Seis referentes del sector anticipan la agenda que viene
Mujeres que avanzan en la industria energética
11 de octubre
2019
11 octubre 2019
En una entrevista exclusiva, TRAMA reunió a seis mujeres líderes del mundo energético para debatir sobre las transformaciones que enfrenta el sector, los alcances de la crisis, el lugar de las mujeres en una industria predominantemente masculina y la compleja articulación con actores sociales del entorno petrolero.
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Hablan con pasión de lo que hacen. Les brillan los ojos cuando cuentan en qué consisten sus trabajos. Describen la industria de la energía como un universo desafiante, entretenido y que requiere una creatividad permanente. Saben que la coyuntura no es sencilla, que la endeblez de la macroeconomía impactará sobre sus negocios, pero se entusiasman cuando se les pregunta cómo ven el futuro de la industria, que está en plena transformación y en la que se quieren ver involucradas. Ellas son Gabriela Aguilar, gerenta general de Excelerate; Mariana Schouacountry manager de Orazul Energy; María Tettamanti, gerenta de Camuzzi Gas; Silvina Oberti, gerenta de Sustentabilidad de YPF; Verónica Staniscia, gerenta de Asuntos Públicos de Shell, y Jimena Blanco, responsable para América latina de Verisk Maplecroft. Son algunas de las caras femeninas de la industria energética, líderes que, en silencio, emergen como pioneras en ascender hasta lugares de mando dentro del sector. 

La importancia de la energía

María Tettamanti, gerenta de Camuzzi Gas

«Hice toda mi carrera en la industria del gas. La industria de la energía es muy desafiante. Es la base de muchas cosas porque la energía es una fuente que se necesita para un montón de actividades. Es una industria que requiere una mirada a mediano y largo plazo, cosa que en este país es algo difícil. Lo resumiría como un trabajo desafiante y entretenido», aseguró Tettamanti, que como titular de Camuzzi –el grupo que más gas distribuye en la Argentina– sabe que enfrenta meses complicados hasta saber qué sucederá con las tarifas residenciales de gas, cuya actualización fue postergada por el gobierno hasta el año que viene. 

Mariana Schoua, country manager de Orazul Energy

En la misma línea, Schoua relató: «En estos 25 años que hace que estoy en la industria de la energía eléctrica, la Argentina pasó por todas las regulaciones. Eso hace que sea entretenido y desafiante. Requiere muchas habilidades de flexibilidad, de adaptación, 
de innovación. Siempre tenés que estar pensando cómo desarrollar tu negocio en contextos muy cambiantes. Sin contar con la macro argentina, que también tiene sus desafíos». La crisis no permite visualizar con claridad qué sucederá en el segmento de generación eléctrica. No hay soluciones sencillas, admitió Schoua. «Antes de la gran devaluación (que comenzó en abril de 2018), el sistema ya tenía un déficit que cubría el Tesoro. La demanda no cubre los costos del sistema. Pero después de la devaluación, el déficit en pesos casi se duplicó», advirtió. 

Gabriela Aguilar, gerenta general de Excelerate

Aguilar, quien ofició como anfitriona de la entrevista conjunta con TRAMA, que tuvo lugar en el piso 25 de la Torre Prourban, tradicionalmente conocida como el Rulero, a pocos metros de La Recova, contó que inició su carrera en el upstream, estuvo en el trading de gas y después se focalizó en el negocio del gas en compañías internacionales, lo que le dio una mirada regional. «La industria en general es desafiante. Tiene que ver con estrategias nacionales, con el futuro de un país. Trabajando en el sector de la energía uno tiene tantos lugares a donde ir; el abanico es enorme para desarrollar la potencialidad. A mí me atrae sobre todo por lo que puede lograr el sector, por los cambios que puede generar en las comunidades y a nivel país. El caso de Vaca Muerta mostró la potencialidad que tiene y es un desarrollo para la Argentina”, comentó la ejecutiva de Excelerate, que está cerrando la factibilidad de un proyecto millonario de licuefacción de Gas Natural Licuado (LNG) en unidades modulares en Bahía Blanca. El inicio de la construcción está previsto para 2020, pero dependerá de lo que suceda con la producción y el nivel de inversión en gas, que es incierto por la caída del precio local del fluido. Otra vez la crisis en el centro de la agenda. 

