Al gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, le enviaron una felicitación esta semana. Tras varias gestiones en Buenos Aires con funcionarios nacionales, logró incorporar un párrafo en el artículo 49 de la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva para prohibir que las alícuotas de los derechos de exportación para hidrocarburos y minería no puedan superar el 8% del valor imponible.
El borrador del proyecto que circulaba en los teléfonos hasta el mediodía del martes había dejado afuera esta aclaración que había inquietado a empresas ,y por añadidura, al gobierno neuquino, pero el que ingresó formalmente a las 16:57 en la mesa de entradas de la Cámara de Diputados ya no dejaba dudas.
Fue una suerte de primera buena señal del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, a las operadoras del sector y una palmada de confianza para el mandatario, quien todavía juega de outsider en el esquema del nuevo oficialismo nacional.
Los esfuerzos de Gutiérrez por mostrarse cercano al proyecto que encarna el presidente Alberto Fernández comenzaron en el día cero de gestión. Adaptó su agenda y la de prácticamente todos los municipios de la provincia para poder participar de la asunción del jefe de Estado y, durante la tarde del 10 de diciembre, cuando le tocó asumir su segundo mandato ante la Legislatura, dedicó varios pasajes de su discurso a elogiarlo.
“Quiero destacar la apertura al diálogo del nuevo gobierno nacional. Hoy mismo hemos estado hablando y vamos a poder encontrarnos en mesas de trabajo en la cual cada actor pueda plantear su visión de cómo se acelera el desarrollo de la provincia”, afirmó.
El mandatario neuquino enfrenta un doble desafío en su segunda gestión, no sólo porque el cambio de signo político lo dejó marcado en el grupo de quienes actuaron de aliados al macrismo, sino porque ya no dispone de herramientas propias para negociar en el Senado. A priori, esta semana demostró que, no sin cierto esfuerzo, ambas dificultades pueden ser sorteadas.
Gutiérrez recibió el lunes en la Casa de Gobierno, antes de iniciar su periplo en Buenos Aires, a la senadora del Frente de Todos, Silvia Sapag. La todavía afiliada al Movimiento Popular Neuquino es una de las tres representantes que tiene la provincia en la Cámara Alta junto con Oscar Parrilli, de la alianza oficialista, y Lucila Crexell, otra afiliada al partido provincial que llegó a su banca a través de Juntos por el Cambio y que ahora trabajará en un bloque unipersonal llamado -atención al parecido- Movimiento Neuquino.
Intento fallido
Tras el fallido intento de conformar un interbloque con Juntos Somos Río Negro del senador Alberto Weretilneck (los diputados rionegrinos se unieron al espacio de Unión Federal que lidera José Luis Ramón), el gobernador volvió a prestar atención a los legisladores de su provincia. “Vamos a trabajar en equipo por el desarrollo de nuestra provincia y nuestro amado pueblo neuquino”, dijo sobre la visita de Sapag, a quien recibió, dijo, “con alegría”.
Desde el entorno de la senadora aseguraron que fue una reunión “muy buena” y actuó de presentación.
Con Crexell no hay condiciones para hacer lo mismo -la senadora dijo que el mandatario la “borró” de su lista de contactos-, aunque hay una suerte de embajador diplomático que opera de intermediario: Jorge Sapag. Tío y sobrina estuvieron enfrentados mucho tiempo, pero la relación entre ambos nunca se rompió como sí ocurrió con la de Gutiérrez.
Crexell consulta sus movimientos con el exgobernador y ya anticipó que garantizará el voto en general del proyecto de Reconversión Productiva.
Ayer, en Diputados, la diputada nacional del MPN, Alma Sapag, hizo lo propio adoptando la misma posición que la bancada neuquina del Frente de Todos, representada por Darío Martínez, miembro informante del proyecto oficialista, y Alberto Vivero.
Gutiérrez se llevará también de esta primera semana del tercer kirchnerismo una suspensión del Consenso Fiscal que le permitirá recaudar unos 4.000 millones de pesos extra el año que viene, con la rectificación de la rebaja de Ingresos Brutos, Sellos e Impuesto Inmobiliario que aprobará esta noche la Legislatura provincial.
El “hueco” generado en el Senado tras su derrota en las elecciones del 27 de octubre y el fracaso de Guillermo Pereyra en su intento de retener la banca, por ahora, se suplió con la negociación mano a mano y dos aliadas heterodoxas. Después de todo, Gutiérrez aún es el portero de Vaca Muerta, una de las herramientas que tendrá el nuevo gobierno para generar los dólares que necesita el país.
Pereyra aportó lo suyo, ahora en su más limitado rol de dirigente gremial, y se reunió con el nuevo presidente de YPF, Guillermo Nielsen, para insistir en su proyecto de ley de “blindaje” para las inversiones hidrocarburíferas.
El secretario general de Petroleros Privados compensó con este encuentro de alto rango cierta rebaja institucional que se había notado el 10 de diciembre en la asunción de Gutiérrez. Ya sin traje de senador, le tocó sentarse en el sector “calabaza” de la Legislatura, bien lejos de las primeras filas que supo ocupar en los últimos seis años. El gobernador lo mencionó una vez en su discurso y fue para asegurarle que no iba a “dejarlo solo” en el reclamo por los despidos en Vaca Muerta.
Por lo menos tuvo una buena noticia esta semana: la justicia provincial lo sobreseyó a él y otros seis dirigentes del sindicato en la causa que les imputaba la triangulación de fondos sindicales con la empresa de consultoría IT&C para pagar remuneraciones a la comisión directiva. Fue la propia fiscalía la que pidió desistir de la acusación de administración fraudulenta porque, argumentó, no pudieron encontrar “perjuicio concreto”.