Con una narrativa que combina arietes del mundo empresarial con una visión estratégica que deja entrever su costado académico, Ignacio Aguirre, gerente de Desarrollo de Negocio de Wärtsilä para el Cono Sur, se zambulle de lleno en el análisis de los cambios de paradigma que enfrenta al sector de generación eléctrica. A sus 38 años, Aguirre acumula más de seis como profesor de Energías Alternativas en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), casa de estudios de la que se graduó como Ingeniero Mecánico para luego obtener un MBA en la Universidad Torcuato Di Tella.
El ascenso de las fuentes alternativas de generación es el driver que motorizó la transformación de la industria a nivel global. Tecnologías como la eólica y la fotovoltaica ya no sólo ganan espacio por la necesidad de impulsar el desarrollo sustentable del planeta. Hoy lo hacen porque son competitivas, en algunos casos tanto o más que los equipos termoeléctricos. Sin embargo, no es único elemento disruptivo. La transformación se apoya también sobre la digitalización, el desarrollo de dispositivos de storage (almacenamiento) que prometen ganar en potencia en los próximos años y los nuevos software que están cambiando la forma de operar plantas de generación y el sistema en su conjunto.
El ejecutivo de Wärtsilä grafica el fenómeno con un ejemplo. “En la mayoría de los nuevos parques eólicos, cada molino está conectado a una intranet y reporta miles de variables en tiempo real. Los centros de monitoreo ubicados en otro país pueden recopilar la lectura de todos los aerogeneradores de la empresa alrededor del mundo para establecer análisis, tendencias y anticiparse a fallas”, analiza en diálogo con EconoJournal.
La potencia y multiplicidad de los avances tecnológicos implican también un cambio en los roles y el abordaje de los distintos players de la industria. El desafío es pensar el futuro con un enfoque integral, a través de soluciones híbridas que combinen tecnologías termoeléctricas con renovables, storage y sistemas de despacho altamente informatizados. En ese contexto, la Argentina está todavía rezagada, aunque Aguirre destaca el expertise de Cammesa, la administradora del Mercado Eléctrico Mayorista, que ya computarizó el despacho y su planificación. “El potencial de la informática para revolucionar esta industria pesada tradicional es enorme. Si bien hubo un avance impactante en un corto lapso, todavía estamos en pañales”, advierte.
La multinacional de origen finlandés, que en la Argentina se posicionó como el principal proveedor de centrales de motores de alta eficiencia, flexibilidad y rápido arranque, apuesta ahora por liderar en el país esta nueva tendencia que se observa a nivel mundial. “La significativa digitalización de nuestras centrales de motores habilita opciones como realizar cálculos en las plantas híbridas (de motores con paneles solares y/o storage) para anticiparse al pronóstico del clima y actuar en consecuencia reduciendo emisiones, aumentando la disponibilidad del conjunto, y sobre todo, bajando los costos”.
Éste es uno de los pilares que soporta la estrategia de perfilarse hacia las soluciones integrales de generación eléctrica incluyendo tecnología fotovoltaica que pueda sustituirse temporalmente por energía termoeléctrica proveniente de gas, gasoil y fuel oil cuando no haya suficiente generación solar para abastecer la demanda, complementándose con soluciones de almacenaje en baterías y sistemas.
Hace una década, la apuesta principal de Wärtsilä era sumar valor a partir de la flexibilidad, con motores térmicos que competían y superaban a las turbinas en algunos momentos del despacho. Hoy están apostando a posicionar una plataforma más amplia como proveedor de soluciones integrales que incluyen también las renovables y el storage. ¿Cómo se explica ese proceso?
El mundo está cambiando. En 2008, las renovables tenían un costo tres o cuatro veces superior al actual y eran más un deseo de un planeta más ecológico que una oportunidad económica. Debido a su abaratamiento y a la masividad que adquirieron en China, su precio disminuyó. Hoy el desarrollo de las fuentes eólicas o solares ya no dependen de una política de subsidio; avanzan por sí solas. De hecho, con un gas a 3,5 U$S/MMBTU, el año pasado dos tercios de la nueva generación en los Estados Unidos fue renovables y el otro tercio corresponde al conjunto de todas las demás (termoeléctricas, hidráulica, nuclear, etc). Las renovables vinieron para quedarse.
¿Cómo se proyecta el desarrollo del parque de generación en un contexto de mayor producción de gas en la Argentina con una tendencia a incorporar energías limpias?
