El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo que quiere privatizar Petrobras y que discutirá esa posibilidad con su equipo económico. La compañía petrolera, de la que el Estado es su accionista principal, viene de subir otra vez los precios de los combustibles en respuesta a la suba creciente de los precios internacionales del petróleo.
Bolsonaro se manifestó cansado de ser señalado por los aumentos en los combustibles y abrió la posibilidad de privatizar la compañía. “Es muy fácil: aumenta la gasolina, culpa de Bolsonaro. Ya quiero privatizar Petrobras. Tengo ganas. Veré con el equipo económico lo que podemos hacer”, dijo el presidente. Horas después, el vicepresidente del país, Hamilton Mourão, respaldó la idea. “En el futuro, habrá que poner a Petrobras en el mercado para que rompamos con esta estructura monopólica, que al final termina perjudicando al país”, dijo el general.
La idea de privatizar Petrobras tomó por sorpresa a todo Brasil y a los mercados. Bolsonaro había descartado hasta ahora la posibilidad de vender las acciones de la compañía. Los papeles de la empresa respondieron de forma positiva en los mercados, con leves aumentos.
Puja por la política de precios
Lo que subyace en el fondo del sorpresivo anuncio es la tensión del poder ejecutivo con Petrobras por su política de precios. La suba creciente de los precios internacionales del crudo complica la política de la compañía.
Petrobras sostiene una política de ajuste de precios en sus combustibles en función de los precios de paridad internacional, que esta fuertemente condicionada por las fluctuaciones de los precios del petróleo y del gas. Precisamente, la suba de los precios internacionales del crudo dificulta el sostenimiento de la misma. La compañía aumentó días atrás la gasolina en un 7,2% en las refinerías. Pero el aumento podría no ser suficiente: la Asociación Brasileña de Importadores de Combustibles sostiene que los precios en las refinerías de Petrobras tras el aumento continúan desfazados en un 13% en la gasolina y en un 17% en el diésel.
Bolsonaro dijo que no debería interferir en la política de precios de Petrobras. “¿Puedo interferir? Puedo, pero no debería. Si interfiero, responderé por el delito de responsabilidad. ¿Puedo bajar el precio en el surtidor a 3 reales? Puedo, pero es un crimen de responsabilidad. El precio del combustible es alto ahora, siempre ha sido alto, recuerdo mi época de niño”, declaró.
Cambio de management
La tensión entre Petrobras y el poder ejecutivo no es nueva. En febrero, Bolsonaro logró remover de forma sorpresiva al presidente de la compañía, Roberto Castello Branco, eligiendo en su reemplazo a Joaquim Silva e Luna, ex ministro de Defensa y hasta ese momento director en la represa binacional de Itaipu. Las acciones de Petrobras se hundieron en aquella oportunidad frente a la perspectiva de una intervención directa sobre la política de precios.
En cambio, los mercados recibieron favorablemente la idea de una privatización. El Estado brasileño es dueño del 42% de Petrobras. El gobierno mantuvo hasta ahora a la compañía al margen de la política de privatizaciones y de apertura en el sector energético. No obstante, Petrobras mantiene una política de desprendimiento de activos. Entre estos figuran ocho refinerías, pero el temor a una intervención directa del gobierno sobre los precios para contener la inflación esta complicando el cierre de estas operaciones.