Silvina Oberti, gerenta de Sustentabilidad de YPF

Oberti, gerenta de Sustentabilidad de YPF, está acostumbrada a lidiar con situaciones de conflicto (ver recuadro). Sin embargo,  aseveró que el sector energético la «moviliza» y la «motiva» por el gran desafío que supone. «La energía es absolutamente relevante para nuestra vida, para el desarrollo económico de un país y su futuro. Y hoy tiene el gran desafío de afrontar tendencias vinculadas a los recursos tecnológicos y del clima que hasta ahora son inéditas. Creo que es un momento interesante para trabajar en esta industria. Nos impulsa a ser innovadores y creativos», describió.

Verónica Staniscia, gerenta de Asuntos Públicos de Shell

«Arranqué en Shell cuando la empresa comenzaba a hablar de desarrollo sostenible y con las primeras políticas de desempeño  social. Totalmente innovador en su momento y una gran universidad de conocimiento que fue fundamental para mi desarrollo en el sector de relaciones externas. Fue lo que me enamoró y aún lo sigue haciendo para permanecer tanto en la empresa como en el área», afirmó Staniscia, que lleva adelante la vinculación –no siempre apacible– de la petrolera anglo-holandesa con actores territoriales de Neuquén, donde la empresa produce petróleo no convencional desde Vaca Muerta, como  con referentes de comunidades Mapuches y referentes gremiales. 

Jimena Blanco, responsable para América latina de Verisk Maplecroft.

Blanco, por su parte, retomó la necesidad de reforzar el diálogo entre los stakeholders y «mirar los riesgos no técnicos de la industria». «Cuando empezás a desagregar lo que significa para la vida diaria, ya sea la minería o los hidrocarburos están presentes, en general combinados. Desde ese punto de vista, lo que más me fascina es la integración de todas las partes: la extracción, el transporte, el diálogo político, etc. Otra cosa es la sustentabilidad y los temas sociales de los desarrollos de las comunidades. Son industrias que llamamos extractivas pero están transformándose para dejar un impacto positivo en las comunidades por las que van pasando. Es una industria que está aprendiendo mucho», aseguró.

Transformación y desafíos

En cuanto a cómo ven la industria energética hoy y cuál es el futuro a mediano y largo plazo, todas coincidieron en utilizar la misma palabra: «Desafíos», aunque «transformación», «diversificación» y «descentralización» también aparecieron mencionadas. 

En ese sentido, Oberti indicó: «Este es un momento de grandes desafíos para la industria en términos tecnológicos y de cuidado del ambiente. La industria de la energía a nivel mundial está atravesando una transformación que consiste en ver cómo evolucionamos para seguir produciendo la energía que necesitamos con menos emisiones. Ese es el gran desafío: el equilibrio entre la ampliación del acceso y al mismo tiempo la reducción de emisiones». A ese respecto, afirmó que YPF tiene una experiencia interesante porque está trabajando en todas esas líneas. «Hicimos una planificación a 2040 con distintos escenarios en función de los cuales se testean los proyectos para que sean flexibles, pensando en la sustentabilidad del negocio. Las líneas de trabajo que se están encarando tienen que ver con el core de la compañía, que es el Oil & Gas, que debe ser cada vez más eficiente en uso de recursos, en costos y en emisiones. El gas natural aparece como la gran solución de este momento en términos de reducir el impacto en emisiones», subrayó. 

Por otro lado, señaló que la empresa puso el foco en el desarrollo de energías renovables. «La compañía está haciendo una inversión muy sólida y creó una nueva empresa, YPF Luz, para trabajar ese tema no solo en renovables sino también en energía térmica eficiente basada en gas. Y hay una tercera línea que es la que tiene que ver con la innovación y la tecnología. Está basada en Y-TEC, la compañía de I+D que YPF tiene en conjunto con el Conicet, enfocada no solamente en pensar cómo hacemos más sostenible la tecnología del Oil & Gas sino cómo desarrollamos nuevas soluciones energéticas», enumeró. Finalmente, remarcó que «el Estado y las empresas deben trabajar juntas para ver cómo avanzamos articulados en las transiciones energéticas, cómo aceleramos un mayor acceso con menores emisiones». 

