La danesa Vestas es uno de los mayores fabricantes de aerogeneradores del mundo. En 2011, cuando el boom nacional de las energías renovables todavía estaba lejos de concretarse, aportó los aerogeneradores para el Parque Eólico Rawson, emprendimiento de la empresa Emgasud (hoy Genneia) bajo el programa oficial Genren que lanzó el Gobierno nacional en 2009. El Parque Eólico Rawson se convirtió entonces en el más grande de la Argentina, con 77,4 MM y la apuesta era seguir creciendo, pero el cepo cambiario forzó un cambio de planes. «Vine a Vestas en 2011 con muchas expectativas, con Rawson firmándose. El problema fue que implementaron el cepo cambiario y de pronto se trabó todo. Estuve un año y pico, y tuve que cerrar la oficina en la Argentina. Todo se mudó a Chile. En aquel entonces opté por dejar a mi familia acá y viajar. Estuve trabajando para Vestas en otros países. Tres semanas al mes estaba afuera», cuenta Andrés Gismondi, director general de Vestas en Argentina.
Con el cambio de gobierno la situación se modificó. La salida del cepo cambiario abrió la puerta a la llegada de capitales y el lanzamiento del programa RenovAr llevó a Vestas a apostar nuevamente por el país. En la actualidad, Vestas tiene proyectos en operación por poco más de 100 megas, pero los parques que están en proceso de construcción elevarían esa cifra a los 1.000 megas de potencia en poco tiempo. «Tenemos 15 parques eólicos en paralelo en seis provincias», asegurá Gismondi, un ingeniero recibido en la Universidad de Buenos Aires quien antes de sumarse a Vestas trabajó nueve años en Siemens, también vinculado al sector de la energía; la mitad de ese tiempo estuvo radicado en Nuremberg, aunque viajaba regularmente para concretar negocios en otros países de Europa, Estados Unidos, Australia e incluso África.
EPC (Engineering, Procurement and Construction, desarrollo llave en mano) es un 20% de la cartera y un 80% es suministro de transporte y montaje de los operadores.
Cuando volvió al país, su expectativa era viajar menos para poder estar más tiempo con su familia, pero fue entonces cuando Vespas se vio forzada por el cepo a poner el foco en otros países de la región. Ahora, la compañía volvió a apostar fuerte por Argentina, a tal punto que recientemente anunció una inversión de 15 millones de euros para montar una fábrica de naseles y de bujes para molinos eólicos en la provincia de Buenos Aires. Este nuevo contexto llevó a Gismondi a concentrarse fundamentalmente en la expansión de las energías renovables en el país, aunque ahora también tiene tiempo para su familia e incluso de vez en cuando se da el lujo de jugar al fútbol en cancha de 11 como volante central.
¿Qué proyectos tienen adjudicados o en vista?
Tenemos proyectos en operación por poco más de 100 megavatios, principalmente lo que es Rawson 1, 2 y 3. La ampliación fue asignada al mercado privado. En su momento se construyó a riesgo. Y luego estamos trabajando muy fuerte en las rondas 1, 1.5 y 2, así como en proyectos de autogeneración. Entre lo que fueron las ventas de 2016 y 2017, más lo que teníamos en operación, estamos hablando de un número cercano a los 1.000 megavatios de potencia en Argentina que están en proceso de construcción, salvo los 100 megavatios que están en operación, que van a estar activos aproximadamente para 2020. Esto hace que, por un lado, hayamos tenido que cambiar la compañía y los recursos que disponíamos hace algunos años. Antes el foco quizás estaba más en Brasil y Chile. Ahora rediseñamos la estructura local. Tenemos la oficina central en Buenos Aires, pero también estamos abriendo un centro de servicios en Bahía Blanca con los repuestos principales para los parques eólicos, así como centros regionales a lo largo del país –más en la Patagonia–, para ofrecer servicios a los parques eólicos. Los tres hubs son Bahía Blanca, Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia. Sobre ellos tenemos la conformación de los equipos que estamos montando, las herramientas y las capacitaciones.
