Sergio Affronti llegó ayer a Neuquén en el avión privado de YPF para cerrar el acuerdo de sustentabilidad con los gremios neuquinos y la negociación paritaria para recomponer los salarios de los trabajadores. Llegó acompañado de Santiago ‘Patucho’ Álvarez, hombre de La Cámpora y vicepresidente de Asuntos Públicos de YPF, y de Marcelo Aldeco, director de Laborales, quien le había asegurado que la discusión con los sindicatos ya estaba allanada y el acuerdo listo para firmarse.
Sin embargo, algo falló y ninguno de los tres sindicalistas referentes de Neuquén —Guillermo Pereyra, secretario del gremio de petroleros privados; Marcelo Rucci, su número dos que cada vez tiene más poder y lo desafía abiertamente; y Manuel Arévalo, titular de petroleros Jerárquicos— accedió a rubricar lo pre-acordado.
Está claro que el CEO de YPF precisa hoy que su equipo lo ayude. Si se trasladó hasta Neuquén fue porque el propio Aldeco y Carlos Alfonsi, vicepresidente de Servicios y Relaciones Laborales, le prometieron que dejaría la provincia con una foto de paz con los gremios tras casi cuatro meses de espasmódicas negociaciones.
Desde que asumió el cargo el 30 de abril, Affronti dedica obsesivamente su tiempo a tratar de recomponer la resquebrajada agenda de YPF, que atraviesa un momento de gravedad financiera histórica por la caída de la venta de combustibles como resultado de la pandemia. Pero para que ese esfuerzo rinda sus frutos se requiere de un equipo comprometido que entienda lo que está en juego. Ni Alfonsi ni Aldeco son dos improvisados. Alfonsi es un ypfiano que lleva casi 30 años en la empresa. Manejó con probada capacidad y liderazgo un negocio estratégico como el Downstream, de donde proviene la mayor parte de la caja de YPF. Aldeco también lleva años en la compañía. Por eso resulta extraño que hayan convencido a Affronti de viajar a Neuquén si la culminación de la negociación con los gremios era endeble, como más tarde se confirmó.
Segunda vuelta
El CEO de la petrolera controlada por el gobierno continúa en Neuquén con la intención de reflotar la discusión y cerrar hoy. Ayer estaba todo listo para que eso pase. Si hasta el secretario de Energía, Darío Martínez, y el gobernador Omar Gutiérrez tenían preparado un anuncio conjunto con los hombres de YPF para que el acuerdo con Pereyra-Rucci sea la plataforma de lanzamiento del Plan Gas.
De hecho, Martínez fue quien intentó mediar para que las partes se reúnan hoy nuevamente a las 11 para intentar cerrar. De hecho, el presidente Alberto Fernández ya se comprometió con el secretario y con el propio Affronti a viajar a Neuquén en los próximos 15 días para anunciar un paquete estímulo para reactivar la inversión en el sector de OilGas.
Desde la óptica de YPF, la negociación con los gremios era relevante para reducir los costos de desarrollo de petróleo y gas en Vaca Muerta. El derrumbe de los precios en abril y la profundidad de la crisis abrían una ventana de oportunidad, tal vez como nunca antes, para discutir con los sindicatos una agenda de productividad y eficiencia. EconoJournal publicó en agosto que esa ventana estaba por cerrarse.
¿Por qué no se cierra el acuerdo?
La negociación con los gremios mutó cuando el gobierno firmó con Camioneros un aumento salarial del 30% para 2020. O al menos eso fue lo que aprovecharon los gremios para introducir en la discusión la necesidad de actualizar los salarios. Por eso, exigen que se aplique una suba del 16,2% para cumplir con la cláusula de revisión por inflación que se incluyó en la Paritaria 2019. YPF y las petroleras accedieron a ese reclamo: están dispuestas a aprobar ese incremento a partir de septiembre y a pagar dos cuotas fijas de unos $ 50.000 a cuenta de la paritaria de 2020.
Envalentonados, los sindicatos de todo el país exigen ahora mejorar esas condiciones. Pero ese no es el principal problema con los gremios de Neuquén. Lo complejo, en esa negociación, es alinear a Rucci, que se opone a avalar los puntos centrales del acuerdo de productividad que estaba pre-acordado con Pereyra, que a esta altura ya no esconde su debilidad relativa para con su número dos.
En concreto, Rucci cuestiona dos puntos del texto:
- Pretende que unos 700 trabajadores que se desempeñan en yacimientos de Rincón de los Sauces vuelvan a operar inmediatamente. YPF se niega porque la explotación de esos campos convencionales del norte de Neuquén, que tienen costos de explotación más caros que otros, no son hoy su prioridad. La petrolera propuso seguir pagando el salario de ese personal bajo el paraguas del artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo, que permite abonar un 60% del salario de bolsillo de febrero sin abonar cargas sociales.
- Rucci no acepta el esquema de suspensiones rotativas que diseñó el área de Laborales de YPF para poder reactivar la actividad en la provincia.
Firmar un acuerdo de productividad que no incluya esas dos cláusulas tendría un impacto prácticamente neutro para las finanzas de YPF. Veremos si hoy Aldeco y Pereyra logran convencer a Rucci de que firme. En el fondo, ninguna de las partes tiene tanto margen para seguir dilatando el cierre de las negociaciones.
Los gremios —petroleros privados y Jerárquicos— tienen unas 20.000 personas en sus casas sin actividad. Cada día que pasa sin que haya un acuerdo hay menos chances de que ese personal se reintegre a las operaciones. De hecho, según cálculos de la Ceope, por más que el negociación prospero, de ese total existen unos 5.000 trabajadores que no volverían a sus posiciones porque el nivel de actividad no será el mismo que en la pre-pandemia.
Cierre
Para YPF y la industria también existen urgencias. Por extender la negociación de los sindicatos terminaron discutiendo un aumento salarial que no estaba en los planes. Y en la medida que el Ejecutivo empiece a discutir con el Consejo del Salario un alza del salario mínimo, vital y móvil, las empresas tendrán menos poder de negociación para cerrar paritarias.
Frente a ese escenario, lo más probable es que el acuerdos salarial se termine firmando a más tardar la semana que viene, tal vez en Buenos Aires y en una reunión presencial conjunta con todos los gremios en el Ministerio de Trabajo para concluir una discusión que las compañías habrían querido sellar hace ya varias semanas.