En el mismo sentido, aunque con la mirada a largo plazo, Schoua destacó: «Estamos en un momento de cambio cultural porque, hablando de sustentabilidad y de energía, el mundo está yendo hacia las energías renovables, y por supuesto que estas cosas requieren un cambio cultural y las políticas públicas para que se puedan llevar adelante». Además, Schoua se refirió a la ley 27.424, de generación de energía distribuida. «Ese es un paso importante que va a hacer que las energías renovables prosperen a nivel descentralizado. Hay que lograr que las personas lo hagan no solo por la cuestión económica sino porque creen en eso. La descentralización es una tendencia que está viniendo. Es el usuario tomando control de la producción de su propia energía, y cambia los paradigmas de nuestra industria. Hay mucho por hacer». 

Crisis y devaluación

En referencia al sector de la generación –que es de los más atrasados en materia regulatoria– y a los desafíos que generó la devaluación, la country manager de Orazul Energy, la compañía que adquirió los activos en el país de la norteamericana Duke Energy, describió: «La demanda no cubre los costos del sistema. Considerando que los costos están en dólares y los ingresos –o sea, la tarifa– están en pesos, la devaluación provocó que el déficit se ampliara, casi se duplicara». Frente a ese escenario, añadió, hay tres posibilidades: «a) o lográs que la demanda pague más, lo cual es un gran problema en un momento de recesión como el actual; b) que lo pague el Tesoro (con mayores subsidios), pero el país está en malas condiciones y hay que bajar el déficit fiscal; o c) bajás los costos, que tampoco es tan fácil porque operamos con costos en dólares que son muy difíciles de bajar. Tendríamos que ir hacia algo más eficiente y para eso hay que tener los incentivos de instalación de nueva tecnología para bajar el costo existente. Poder se puede, no tenemos el sistema más eficiente. Nuestro parque estaba un poco obsoleto. Si nosotros como país pudiéramos generar los incentivos para que haya más inversión… pero tampoco es fácil en un país donde no hay financiamiento». «El contexto macroeconómico me está condicionando la demanda», enfatizó. 

El costo total del sistema de generación está escindido en dos: por un lado están las máquinas ‘viejas’, que cubren la mayor parte de la demanda y se remuneran según precios establecidos por la Secretaría de Energía en la resolución 1/2019. Por otro, los nuevos contratos de Power Purchase Agreement (PPA) firmados por Cammesa en los últimos tres años, que están en dólares, con una duración de hasta 15 años. En el sector interpretan que por la crisis es probable que algunas de esas regulaciones se revean en 2020. «Hoy las empresas que operamos centrales viejas parecemos más vulnerables porque en cualquier momento nos pueden cambiar la regulación. Los que tienen contratos están más protegidos porque, por ejemplo, en algunos casos tienen garantías del Banco Mundial. Pero tampoco es gratis afectar la potencia ‘vieja’ porque seguramente seremos los mismos inversores para ampliar el sistema a futuro y la necesidad de repago de esa inversión va a ser distinta», advirtió Schoua. 

Tettamanti replicó ese mismo análisis en el segmento regulado de gas. «Al devaluarse el peso, si cumplieras el esquema actual  tendrías un aumento importante (de las tarifas). El desafío es que nos pongamos de acuerdo todos los argentinos para ver cuáles son las políticas que van a hacer posible el desarrollo del país. Yo no creo que Vaca Muerta vaya a salvarlo. Creo que Vaca Muerta es un gran potencial que tenemos y todos los recursos los vamos a poder aprovechar si tenemos condiciones que lo hagan posible: una macroeconomía ordenada, etc.». Además, se preguntó: ¿Cómo hacer para tener un régimen tarifario que pueda persistir en el tiempo si el peso se devalúa todo el tiempo? ¿Cómo hacés para tomar deuda en dólares en pos de hacer inversiones? El gran desafío de la Argentina sigue siendo de políticas públicas macroeconómicas y después del sector de la energía», analizó, con crudeza. 