Creemos que 10 gigas de renovables en 2025 es un objetivo altamente probable de ser alcanzado.
¿Cómo hacen para poder crecer en la velocidad que necesitan?
Es un gran desafío. Salvo yo, en el resto de la oficina son bastante nuevos, pero hemos sido capaces de traer gran cantidad de recursos que teníamos en la región para ayudar en Argentina. Ésa es una de las principales diferencias que poseemos como compañía. Siempre tuvimos más personal dedicado al wind que el resto en Latinoamérica, por nuestro liderazgo en Chile, Uruguay y Brasil. En esos países contamos con grandes equipos. Si uno mira el consolidado de Sudamérica, hemos podido balancear los resultados a pesar de que algún año iba mejor un país u otro. Esos recursos se han podido reasignar y calibrar.
¿1.000 megas es una buena plataforma de crecimiento o buscan una expansión mayor?
El objetivo es ambicioso. Por eso hace poco anunciamos una planta en Argentina. Nosotros creemos en el potencial para renovables que tiene este país en el mediano y largo plazo. Esto no es sólo una tendencia local, sino también global. Más allá de cumplir la cuota de 8%, 15% o 20%, hoy la energía eólica argentina es extremadamente competitiva. Ahí es donde vemos que el mercado a término está teniendo un despegue muy fuerte. Eso también lo podemos ver en las ofertas que hubo en las distintas rondas.
¿Qué balance hace de las distintas rondas del RenovAr?
El proceso ha sido similar al que se vio en la mayoría de los países, donde los locales, o un mix de un local con un extranjero, son los que primero toman el riesgo, y a medida que va madurando el mercado hay más apetito por internacionales que contribuyen a bajar los costos y hacer más competitivo el financiamiento. La transición en la Argentina ha sido más complicada, porque el desafío no sólo era desarrollar las renovables, sino cambiar un poco el perfil argentino de un país cerrado al mercado mundial y al crédito internacional. Son muchos desafíos en simultáneo. Si uno los mira todos en conjunto, ha sido un gran éxito. De tener 100 megavatios instalados hace dos o tres años, que en 2020 podamos tener unos 1.500 o 2.000 megavatios de renovables es un éxito. Yo lo veo así a pesar de que todo es mejorable. Incluso a nosotros nos ha sorprendido la velocidad con la que se ha movido.
Como fabricante y desarrollador de tecnología, ¿le preocupa que algunos de los proyectos adjudicados tengan demoras muy marcadas en cierre de financiamiento o lo ve como un proceso de depuración natural en la conformación de un mercado?
Parte de nuestro trabajo es saber identificar aquellas oportunidades y sponsors que son capaces de llevar un proyecto al cierre. Parte del trabajo de que sean financiables es nuestro. ¿Por qué sentimos que hemos sido exitosos en este período en el mercado local? Porque hemos entendido eso de mejor manera y hemos podido ayudar de un modo diferencial a nuestros clientes, para que sus proyectos puedan ser construibles en plazos y en costos.
De los 1.000 megas que tienen contratados, ¿en cuáles están a cargo de todo el proyecto y en cuáles aportan solamente la tecnología?
La proporción es la misma que vemos en el mundo. EPC (Engineering, Procurement and Construction, desarrollo llave en mano) es un 20% de la cartera y un 80% es suministro de transporte y montaje de los operadores. Acá se ha reflejado lo mismo. Por ejemplo, con Pampa Energía hemos hecho el primer EPC en la Argentina, que es el proyecto de Corti (va a estar inaugurado dentro de pocas semanas). Depende del tipo de perfil. Genneia ya había hecho proyectos, tenía expertise de haber instalado parques y gestionado las dos subcontratistas. Otras empresas más locales acostumbradas a gestionar la obra y ese riesgo local también lo han podido hacer.
