Las negociaciones para la construcción de una cuarta central nuclear con financiamiento de China seguirán formalmente en pie. Con el aval del ministerio de Economía, Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) prorrogó otra vez el contrato comercial por el proyecto Atucha III. La renovación del contrato coincidió con las negociaciones en China encabezadas por el presidente Alberto Fernández para ampliar el swap de monedas para fortalecer las reservas para hacer frente a la corrida cambiaria.
El contrato de ingeniería, compras y construcción (EPC) firmado en febrero de 2022 entre Nucleoeléctrica y China National Nuclear Corporation (CNNC) fue prorrogado en octubre de ese mismo año debido a la falta de avances concretos en las negociaciones. Antes de su vencimiento, representantes de las dos compañías volvieron a firmar una nueva prórroga a principios de este mes en Buenos Aires, según pudo averiguar EconoJournal. Los accionistas de NA-SA validaron la prórroga esta semana en asamblea.
De acuerdo con la nueva prórroga, el contrato EPC para la construcción de un reactor Hualong de 1200 MW de potencia sigue formalmente en pie hasta fines de abril de 2025. Nucleoeléctrica planteó al Ministerio de Economía la conveniencia de aumentar el plazo para darle suficiente tiempo al próximo gobierno para tomar alguna decisión. Economía aceptó el planteo y CNNC también.
Financiamiento
En los pasillos de Economía y de Nucleoeléctrica se comenta que la principal restricción para el avance del proyecto es su financiamiento. El contrato EPC estipula en una de sus cláusulas que China proveerá un 85% del financiamiento y Argentina se hace cargo del 15% restante. “La postura de la secretaria de Energía y de Economía es que sin un financiamiento del 100% este proyecto va a seguir demorado porque Argentina no tiene las condiciones para afrontar el 15% del paquete originalmente pensado”, comenta una de las fuentes consultadas.
No obstante, si bien el contrato podría ser enmendado para eliminar esa cláusula, para que Atucha III tenga un 100% de financiamiento chino, Cancillería y Economía deberían solicitar un pedido formal a la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China. Alberto Fernández podría haber destrabado esa posibilidad en su visita de esta semana a China pero el tema no fue planteado por el presidente.
Lo que sí se destrabó fue una ampliación del swap de monedas entre el Banco Central argentino y el Banco Popular de China en 47.000 millones de yuanes, equivalente a US$ 6500 millones. “Esto nos permite tener recursos para potenciar nuestras reservas y para llevar tranquilidad al sistema financiero; ponerle fin a los especuladores que han hecho tanto daño en los últimos tiempos y garantizar por sobre todas las cosas que la Argentina pueda seguir importando insumos que necesita para que la producción industrial no decline”, dijo el presidente en conferencia de prensa acompañado por el embajador Sabino Vaca Narvaja y el presidente del Banco Central Miguel Pesce.
La negociación por el swap se concretó en el marco del III Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, en Beijing. Argentina tiene inversiones acordadas con China en el marco del Diálogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica (DECCE) por US$ 14.000 millones y en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda por US$ 9700 millones. En Beijing, el presidente se reunió con directivos de la empresa China Energy Engineering Corporation (CEEC). Previamente, mantuvo en la ciudad de Shanghái reuniones con representantes de la compañía CMEC, que tiene a su cargo el proyecto del Ferrocarril Belgrano Cargas, y con directivos de las firmas mineras y de energías renovables, Tibet Summit Resources, Tsingshan, Power China, Gotion Argentina y CST Mining Group. También visitó el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico de Huawei.
Falta de una política nuclear
En NA-SA hay escepticismo sobre el futuro del proyecto. Desde Juntos por el Cambio advierten que la construcción de grandes centrales nucleares no es prioritaria, mientras que la postura «anti china» del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, impide pensar en la concreción del proyecto.
Pero con independencia del resultado electoral, algunas voces de peso dentro del sector nuclear vienen planteando que el sector adolece de la falta de una política nuclear. “Primero perdimos en el camino a la CANDU. Después entramos al laberinto del financiamiento de la Hualong. Hoy hay que volver a pedir prórroga a China. Una improvisación tras otra”, se sinceró una referencia dentro del sector. Por ejemplo, uno de los debates sin saldar es si la función de diseñador y constructor y la figura del operador pueden convivir dentro de una misma compañía, como hoy conviven en NA-SA.