Nuestra propuesta de valor se asienta en los siguientes ejes. Por un lado, flexibilidad de combustibles. En la última década, ante la escasez de gas, la Argentina debió satisfacer su demanda eléctrica quemando los líquidos y Wärtsilä respondió. En el actual contexto de explotación de Vaca Muerta, podemos ofrecerle destino a esa mayor disponibilidad de gas a precio competitivo utilizándolo para generar energía de forma eficiente y con bajas emisiones, lo cual se vincula con la renovación del parque existente de generación térmica. El otro pilar es la flexibilidad de arranques y paradas, que permite complementar la intermitencia de las renovables en el marco de su creciente presencia, sin incrementar los costos de mantenimiento. En ese sentido, Wärtsilä está incursionando en nuevas tecnologías para el almacenaje energético que habilitan el diseño de plantas híbridas para conjugar generación renovable y térmica con motores. Ello, sumado a las baterías de litio y al software desarrollado por Greensmith —una firma perteneciente al grupo—, da forma a una sólida propuesta de penetración ascendente de energías limpias que se complemente con gas cuando atraviese un faltante.
¿Qué rol jugará Wärtsilä en los próximos cinco años ya no sólo como fabricante en la tecnología de motores sino también de almacenamiento y en el modeling de la proyección de la demanda?
Los espacios del mercado para Wärtsilä incluyen tanto el de nueva generación por crecimiento de la demanda como el de renovación. La tecnología de gran parte del parque térmico argentino es antigua e ineficiente, con un altísimo consumo de combustible. El 64% de la potencia instalada es térmica, de lo cual, casi el 29% son ciclos combinados y el resto son tecnologías ineficientes: máquinas turbovapor, turbinas de gas, o motores de altas revoluciones. Con el actual avance técnico y la penetración de las renovables en el mediano plazo, la térmica debe evolucionar en ese aspecto y en flexibilidad. Esto último significa permitir arranques y paradas en forma rápida y sin costos extras de mantenimiento y consumo. Las máquinas de Wärtsilä podrían mejorar la eficiencia del sistema. Generar un kilowatt-hora gastando menos combustible beneficia al país y a la sociedad, porque es un ahorro de costos que puede destinarse a otra necesidad, y al quemar menos combustible se reducen las emisiones de Gases de Efecto Invernadero.
¿Qué rol desempeñará la generación termoeléctrica en los próximos tres o cuatro años? ¿Se reemplazarán las máquinas ineficientes como las de turbo vapor que tienen 40 o 50 años de antigüedad?
Ciertamente existen turbovapores que se retirarán dada su baja eficiencia en términos comparativos. Si bien todas las tecnologías pueden potencialmente convivir, las térmicas rápidas-eficientes pueden complementarse muy bien con las renovables, por lo que irán tomando más relevancia. Lo que las articula es la flexibilidad de la generación para incorporar cada vez más renovables. La inflexibilidad del pensamiento tradicional en la batalla de los ciclos combinados es: “no quiero renovables porque no puedo complementarlas”.
La termoeléctrica continuará existiendo por muchos años. La Argentina, con un recurso de clase mundial como Vaca Muerta, tiene que darle un lugar al gas. Sería una locura no tener en cuenta las posibilidades que ofrece el gas barato, que además es la combustión más limpia y con menores emisiones. Existe una infraestructura muy amplia, cuya construcción demandó décadas. ¿Cómo no darle lugar al gas? Asimismo, el desarrollo de la industria gasífera requiere aumentar su demanda. En el plano residencial, buena parte de la población está conectada a la red, y, en el industrial, hay bastantes fábricas y petroquímicas relacionadas al gas. La generación térmica podría sumar nueva demanda a futuro. Es necesario aprender de los Estados Unidos y Canadá, cuyas matrices energéticas son parecidas en su participación del gas, aunque el consumo por habitante sea superior a nuestro país.
¿Tienen una preponderancia hacia lo fósil?
Sí. Los países con gas lo usan: Estados Unidos, Rusia, la Argentina. El carbón y la energía nuclear tienen un fuerte arrastre, pero en un mundo que tiende hacia las renovables el complemento natural es el gas o la hidro. Esta última, si bien es renovable, provoca impactos muy graves en el ambiente. En un contexto donde la generación se achica y distribuye paulatinamente, lo correcto es apuntar a la térmica, pequeña y repartida. Allí se asienta la propuesta de Wärtsilä de plantas modulares, desde una central chica de 10 megawatts (MW) hasta una planta de 200 MW. En función de la cuantía del gas y de la demanda energética, las soluciones son distintas.
Hacia una regulación aggiornada
El marco legal del sector eléctrico data de una época de baja proyección de las renovables. Por eso, Aguirre pone el foco en la necesidad de incorporar aspectos claves como la flexibilidad y las nuevas tecnologías. “Así como la licitación del RenovAr arrojó excelentes resultados, es fundamental aprender de las experiencias de otras latitudes y mercados que nos aventajan temporalmente, de sus errores y aciertos, para obrar en consecuencia”, orienta.