Regulación y tarifas

«Cuando hay tanta incertidumbre te preparás para lo peor, así es más fácil reacomodarte», destacó Tettamanti. Y agregó: «Desde Camuzzi estamos acentuando las políticas de eficientización de los procesos y para eso hay que educar al consumidor. Hicimos la oficina virtual y hay mucha gente que todavía se resiste. Si querés tarifas bajas, hay que tener costos bajos. Aun si los subsidiás, alguien lo está pagando. Para que los costos sean bajos, hay que imponer tarifas de eficiencia. Nos estamos preparando para un escenario que no sabemos cómo va a ser y tenemos una postergación del ajuste tarifario para enero. Esperemos que eso se cumpla». 

Aguilar reclamó «tener certidumbre en el largo plazo». «Tener políticas públicas que puedan ser sostenibles independientemente de los distintos ciclos políticos. Y no hay que hacer foco solamente en Vaca Muerta. No hay que olvidarse de los otros recursos (hidrocarburíferos) que están disponibles», enumeró. 

Desde Shell, Staniscia manifestó: «Una de las cosas más difíciles es tener un marco regulatorio estable. Ni siquiera te digo una política pública. Eso es lo que define a un inversor para poner la plata acá o en otro lado. En la Argentina no entendemos que el inversor puede invertir acá o afuera. En este momento, lo que nos preocupa es qué va a pasar después del día 91 del congelamiento de precios del petróleo en el mercado interno. 

«Hay que discutir tarifas –lanzó Tettamanti–. Lo que hay que pensar es que, dado que hoy las tarifas son en pesos pero los mecanismos de ajuste tarifarios se previeron con un tipo de cambio fijo (porque existía la Convertibilidad), hay que hacer algunos ajustes». 

Y profundizó: «Creo que las tarifas de distribución deben tener un costo fijo más alto. Porque los costos de la distribuidora son fijos. Si consumís mucho o poco igual te tengo que medir el consumo, te tengo que mandar la factura. Soy más partidaria de que la tarifa sea una sola. La diferenciación en poder adquisitivo hay que hacerla en políticas de tarifa social. Hay que perfeccionarla. He visto gente con tarifa social en viviendas que no la requieren». 

Schoua esbozó una hoja de ruta de cómo enfrentar lo que viene: «Lo que hacemos es pensar la regulación desde el punto de vista del regulador. Necesitamos una regulación sostenible en el tiempo. Con el conocimiento de venir trabajando desde hace 25 años acá y tener experiencia en otros países del mundo, nos dedicamos a pensar la regulación. Y lo ponemos a disposición del Gobierno. Hay muchas regulaciones y resoluciones distintas. El tema es cómo salimos de eso. No es fácil. Va a ser necesaria una etapa de transición. Y tener claro el objetivo de hacia dónde vamos. Se debe lograr un consenso de toda la cadena de la industria 
acerca de dónde queremos ir. Hay que pensarlo con las personas que saben en cada sector de la industria pero trabajar en conjunto», cerró la ejecutiva. ×

La mujer en la industria petrolera En minoría, pero distante de la perspectiva de género

Las protagonistas de esta entrevista se resistieron a ponerle un sesgo femenino a sus roles dentro de la industria y al rol general de la mujer en el mundo laboral. Como periodista que trata de hacer su tarea con una mirada de género, intento siempre hacer visibles las dificultades de las mujeres en distintos ámbitos, ya sean laborales o personales. En el caso de las entrevistadas, noté un especial interés por no profundizar en estas dificultades. Si bien reconocieron la necesidad de realizar cambios culturales en la política empresaria para ofrecer flexibilidad horaria, diversidad en los equipos de trabajo y mejoras en las licencias para tareas de cuidado, todas coincidieron en que esas medidas beneficiarían a todos los empleados de sus empresas, independientemente de si se trata de hombres o mujeres. 

«Somos muy pocas las mujeres en la industria, pero siempre nos han tratado con mucho respeto todos nuestros pares masculinos. Nunca sentí que nos hayan dejado de lado. Hay un respeto a la capacidad profesional de la mujer. Nos abren las puertas», sostuvo Gabriela Aguilar, gerenta general de Excelerate. 