¿Están pudiendo sacar equipos de la aduana en tiempo y forma?
Estamos operando en la Argentina desde hace seis años. Había muchos problemas que ya conocíamos: demoras en la aduana, puertos, permisos. Varios para nosotros ya estaban digeridos y a veces nos juegan en contra, porque cuando uno va a competir quizá el otro no considera todo esto y es súper barato. A veces no te favorece conocer más el mercado, pero hemos sido capaces de explicarles a los clientes y dar más tranquilidad. Cada vez que se entra a algo nuevo existen riesgos. Creo que hemos podido dar el mayor confort posible en eso. No obstante, en los últimos años éramos nosotros solos haciendo este trabajo y otra cosa es cuando hay simultaneidad de tantos parques (tenemos 15 parques eólicos en paralelo en seis provincias), una competencia de recursos comunes que pueden ser desde grúas, transportes y gente de montaje.
¿Cuánta gente tienen trabajando?
En la oficina somos unas 35 personas y en los parques tenemos toda la gente de construcción y operación, que pueden ser entre 300 y 400 personas.
¿Cuánta gente tenían hace cuatro años?
Estaba yo solo desde mi casa viajando a vender parques a otros países. Llegué a Vestas en 2011 con muchas expectativas, con Rawson firmándose. Vino el cepo cambiario, se trabó todo. Estuve un año y pico, y tuve que cerrar la oficina en la Argentina. Todo se mudó a Chile. En aquel entonces opté por dejar a mi familia acá y viajar. Trabajé para Vestas en otros países. Tres semanas al mes estaba afuera: Uruguay, Perú, Chile, México, Colombia y Bolivia.
Con tantas personas a cargo, ¿en qué no se puede fallar?
En Vestas me siento muy cómodo porque es una compañía que tiene mucho know-how, mucha experiencia, donde los procesos funcionan. Es muy cómodo trabajar en una organización que te apoya tanto y que hace las cosas tan a conciencia. A veces las decisiones llevan más tiempo, pero siempre son por consenso. Para mí trabajar bajo esas condiciones es muy bueno, tengo mucho respaldo. Creo que lo más importante que debo transmitir a la compañía y a todos los equipos es esa visión que tenemos del mercado y para eso yo tengo que estar y me mantengo en contacto diario con la gente del mercado. Hay cosas que no delego, la temperatura del ambiente me gusta tenerla a mí.
¿En qué estado de avance se encuentra el proyecto para instalar una planta de aerogeneradores en el país?
Teníamos un short list de tres posibles combinaciones para hacer la planta en la Argentina, en distintas zonas geográficas y con distintos modelos de negocios. No lo voy a revelar ahora porque va a haber un anuncio formal en los próximos días, pero sí puedo informar que se ha concluido ese proceso y va a ser comunicado en los próximos días. Sí se anunció que será en la provincia de Buenos Aires por temas socioeconómicos y logísticos, y de calidad de mano de obra. La decisión ya está tomada y los contratos están firmados. Ahora nos encontramos en fase de implementación para tener la planta inaugurada este año.
¿Van a construir ustedes?
Hay parte que es propia y parte subcontratada.
¿Qué inversión les va a demandar el proyecto?
Es una inversión del orden de los 15 millones de euros.
¿Cómo ve el tema del almacenamiento como tecnología que se viene y qué impacto puede tener en la Argentina?
Es una tendencia mundial que hoy está bajo análisis en muchos mercados. Está habiendo subastas de híbridos o de sistemas complementarios en redes. De hecho, Vestas ha invertido y comprado una compañía de baterías. También la hemos nutrido de empresas de manejo de información, de sistemas de redes eléctricas y de mercado eléctrico. Estamos queriendo entrar y liderar ese mercado. Los costos de almacenamiento han bajado muchísimo, pero nadie sabe cuánto van a descender. Si uno hace proyecciones sobre la base de cómo bajó la energía solar, efectivamente va a ser un fenómeno disruptivo. Va a cambiar el perfil, pero eso hay que verlo en conjunto con la generación distribuida, que está creciendo muy fuerte en el mundo. Ahí es donde quizás yo veo más desarrollo mundial, con almacenamiento o sin él.
