La producción de hidrocarburos en el mar es una actividad indispensable en la economía mundial. La industria offshore produce cerca del 30% del crudo y más del 20% del gas a nivel mundial. Más de 12.000 plataformas operan día y noche en las costas de Estados Unidos, Canadá, Noruega, Australia, Brasil, Argentina y demás países. Sin embargo, una vez que la actividad petrolera concluye en estas plataformas, una pregunta sale a flote: ¿cuál es el destino de esas estructuras gigantes de acero erigidas sobre el lecho marino?
En países como Estados Unidos el cierre definitivo de una plataforma offshore conlleva para las empresas operadoras la obligación de proceder con el desmantelamiento de esa infraestructura. Pero en estados como Texas o Luisiana es bastante común que la estructura de acero subacuática permanezca en su lugar. Ocurre que el gobierno federal promueve desde hace décadas la reconversión de las plataformas offshore en arrecifes artificiales. Aguas abajo, las plataformas crean hábitats propicios para la conservación y reproducción de la biodiversidad marina.
Cientos de plataformas offshore en Estados Unidos han sido convertidas en arrecifes artificiales a través de programas “rigs-to-reefs”. Los especialistas en conservación marina han ido encontrando evidencias de la interacción positiva entre estas estructuras y la vida marina. Su conversión también supone un ahorro de costos para las empresas y generan fondos para los programas estatales de conservación marina.
Beneficios para la conservación marina
La conversión de las plataformas offshore supone la remoción de los equipos e infraestructura sobre el nivel del mar. Pero bajo el agua, las vigas incrustadas que se erigen sobre las estructuras tubulares en el fondo marino son dejadas en sus lugares. En conjunto, crean hábitats artificiales propicios para la conservación y reproducción de las especies.
Las estructuras offshore imitan con el paso del tiempo a los entornos naturales y atraen la vida marina hacia las vigas incrustadas, como si se tratara de un arrecife natural. “Estas estructuras imitarán a los entornos naturales”, dice Amber Sparks, oceanógrafa y cientista ambiental. La formación inicial de vieras y corales en las estructuras es un plafón para la atracción y establecimiento de especies de peces. “Muchas especies comienzan a reproducirse durante su madurez en la estructura tubular. Ahí es donde la vida marina realmente prospera y es lo que vemos bajo el mar”, señala.
También ofrecen un refugio ideal, especialmente para los peces. “Debido a estas estructuras, los barcos pesqueros no pueden arrastrar en el fondo o cruzarlas. Son excelentes para la pesca recreativa, pero no se puede arrastrar en el fondo alrededor de estas plataformas. Eso crea estos refugios marinos únicos”, explica Emily Hazelwood, bióloga en conservación marina y consultora en energía offshore. Por su ubicación lejos de las costas también evitan problemas como la erosión provocada por la contaminación y las escorrentías.
Hazelwood y Sparks trabajan en conjunto en Blue Latitudes, una pequeña empresa de consultoría sobre ambientes marinos radicada en California. En diálogo en exclusiva con EconoJournal, las especialistas coinciden en que las plataformas offshore ofrecen condiciones únicas para la vida marina lejos de las costas. “Debido a que sus hábitats naturales se ven afectados por las influencias antropogénicas es que muchas de estas especies están buscando hogares en alta mar donde pueden tener abundancia de alimentos y refugio seguro”, dice Sparks.
Distintos trabajos de campo destacan los aspectos positivos para la conservación marina y el crecimiento de las poblaciones de distintas especies. “En el golfo de México se cree ampliamente que estas plataformas han devuelto las poblaciones de pargos rojos a números más robustos. En California se entiende que estas plataformas contribuyeron a la mayoría, si no a todas, las especies adultas de peces rockfish”, dice Hazelwood.
La experiencia en EE.UU.
La legislación estadounidense promueve desde 1984 la conversión de las plataformas en arrecifes artificiales e incentiva a los estados a adoptar programas “rigs-to-reefs”.
Al 2020 existen sobre la plataforma continental exterior estadounidense al menos 558 plataformas petroleras convertidas en arrecifes artificiales. Por ley, las empresas operadoras de plataformas offshore de petróleo y gas deben cerrar los pozos y desmantelar completamente las instalaciones si deciden terminar con la extracción de hidrocarburos. O pueden aplicar para la conversión parcial de esas estructuras en arrecifes artificiales a través de la Oficina de Seguridad y Cumplimiento Ambiental (BSEE).
La aprobación de la aplicación implica que el operador transfiere la titularidad y responsabilidad sobre la estructura (aunque retiene la responsabilidad última sobre los pozos sellados). Pero si bien las plataformas se encuentran en aguas federales, en los hechos, la transferencia de la titularidad es realizada a los estados costeros con programas “rigs-to-reefs” aprobados. Hazelwood explica que “el gobierno federal de los Estados Unidos no acepta la titularidad ni responsabilidad por la estructura de la plataforma”. Los cinco estados sobre la costa del golfo de México tienen aprobados planes para arrecifes artificiales: Alabama, Florida, Luisiana, Misisipi y Texas. California también aprobó un plan pero no esta en ejecución.
La conversión redunda en beneficios económicos para las empresas operadoras y los estados costeros. Las empresas ahorran costos al tener que desmantelar solo los equipos e infraestructura sobre el nivel del mar. Pero deben donar a los estados costeros una cifra en concepto de apoyo a sus programas de conservación marina y arrecifes artificiales.
“En California tenemos algunas de las estructuras más profundas y antiguas y eliminarlas por completo del fondo del mar sería muy costoso. Si 203 de nuestras 207 plataformas fueran transformadas en arrecifes, es decir, parcialmente dejadas en la columna de agua, habría un ahorro de costos de alrededor de mil millones de dólares para las compañías petroleras. De acuerdo con la ley, entre 650 y 850 millones de dólares de esos ahorros volverán al estado, a un fondo para la preservación y conservación marina”, dice Sparks.
Cambiar la perspectiva
La exploración y producción de hidrocarburos es un tema de discusión política en algunos estados y a nivel nacional en Estados Unidos. La actividad representa el 15% de la producción nacional de petróleo y es fuertemente respaldada en algunos estados pero encuentra resistencias en otros.
La discusión tampoco es sencilla en materia de conservación marina. California aprobó un programa de conversión en 2010 pero ninguna de las 207 plataformas en aguas federales y estatales fue convertida desde entonces. La ley no dice específicamente que la responsabilidad sobre los eventuales arrecifes recae sobre el estado californiano, por lo que el cumplimiento del programa resulta imposible. Pero reformar la ley no es el único desafío. “Que el programa haya sido exitoso en el Golfo de México no significa que será exitoso también en California. Tenemos que considerar a las principales partes interesadas en California, sus opiniones sobre el gas y petróleo offshore y qué puede significar para la población que un programa como este sea implementado. Tenemos una población con una mentalidad muy diferente a la del Golfo de México”, explica Sparks.
En cualquier caso, las especialistas consideran que es necesario cambiar la perspectiva del público en materia de conservación marina y llevar a puntos de encuentro y trabajo entre la industria y las partes interesadas en cuestiones ambientales y de conservación. “La realidad es que estas plataformas se han convertido en algunos de los ecosistemas más productivos del planeta y perder esos ecosistemas sería perjudicial para el medio ambiente marino. Tener estas conversaciones y compartir información y ciencia es un excelente lugar para comenzar”, sintetiza Sparks.