El gobierno de Alberto Fernández quedó atrapado desde ayer al mediodía en una crisis política cuando una decena de funcionarios de primera línea que responden a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner pusieron a disposición del mandatario su renuncia a sus cargos. La jugada, que tomó por sorpresa al albertisimo, implosionó como un hecho político aún de alcance incierto.
¿Cómo impactó la crisis en YPF, la mayor petrolera del país, donde el kirchnerismo y La Cámpora edificaron una plataforma transversal para interactuar con la política?
Ayer al mediodía, Pablo González, que en marzo de este año asumió como titular de la compañía con el respaldo directo de CFK, pareció estar ajeno a la situación que se tejía puertas adentro del Instituto Patria. El ex vicegobernador de Santa Cruz accedió a conversar con periodistas en el ingreso al Museo del Bicentenario, el lugar elegido por el Presidente para presentar el proyecto de Ley para promocionar inversiones en la industria hidrocarburífera.
González se detuvo cerca de 15 minutos para responder las preguntas de los medios que asistieron al acto oficial. Allí se dio el tiempo para proyectar las perspectivas de YPF para 2022 e incluso adelantó que su idea es invertir US$ 3500 millones durante el año que viene, como publicó EconoJournal. El CEO, Sergio Affronti, también estuvo presente, pero evitó el contacto con los medios. Ninguno de los dos estaba al tanto de lo que vendría pocos minutos después.
Daño colateral
El interrogante que circuló durante la tarde de ayer entre las empresas energéticas, a medida que la crisis fue ganando consistencia, es qué sucederá con la conducción política de YPF que forma parte de La Cámpora y está completamente alineada con la Vicepresidenta.
La agrupación que lidera Máximo Kirchner designó a cuatro de sus cuadros jerárquicos en la petrolera. Desde la vicepresidencia de Asuntos Públicos y Relaciones Institucionales, Santiago ‘Patucho’ Álvarez, es el principal emergente de ese andamiaje. Santiago Carreras, gerente de Relaciones Institucionales, también tiene juego propio con la política. Los dos tuvieron un rol relevante en el diseño de la campaña de los candidatos del Frente de Todos en Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires.
A cargo del área de Comunicación, Desiré Cano, es una pieza importante del armado. Al igual que Matías Bezi, uno de los mejores amigos y representante legal de Máximo Kirchner, que a principios de año asumió como gerente de Relaciones Institucionales de YPF para Chubut y Santa Cruz con la intención de ordenar territorialmente la vinculación de YPF con los actores políticos de la cuenca del Golfo San Jorge. Los cuatro tienen acceso a la mesa de conducción de La Cámpora.
El kirchnerismo también designó a otros directivos con cargos de menor relevancia, como Darío Garribia, un ex funcionario de Tierra del Fuego que hoy se hizo cargo de la gerencia de Desarrollo de Proveedores de YPF por impulso de La Cámpora, y Hernán Letcher, un economista que dirige el Centro CEPA y se desempeña como asesor de Pablo González, en especial en temas de agenda renovable y de Y-TEC, la empresa de YPF y el Conicet.
Respuesta
Consultado por este medio acerca del impacto de la crisis de gobierno en YPF, un allegado directo a ese espacio político relativizó el alcance de la compleja situación. Lo puso en estas palabras: “Hay una conciencia clara respecto de que las discusiones políticas tienen que estar amortiguadas en YPF, que es una empresa de participación estatal, pero privada. (La crisis) no tiene impacto. La cuestión debería llegar a niveles muy graves para que lo tenga y eso hoy no lo veo”.
La misma fuente completó: “tanto el presidente (Pablo González) como todos los directores de la empresa están en sus cargos. Lo que pasó es que ministros de primer nivel que ponen la renuncia a disposición del Presidente (Alberto Fernández). Por ahora, no tiene nada que ver con YPF y no veo que esta discusión llegue a impactar en el directorio de la compañía”, concluyó.