¿En energía solar tienen algún proveedor de tecnología fotovoltaica o Vestas genera sus paneles?
Hemos cambiado un poco la visión de la compañía: hoy es ser líderes en energías sustentables, no únicamente en la eólica. Nuestra tecnología central es la eólica, es donde más cómodos nos sentimos, pero un parque eólico se conecta a la red, gestionamos toda esa conexión y vemos el cumplimiento del código de red. Por lo tanto, con todo ese know-how para nosotros es muy fácil incorporar soluciones solares o híbridas con baterías.
¿Evalúan la posibilidad de hacer algo termoeléctrico?
Hoy no lo sé, pero si es un buen negocio y lo podemos explicar en la compañía, nos va a apoyar.
¿Cuáles son los principales mercados de Vestas en la región y cómo está posicionada Argentina?
Soy responsable en Argentina, pero a la vez director comercial para Argentina, Chile y Uruguay. Brasil se maneja a través de otra oficina. Lo que estamos viendo es que el desarrollo fuerte de renovables ha sido en Brasil y los demás países han tenido intermitencias. Chile experimentó un crecimiento muy fuerte en 2010-2015, donde Vestas instaló casi un gigavatio. Tuvimos subastas en Perú, donde se instalaron entre 300 y 400 megavatios en eólica entre dos o tres que nos repartimos. Uruguay también tuvo sus años. Entre 2011 y 2016 vendimos casi 600 megas y ahora le ha tocado la etapa a Argentina. Estábamos como retrasados. Cuando se acomodan un poco las cosas, el crecimiento es muy alto en muy poco tiempo. Ha sido un boom lo que pasó acá.
¿Qué crecimiento puede tener el mercado de renovables en Argentina en los próximos cinco años?
Nosotros creemos que 10 gigas de renovables en 2025 es un objetivo altamente probable de ser alcanzado. Si tenemos que hacer números rápidos, siguiendo las cuotas de las subastas, 6 gigas deberían ser de eólicos y el resto solar y otras renovables. La planta apunta a creer que vamos a seguir por esa dirección.
¿Qué componentes se van a fabricar en la planta?
La planta es de naseles y de bujes. El buje es donde las tres palas se juntan y cargan después el rotor. Las torres ya las venimos fabricando en Argentina a través de dos partners que hemos desarrollado nosotros: SICA con TecnoAranda y Calviño con Gestamp. Las dos empresas tienen pedidos nuestros desde el año pasado, que fueron proyectos de las rondas 1 y 1.5, y ahora también de la ronda 2, que tenían componente nacional declarado. Ya nos están entregando las primeras torres, hace cinco años que venimos trabajando con ellos. El pedido de fabricar en la Argentina se remonta al año 2011, con Débora Giorgi, Guillermo Moreno y otras figuras del año anterior que ya en ese momento lo pedían.
¿Algunos de esos proveedores pueden exportar?
Sí, nosotros estamos aspirando a hacerlo. El camino tan duro de negociación tuvo que ver con eso. Hay gran parte que se vincula con sus costos, pero otra gran parte de la discusión se relaciona con los costos logísticos, que nos están matando. Si ello sigue así, no sólo se va a afectar a las renovables sino a muchos sectores.
¿Dónde se observa eso?
En el transporte doméstico de camiones. Dentro de todo, los molinos valen mucho por cada transporte, pero yo me pregunto cómo hace alguien que vende productos de poco valor y tiene que llevar tres personas en un camión todos los días. Hoy la logística interna puede matar el desarrollo de la industria local, a tal punto que es más barato traer algo desde China hasta un puerto en Argentina que desde Santa Fe hasta Bahía Blanca. ×