En la misma línea, María Tettamanti, de Camuzzi Gas, indicó: «La verdad es que yo creo que en esto del género hay muchas historias. No se puede generalizar. Nunca sentí una discriminación a nivel laboral, o que alguien haya dicho que no pueda ocupar ese puesto porque es mujer. Siempre sentí que me valoraron en mi trabajo. No me pongo a pensar todos los días que soy mujer cuando voy a trabajar».

Mariana Schoua tampoco sintió discriminación, pero reconoce que «es una industria que está dominada por hombres en posiciones de liderazgo». Y agregó: «Siempre fue una situación de minoría clara pero nunca me hicieron sentir menos. A veces es el propio estereotipo de las mujeres porque sentís que todas las miradas se dirigen hacia vos y a veces no es así». 

«Las reglas a las que una se ajusta, querer estar rindiendo más o tratando de probar por encima del resto que estamos preparadas para un determinado trabajo, nos complica más. No sé si es autoexigencia o si es una persecuta interna que cada una tiene y es ese buscar estar a la altura del resto», agregó Verónica Staniscia con una mirada un poco más psicologisista.

Ella nota un cambio generacional que también fue mencionado por sus colegas: «Hoy tenés a las mujeres que demoran su maternidad en busca de desarrollarse profesionalmente. Noto que las más jóvenes están más preparadas. En mi época no se hablaba de eso. Hoy se habla de congelar óvulos. Hay un cambio en su mentalidad. Nosotras teníamos el mandato femenino de la familia y ahora también está el de crecer en estas empresas, donde el ritmo te exige viajar mucho». 

Encontrar un balance entre la vida personal (especialmente en relación con la familia y los hijos) y la vida profesional (dentro de la cual también se incluyen los viajes y la formación) parecería ser la clave que propusieron las entrevistadas, antes que la reivindicación del rol de la mujer al interior de la empresa. 

En ese sentido, Tettamanti sostuvo: «En mi rol de mujer y madre, cuesta un poco más (trabajar) porque, por un tema cultural, una tiene que hacer mucho equilibrio entre el trabajo y el cuidado de personas, que no solo son hijos y que generalmente lo hacen las mujeres; tienen poco apoyo para compartir esa responsabilidad. Ese fue el principal desafío». 

Schoua se refirió a las políticas implementadas en torno a los tiempos de cuidado y señaló: «Hay dos vertientes del lado de las empresas: una es ayudar a las mujeres, darles flexibilidad, que trabajen desde la casa. Esa para mí no es la manera, porque lo que logramos es que los estereotipos se afiancen y a la hora de elegir a quién reclutar o promocionar, las mujeres estamos en desventaja. Por eso yo soy de la idea de dar beneficios por igual a hombres y mujeres, porque eso nos iguala. No solo porque permite combinar vida laboral y vida personal a todas las personas y no nos pone en desventaja».

Tettamanti añadió: «¿Por qué únicamente a la mujer se le da flexibilidad? Se la tenés que dar a todos, porque si no asumís que solo la mujer puede realizar las tareas de cuidado». 

Y Blanco fue un poco más allá en las propuestas: «La flexibilidad no solo tiene que ser para estas tareas; si queremos promover el desarrollo de habilidades nuevas, la misma mujer puede usar esa flexibilidad para hacer una maestría mientras que un hombre puede ir a su casa a cuidar a sus hijos. Es parte de una sociedad moderna en la que la gente trabaja para vivir y no vive para trabajar. El costo más grande que puede tener una empresa es que la gente se vaya. Tener flexibilidad atrae mujeres y les permite quedarse. Pero también atrae hombres o jóvenes que quieren balancear su vida con su trabajo y llegar más lejos. Es parte de una sociedad mejor». 

En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, también hubo relativizaciones. Tettamanti, por ejemplo, consideró: «Tenemos diferencias de estilo con los hombres, pero también tenemos diferencias con las mujeres y los hombres tienen diferencias entre sí. A mí me cuesta generalizar. No creo que sea una cuestión tan de género». 

Y hubo coincidencias en torno a que la tendencia a la igualdad de género en el ámbito laboral beneficia tanto a hombres como  a mujeres. Schoua opinó: «Nunca se habla de las ventajas de los hombres ante el cambio cultural, porque tienen el gran peso de ser los proveedores, y si las mujeres podemos compartir ese peso, los hombres se benefician. También para que puedan disfrutar de su paternidad. Escuchamos a muchos hombres que llegan al final de su vida y dicen: ‘Lo que meperdí’».