“El storage —agrega—, que técnicamente podría ser muy útil, hoy no tiene lugar en el actual cuadro regulatorio. Ello incluye beneficiarse con los arranques y las paradas rápidas y una retribución mayor a las centrales por su eficiencia que por potencia”, subraya. De todos modos, asegura que se está transitando un sendero correcto hacia un marco legal que contemple la creciente penetración de las centrales más flexibles.
¿Qué componentes deben considerarse para favorecer su participación?
Para incrementar su cantidad, el primer requisito es la flexibilidad, que adopta múltiples formas: desde almacenar energía renovable cuando sobra para usarla cuando falte, hasta que la demanda de los consumidores perciba un costo variable en función de la oferta mediante las redes eléctricas inteligentes. Por ejemplo, si el principal abastecimiento es una fuente eólica, una baja de su producción debería activar instantáneamente una suba de su precio, equiparando oferta y demanda. Ante esa señal, los consumidores que hayan instalado un sistema de gestión podrían ajustar el consumo. Otra forma de flexibilidad es el complemento entre las dos puntas de la cadena: frente a la escasez, se aumenta la generación o se baja la demanda. Y la tercera se ubica en la generación. Las tecnologías de turbinas de vapor y de gas más antiguas hoy no son eficientes ni aportan flexibilidad. Lo mismo corre para los ciclos combinados, diseñados para operar en una carga base, sin grandes fluctuaciones. Exactamente allí ingresa la generación flexible de Wärtsilä. Y si a ese combo se suma el storage, que funciona como un pulmón para absorber variaciones, el circuito tiende a disminuir costos.
Durante este año y el anterior, quedó pendiente el plan gubernamental de construcción de grandes centrales de ciclo combinado. ¿En este momento sería una buena alternativa retomarlo para agregar valor al gas o el propio despacho del sistema y la fluctuación de la demanda obligan a considerar otros elementos?
A nivel mundial, el ciclo combinado grande está perdiendo mercado. Antes, las renovables eran caras y la única posibilidad de apostar por ellas era a través de un beneficio externo: un subsidio de precio, un beneficio impositivo o un premio mediante reducción de costos. Hoy su generación compite con la mayor parte de las térmicas. Está cabeza a cabeza con la de gas de bajo precio, salvo aquí o en los Estados Unidos. Donde los fósiles son caros, la energía renovable ya es más competitiva. En la Argentina es cuestión de tiempo para que las renovables crezcan por sí solas dada la disponibilidad y calidad del recurso. Podrían expandirse incluso por encima del mandato legal, que estipula un 8% actual y un 20% en 2025, siempre y cuando la economía y la infraestructura acompañen. En el presente, este último punto es el principal obstáculo para su desarrollo ya que la generación se produce lejos de los centros de consumo y se requiere inversión en el sistema de transporte. En ese plano, las demoras en las licitaciones complican la ampliación.
En la Argentina, a tono con su estructura, el sistema eléctrico siempre estuvo altamente centralizado con el despacho concentrado en Buenos Aires y en el Gran Rosario. ¿A largo plazo las redes inteligentes podrían aportar mayor autonomía regional?
Por supuesto. De todos modos, casi el 70% de la demanda energética reside en un círculo de 300 kilómetros compuesto por la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense y el Litoral hasta Rosario. Esos centros de consumo están apartados de las principales fuentes: Yacyretá en el noreste, las centrales del Comahue en Neuquén, la eólica que se está gestando con fuerza desde Bahía Blanca hacia el sur y la solar en el noroeste. La tecnología y los sistemas ayudarán a distribuir ese control que hoy Cammesa gestiona adecuadamente. Empero, no considero lejana la posibilidad de incorporar centrales virtuales, que ya existen en otros lares como España y podrían ser la solución para administrar una multiplicidad de pequeñas plantas que le presentaría problemas a ese tipo de operador. Aquéllas se asemejan a conjuntos de centrales pequeñas comandadas localmente como un todo por un operador dedicado para ese grupo. La forma más económica y sencilla de implementarlo es con sistemas. No tiene sentido apostar a su control manual porque es un recurso humano difícil de formar, para un volumen de energía acotado. Con la tecnología y la generación distribuida, es positivo que comiencen a producirse esas aglomeraciones de mini-centrales.
0 Responses
En Argentina, el gas natural es condición de viabilidad de las energía renovables. Cuando estas no están se necesitan centrales térmicas a gas. Y también gas de back up. No teniendo almacenaje subterráneo , es costoso desarrollar producción para tenerla de back up para cuando se materialice la intermitencia. En este sentido, las energía renovables disminuyen la productividad de las centrales térmicas y de la producción de gas. Puede ocurrir que, si no hay gas de back up, terminemos usando gasoil para compensar la intermitencia. En nombre de la energía limpia, podemos terminar usando energía mas contaminante.