminan definiendo en los últimos minutos. El ajedrez me sirvió para saber encontrar soluciones inmediatas ante lo inesperado». 

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