En el mismo sentido, Tettamanti agregó: «Los estereotipos perjudican a los dos. ¿Cuánto han sufrido los hombres ser la única carga?». 

Silvina Oberti también estimó que hay un beneficio para todos si las cosas cambian. «Hay que pensar no solo en lo laboral sino  en ser pares en todas las actividades, y en cómo eso impacta positivamente en la mujer y en toda la sociedad. Para eso necesitamos que los hombres quieran ser parte de este cambio cultural». 

«A mí me sorprende esta palabra que está de moda: la sororidad. Con eso nos estamos cerrando aún más sobre lo femenino, cuando la sororidad tiene que ser entre hombres y mujeres en términos de paridad», aportó Aguilar. 

No hay que soslayar el hecho de que la mayoría de las entrevistadas realizó la totalidad de sus carreras dentro de la misma industria o incluso dentro de la misma empresa, empresas multinacionales o con culturas internacionales, dentro de las cuales las políticas de género se implementan hace décadas.  

Así lo describió Schoua: «Tuve la suerte de trabajar en empresas multinacionales con una mirada muy amplia. Y hay muchos procesos que creo que benefician a las minorías en general, quitan discrecionalidad y ayudan a tener los sesgos a raya, para que nos sintamos más protegidas, más cómodas o con más oportunidades».

También mostraron reparos en cuanto a la incorporación de cupos femeninos en los equipos de trabajo. La principal objeción estuvo basada en que cumplir con los cupos no necesariamente garantiza que las mujeres que ocupan esos puestos sean las mejores candidatas –en términos de capacidades– para ocuparlos. Sí admitieron que la diversidad de miradas ofrece beneficios.  

«Entiendo la necesidad de que existan para promover el desarrollo de las mujeres –sostuvo Aguilar–. Pero la realidad es que los cupos femeninos son también… no digo estigmatizantes, pero dan lugar a que se cubran espacios sin tener las capacidades. La mujer tiene que ocupar los espacios 
por capacidad y no para cubrir un cupo». 

Al mismo tiempo, Aguilar admitió que, al interior de las empresas, es necesario «dar los espacios para que las mujeres puedan trabajar con comodidad. Me acuerdo de haber visitado yacimientos de toda la Argentina y no tener baños para mujeres. Creo que muchas veces este tipo de pequeños detalles colaboran».

En el mismo sentido se expresó Blanco, quien aseveró: «Yo no creo que una empresa contrate a alguien que no esté capacitado para el puesto con tal de llenar el cupo. Hay que mirar al equipo y preguntarse: ¿hay diversidad en él? Hace a una cultura más rica tener hombres y mujeres, y de distintas edades. Y hay que estar atentos a los temas del día a día (baños, uniformes, etc.), porque aparecen en todos los estudios».

Las entrevistadas relativizaron los estudios que demuestran que más mujeres en puestos de liderazgo mejoran los rendimientos dentro de las empresas. «Eso puede existir, pero no porque la empresa tenga una mirada femenina sino porque tiene una mirada diferente. Lo mismo sucede con las religiones y las elecciones sexuales. La mirada femenina no genera mejor ganancia sino la diversidad. Cuantas más miradas haya, mejor», opinó Blanco. 

Schoua fue tajante: «Esos estudios refuerzan el estereotipo de que somos distintos y tenemos capacidades distintas. 
Creo que es al revés, que las empresas que tienen mujeres en puestos de liderazgo es porque van a la vanguardia. Tettamanti opinó en el mismo sentido: «Es consecuencia y no causa. El hecho de que la mujer esté liderando significa que la empresa tiene una visión general que va a la vanguardia y no al revés». Sin embargo, más allá de los esfuerzos por destacar que a ellas nunca se las discriminó y que jamás sintieron menosprecio por parte de sus pares por el hecho de ser mujeres, es una industria donde hay poca presencia femenina y donde solo algunas ocupan puestos de liderazgo.

