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“El stress es mundial y no estamos ajenos. Es muy complejo conseguir barcos de gasoil para complementar la oferta local (de diésel) y por lo tanto, deben administrarse los despachos mientras se van concretando transacciones de importación”. Con esas palabras describió un altísimo directivo del sector de refinación el escenario que enfrenta al sector de combustibles ante la consulta de EconoJournal por el desabastecimiento que se empieza a notar cada vez con mayor intensidad en el interior del país. El estrangulamiento de la cadena de suministro, coinciden todas las fuentes consultadas, no hará más que acentuarse durante abril por los cinco puntos que se destacan a continuación.
- En el mercado existe, desde el último trimestre del año pasado, una cuotificación, tal como publicó este medio en octubre, que en los hechos implica que las petroleras sólo entregan a sus operadores de red un cupo en función de las ventas históricos de cada intermediario. Sin embargo, en la última semana, YPF, el mayor jugador del mercado, dado que vende 6 de cada 10 litros que se comercializan en el país, empezó a registrar problemas concretos para abastecer a sus distribuidores. Algunos incluso empezaron a fijar cupos de 15 o 20 litros por cada venta minorista en las estaciones de servicio. Por ahora, son medidas que se registran en el interior del país, porque la petrolera que preside Pablo González busca que las restricciones que evidencian el desabastecimiento no se expandan por el gran Buenos Aires y Capital Federal. Como el precio del gasoil que se vende por el canal mayorista a industrias y productores agropecuarios es hasta un 25% más caro que el que se vende en las estaciones de servicio, las petroleras están agudizando los controles para evitar el cruce de los canales de comercialización. Sucede que las refinadoras empezaron a detectar que algunos operadores de la red están vendiendo gasoil en sus estaciones de servicio a productores agrícolas a un precio diferencial que se ubica en un nivel intermedio entre el minorista y el mayorista.
- El gobierno nacional, que controla la mayoría accionaria de YPF, prácticamente no hizo nada para alivianar la situación del mercado. La línea gerencial de YPF, al igual que directivos de otras empresas del sector como Raízen, Axion Energy y Puma, propusieron al gobierno desgravar la importación de gasoil para garantizar el suministro justo en meses de cosecha gruesa de oleaginosas. Ante la imposibilidad de modificar el marco impositivo, para lo cual se precisa una Ley que la crisis interna del Frente de Todos no permite viabilizar, algunas empresas incluso propusieron mecanismos alternativos como permitir que el pago de ICL por el gasoil importado se pueda computar como crédito fiscal para cumplir con obligaciones ante la AFIP. Un esquema de ese tipo se puede implementar vía resolución del Ministerio de Economía o de la Secretaría de Energía, pero el Ejecutivo aún no dio señales de avanzar en esa dirección. Para descomprimir parcialmente la situación, Raízen, el segundo player del mercado, tiene casi decidido postergar por algunos meses la parada de planta que tenía programada para la refinería de Dock Sud. El mantenimiento iba a realizarse en mayo, pero la empresa está realizando los últimos estudios de integridad de las instalaciones para definir qué hacer. Es muy probable que pueda postergar el proceso por tres o cuatro meses. Para el mercado argentino y las cuentas del BCRA es una buena noticia.
- Al mismo tiempo, las refinadoras le solicitaron a la cartera de Energía que garantice el abastecimiento de crudo, tanto de pesados como el Escalante y Cañadón Seco como también de Medanito que se produce en Vaca Muerta, para que las destilerías puedan operar al 100% de su capacidad. YPF y Raízen, fundamentalmente, tienen ociosidad para refinar más petróleo en sus plantas de Ensenada y Dock Sud. Podrían procesar entre un 10% y un 15% más de crudo. Pero Darío Martínez se resiste a que la Secretaría cruce los permisos de exportación de petróleo que presentan los productores, tal como prevé el artículo 3 de la Ley 17.319, que exhorta al Ejecutivo a priorizar el abastecimiento de petróleo para el mercado interno. De cara a la ciudadanía de Neuquén, Martínez no quiere que lo tilden de frenar mediante una decisión de su autoría el desarrollo de Vaca Muerta, que requiere que los canales de exportación de crudo Medanito se mantengan estables. Tampoco quiere afectar la exportación de crudo Escalante que se vende al exterior de forma sistémica desde el Golfo San Jorge. Una acusación de ese tipo afectaría todavía más sus chances de posicionarse como el candidato del PJ a disputar las elecciones a gobernador en 2023. Por eso, pretende que sean los privados (refinadores y productores) los que se pongan de acuerdo sin intervención del Estado para abastecer de crudo a las refinerías.
- La demanda de combustibles está en niveles altísimos. Según números de marzo que computan las empresas, el consumo de gasoil se ubica un 10% por encima que en 2019, el último año pre-pandémico. En el caso de las naftas, la tendencia es similar. A diferencia de lo que sucede a nivel global, donde el consumo se retrajo por el fuerte aumento de los precios en el surtidor, en la Argentina el precio estuvo congelado durante nueve meses y se descongeló en febrero. Desde entonces, aumentó un 25% pero ese alza no parece tener impacto en la demanda. El gasoil se paga en Buenos Aires a raíz de 85 centavos de dólar por litro (al tipo de cambios en Brasil). En Brasil cuesta 8 reales, unos 1,30 dólares. Y en Londres cotiza a 1,70 libras. YPF negocia con el gobierno un sendero de precios que contribuya a contener la demanda, pero aún no existe un panorama claro al respecto, porque en el gobierno temen que la suba de los combustibles termine de recalentar la inflación, que se está acelerando.
- La falta de iniciativa del gobierno también emerge al constatar que el gasoil que se está comercializando en las estaciones de servicio no posee biodiésel, tal como establece el marco regulatorio. Según las normas vigentes, el gasoil debería contener un 5% de biodiésel (ese es el cupo obligatorio), pero frente al atraso del precio del biocombustible los productores prefieren vender el aceite de soja directamente en el mercado de exportación. Por lo que hoy prácticamente no hay oferta de biodiésel en el ámbito local. Podría haberla porque la Argentina cuenta con capacidad para producir 3,9 millones de toneladas del combustible vegetal, pero el gobierno ni siquiera genera las políticas para que el cupo actual —que requiere que se produzcan al menos 650.000 toneladas— se cumpla. Incluso hay un proyecto que algunos consultores acercaron a Federico Bernal, interventor del Enargas y una de las espadas del cristinismo en el área energética, para promover el aumento del cupo de biodiésel en el gasoil del 5% al 10%, dado que eso redundaría en una ahorro de divisas por la menor importación de gasoil. Pero hasta el momento el Ejecutivo no dio muestras de tratar el tema seriamente. Mientras tanto, el desabastecimiento de gasoil es cada vez más palpable. Un 30% de la demanda de ese producto se cubre con importaciones que a estos precios internacionales provocan que YPF pierda a razón de US$ 550 por metro cúbico adquirido. Si las refinerías locales funcionaran al 100% de su capacidad, la dependencia externa de gasoil podría reducirse al 20-25%, pero aún así el escenario seguiría siendo muy delicado, porque a raíz de la guerra en Ucrania —que sacó de juego a las refinerías de Rusia, que normalmente inyectaban gasoil en el mercado internacional— lo que existe es una faltante física del derivado del petróleo. Ya no se trata de una cuestión de precio, sino de la escasez del volumen.