El acuerdo original de 2014 incluía financiamiento chino para una cuarta central de tipo CANDU y una quinta central de tipo Hualong. El proyecto CANDU fue dado de baja en 2018 y las conversaciones para la central Hualong entraron en pausa.
Algunas voces opinan que el acuerdo de 2014 fue una “solución a medias” para conformar a dos visiones dentro del sector: la continuidad de la línea histórica de reactores de uranio natural y agua pesada (PHWR), a través del CANDU, y la incursión en centrales de uranio enriquecido y agua liviana (PWR) mediante la construcción de un Hualong.
Los desacuerdos y las internas dentro del sector que esa solución tapaba salieron a la luz cuando se propuso construir la central Hualong en la provincia de Río Negro. La iniciativa fracasó en 2017 luego de varias movilizaciones contra el proyecto. Quienes recuerdan esos días señalan que sectores dentro de Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) politizaron el proyecto y participaron del boicot, calificándolo de «endeudamiento externo» y «colonización tecnológica». «Nos quedamos sin el pan y sin la torta, pero con una ley antinuclear», bromeó un trabajador del sector en Bariloche, en referencia a la ley sancionada en Río Negro en 2017 que prohíbe la construcción de centrales nucleares, con algunas salvedades.
Geopolítica de las inversiones nucleares
En el sector también hay voces que no descartan que pueda aparecer otra oferta con financiamiento externo debido a la renovada competencia entre las potencias por tener protagonismo en la industria nuclear. La dominancia de Rusia en la exportación de reactores de potencia y de combustibles nucleares y los intentos de China por ascender están movilizando a Estados Unidos a reactivar su industria nuclear.
Este movimiento comenzó en la administración de Donald Trump con el levantamiento de la prohibición que impedía a la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC) otorgar financiamiento para proyectos nucleares en el extranjero. La administración de Joe Biden muestra continuidad en esa dirección. Incluyó en la Ley de Reducción de la Inflación fondos específicos para el sector y esta impulsando inversiones en centrales en países como Polonia y Rumania.
La promoción en estos países no es azarosa. Europa vuelve lentamente a ser un mercado para la energía nuclear. La Unión Europea incluyó al gas natural y la energía nuclear en su taxonomía para el financiamiento de las «actividades sostenibles». Sin ir más lejos, la Comisión Europea logró esta semana apoyo para una reforma del mercado eléctrico europeo que incluye a la energía nuclear entre las tecnologías beneficiadas.
El CAREM, una salida para el sector
Pese al contexto interno, Argentina muestra cierta potencialidad en el mercado de exportación de reactores modulares de baja y mediana potencia eléctrica gracias al proyecto CAREM, un reactor prototipo de 32 MW de potencia que la CNEA esta construyendo en el complejo Atucha en Lima. Igual de importante es que el proyecto tiene el apoyo de los tres principales espacios políticos que están compitiendo en las elecciones presidenciales.
Los reactores modulares (SMR por sus siglas en inglés) constituyen el segmento que más interés despierta hoy en varios países y especialmente en los fondos de inversión. En la CNEA creen que el CAREM posiciona a la Argentina en lugar especial: es de los pocos países que ya están construyendo un diseño modular prototipo y que buscan probar el concepto antes de pasar a una versión comercial. Para no perder terreno en esa competencia internacional la CNEA creó hace tiempo una gerencia de comercialización del CAREM.
Pero la visión comercial no se reduce al CAREM. Todas las fuentes consultadas aseguran que probar el funcionamiento del concepto puede transformar al país en un exportador de componentes y de servicios de ingeniería para reactores modulares de distintos diseños. Un ejemplo es el novedoso generador de vapor para el CAREM que CNEA y la empresa Conuar están desarrollando. Pero además, como el diseño integra los generadores de vapor dentro del recipiente del reactor, se está desarrollando un robot que servirá para las tareas de inspección dentro del recipiente. Algunos diseños modulares en el mundo replican conceptualmente al CAREM.
Por otro lado, la CNEA recibió recientemente la certificación IRAM para calificar componentes de centrales nucleares, una capacidad estratégica para el diseño y manufactura de componentes nucleares a escala industrial.