«Las mujeres somos pocas en esta industria: 20% y en puestos de liderazgo menos todavía. Ahora hay un 12%. Si queremos que los espacios para las mujeres vayan creciendo, 
tenemos que pensar en transformaciones más profundas relacionadas con el cambio cultural y con otros que surgen todos los días, como la infraestructura y la formación», sentenció Oberti. Ante la escasa presencia femenina en el mundo de la energía, Jimena Blanco propuso «apoyar el desarrollo de las mujeres en todo lo que tiene que ver con ciencia y tecnología, programas de educación para que puedan elegir esta industria y no que se la considere algo de los hombres, sino que desde temprana edad se le pueda enseñar a una nena lo básico de este sector». 

¿Negociar o judicializar? La relación con los pueblos originarios

La formación Vaca Muerta se encuentra en tierras reclamadas por comunidades Mapuches, como los Campo Maripe. Por lo tanto, las empresas que pretenden explotar las riquezas de esas tierras deben contemplar los intereses de los pueblos originarios y negociar con ellos. Los Mapuches poseen derechos en sus tierras ancestrales, consagrados por la Constitución Nacional. 

Verónica Staniscia, de Shell, relató: «La relación no ha sido mala. Aprendí un montón con Campo Maripe y con la Confederación Mapuche. Hay mucho mito y la industria tiene una forma de manejarse que es como un teléfono descompuesto. El día que íbamos a ir a Añelo, lo primero que hice fue pedir el teléfono de Albino (N. de R: Albino Campo es el lonco de la comunidad y ex concejal del FPV en Añelo), lo llamé y me fui a verlo. La gente que trabajaba conmigo me decía: ‘Estás loca, armemos primero una estrategia’. ‘¿Qué estrategia? Vayamos a hablar y listo’. No puedo decir que no me trataron bien y me abrieron las puertas de la ruca (N. de R: casa). A partir de ahí arrancamos conversaciones que se extendieron por seis meses en los cuales ellos pedían su reconocimiento». 

En ese sentido, Staniscia sostuvo que «hay un gran pendiente, desde el Estado y desde las empresas. Vos aceptás un permiso  donde hay gente viviendo. Nos pasó de llegar y no saber que había una comunidad allí. Hay una ausencia de reglamentación de un artículo 169 de la OIT, que plantea la consulta previa».

En la misma línea, Oberti, de YPF, indicó que «el artículo 169 Argentina lo tiene incorporado (a la Constitución) y es un consenso que tiene que llevar adelante el Estado. En el país todavía no está regulado, ni nacional ni provincialmente. Y se debe definir cómo institucionalizar ese proceso. Por eso, hay que ir resolviéndolo sobre la marcha». «El interlocutor debe ser el Estado, no los privados. Nosotros no somos el interlocutor válido para dar la discusión sobre la territorialidad. La industria termina siendo el catalizador», agregó.

La ausencia de una reglamentación del artículo 169 por parte del Estado y de un protocolo de acción sobre cómo proceder con los pueblos originarios implica que haya dos opciones: el diálogo o la judicialización. De hecho, hubo numerosos conflictos judiciales con pueblos que reclaman tierras, especialmente en la Patagonia. 

Ante este escenario, Staniscia indicó que «la palabra que se usa es ‘manejalo’. Y yo lo manejo, porque creo en el diálogo y no voy a judicializar un conflicto. Entiendo que la lucha no es un tema personal con la empresa. La tienen hace muchísimos años».

«Cada vez que nos toca trabajar en tierras que ‘reclaman’, tratamos de sentarnos con ellos, ver en qué consiste su reclamo e involucrar al Estado. Yo no firmo ningún acuerdo si no tengo al Estado provincial sentado ahí. Porque mi contrato primero lo firmé con el Estado, que nos puso en esta situación y en algún momento va a tener que resolverlo», detalló. Y explicó que a los pueblos originarios la personería jurídica se la reconoce la provincia, no la Nación, y ambas se quejaron por la falta de institucionalidad en referencia a la cuestión. Además, Oberti puntualizó en que «el Estado es la autoridad regulatoria, por ejemplo en materia ambiental, y es la autoridad concedente. En todo lo que hagas tenés que involucrar al Estado». 

