Cammesa, la compañía que administra el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), compró la semana tres cargamentos importados de gasoil y otros tres de fuel oil —seis en total— que deberán arribar al país durante el mes de mayo. La adquisición de combustibles líquidos se suma a la de 18 barcos de gasoil que se concretó a principios de febrero, tal como publicó EconoJournal. En rigor, Cammesa había licitado la importación de cinco cargamentos de gasoil y siete de gasoil, aunque —si bien recibió ofertas por todas las ventanas de entrega especificadas— terminó adjudicando la mitad del volumen buscando.
Directivos de empresas traders y petroleras aún intentan entender cuál fue el racional que utilizó Cammesa —que en los hechos está controlada por el gobierno y en particular, por funcionarios elegidos por la vicepresidenta Cristina Kirchner— para no comprar más cantidad de gasoil y reducir, aunque sea un poco, las importaciones de Gas Natural Licuado (LNG, por sus siglas en inglés), que es mucho más caro. En concreto, el LNG compró IEASA la semana pasada llegó a costar US$ 45 por millón de BTU cuando, en paralelo, Cammesa compró gasoil a menos de 30 dólares.
La pregunta que se desprende, entonces, es la siguiente: ¿por qué el Estado optó por comprar ocho cargamentos de LNG cuando podría haber reemplazado al menos algunos de esos barcos por otros de gasoil cuyo precio es hasta un 35% más barato? Preguntas que evidencian la falta de coordinación hacia dentro del área energética del gobierno, aunque en el fárrago de la crisis seguramente quedarán olvidadas en los próximos días.
Paradoja
Otra escena que también involucra a Cammesa llamó la atención de directivos de la industria petrolera. Sucede que justo está crujiendo la cadena de abastecimiento de combustibles para la cosecha gruesa del agro, mediante la aplicación de cupos de venta y falta de producto en varias localidades del interior del país, la empresa que administra el mercado eléctrico tiene tres barcos cargados de gasoil flotando en la zona alfa del Río de la Plata, frente a las costas de Montevideo, porque tiene cubiertos sus stocks de almacenamiento y no cuenta con capacidad para descargar esos barcos. Así lo confirmaron a este medio fuentes del mercado de combustibles y agencias marítimas.
Los tres cargamentos de gasoil que permanecen flotando a la espera de que Cammesa les dé instrucción de amarre llegaron al país ‘fuera de ventana’, es decir, más tarde que la fecha prevista en el pliego definido por la empresa.
Por eso, Cammesa está exenta de pagar los cargos de demurrage (demora) por la no descarga de ese volumen, que asciende a 150.000 metros cúbicos de gasoil.
Aún así, la escena no deja de ser paradójica: justo cuando falta gasoil en varios puntos del país, una empresa controlada por el Estado tiene sus tanques llenos, a punto tal de no poder acopiar más combustible en sus instalaciones porque sus tanques están llenos. “No me llama la atención (lo que está pasando), compraron mucho gasoil para marzo y las centrales termoeléctricas no consumieron tanto como tenían previsto. Aumentaron mucho la capacidad de almacenamiento (en Ramallo y Campana), pero igual no les alcanza para descargar todo”, explicó un consultor que sigue de carca la situación.
Falta de coordinación
Cammesa no tiene ningún tipo de obligación para garantizar el abastecimiento de gasoil para el mercado mayorista del agro ni tampoco para las estaciones de servicio volcadas al comercio minorista de automovilistas particulares. Su responsabilidad es cubrir el suministro de combustibles líquidos para el parque de generación termoeléctrica. Sin embargo, en el pasado la compañía articuló de forma inteligente con YPF, el mayor jugador del mercado de combustibles, para garantizar el abastecimiento frente a alguna complejidad eventual como la que actualmente enfrenta el país.
Si a la petrolera controlada por el Estado le falta gasoil para cubrir su participación en el mercado (vende casi 6 de cada 10 litros de combustibles), Cammesa podría cederle parte de su stock con el compromiso de que YPF devuelva ese producto cuando las centrales eléctricas lo requieran. Es un intercambio que funcionó en el pasado cuando existía mejor comunicación entre las empresas.
No deja de ser extraño que no se haya aplicado un esquema de ese tipo, porque tanto YPF como Cammesa están controlados por cuadros políticos alineados en el cristinismo. El subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, es el hombre fuerte de Cammesa y Pablo González es el presidente de YPF. Ambos funcionarios están referenciados en el espacio que conduce la vicepresidenta de la Nación.