Oberti relató lo que sucede en el caso de Bolivia. «Es muy diferente de lo que sucede en Neuquén, porque Bolivia sí está adherida al artículo 169 y sí está reglamentado. Hay un procedimiento establecido que está liderado por el Estado. Eso funciona a nivel nacional. Acá lo que nos falta es esa institucionalidad», destacó.

Respecto de cuál es la postura de las empresas energéticas en cuanto a la reglamentación del artículo 169, Staniscia sostuvo: «En la industria tenés distintas líneas. Hay líneas que quieren la reglamentación del 169 y líneas que no la quieren. Aunque resolvería un montón, no le han encontrado la vuelta».

Cómo lidiar con los temores que genera la industria – El cuidado del medio ambiente

La problemática del cambio climático y la necesidad de incrementar los esfuerzos para el cuidado del medio ambiente son temas que están en el tope de la agenda pública y, por lo tanto, muchas miradas se posan sobre la industria energética. Por eso, conocer el nivel de preocupación, ocupación y transformación de cada una de las empresas en las que trabajan las entrevistadas es fundamental. 

Desde YPF, Oberti reconoció: «Hoy el desafío es doble: el de la operación y cómo lo hacés cuidando los impactos, cómo cuidás el uso de los recursos naturales que son escasos y que tienen que estar disponibles para las próximas generaciones. Y también está el tema del cambio climático y de cómo esta industria se transforma para poder seguir produciendo energía».

Oberti explicó que la industria hoy se pregunta «cómo cuido la operación en el día a día y cómo transformamos la industria para ir evolucionando hacia una economía baja en carbono que no solo va a dar respuesta a los clientes sino que va a permitir sustentabilidad para la empresa a largo plazo». 

En referencia a la distribución del gas, Tettamanti, de Camuzzi, señaló que la actividad «está muy regulada. Antes de hacer cualquier cosa, tenés que hacer estudios de impacto ambiental». Sin embargo, consideró que en materia de cuidado del medio ambiente desde las empresas «también se trata de un tema cultural». «En mi casa, por ejemplo, separo todo lo que es reciclable de lo que no lo es. Si vos hacés eso en tu casa y educás a tus hijos así, no vas a hacer algo diferente en el trabajo. Es como el tema de género: si vos no cambiás la cultura y solo seguís las regulaciones a las que estás obligado, es más difícil que el planeta se cuide. Hay que difundir mucho la problemática. Uno desde su vida privada hasta en lo laboral debe ser responsable con el medio ambiente», destacó. 

En la misma línea opinó Staniscia: «Cuesta mucho que la gente entienda el impacto que cada uno genera en el medio ambiente. Es más fácil echarle la culpa a la empresa del impacto que genera. La culpa siempre es de la empresa, no de uno», se quejó. En ese sentido, relató la historia de la primera vez que Shell desembarcó en San Patricio del Chañar, Neuquén (departamento de Añelo), para contar cómo era el proceso de uso del agua. «Es una zona de producción de frutas. Son chacareros que trabajan fruta orgánica y les preocupaba que llegara la gran empresa a hacer fracking, por lo que pudiera pasar con el agua. Hicimos una reunión que duró cinco horas con todo el pueblo, desde el intendente hasta los chacareros. Cuando explicamos el uso del agua, se armó una pelea porque resulta que nosotros usábamos en todo un ciclo el agua que ellos usaban en dos horas de riego», detalló. 

Por eso añadió: «A veces en el imaginario es la empresa la que genera el impacto. Hay un montón de tecnologías que las empresas pueden aplicar y además estamos sujetos a muchísimas regulaciones que tenemos que cumplir. Si no estás alineado a las regulaciones, no se puede empezar. Hay un fantasma y hay falta de educación sobre el impacto que hace cada uno». 

En cuanto al uso del agua, Oberti indicó que la Cuenca del Río Neuquén, que corresponde al área donde se realiza producción no convencional de gas, «tiene un uso de 0,2% de agua con destino industrial, mientras que para el riego es del 46%. Y en ese 0,2% estamos todas las compañías». Por ese motivo, Staniscia lanzó: «Es un mito lo del agua», a lo que Oberti respondió: «Eso no significa que no debamos tener cuidado con el uso del agua». 

Y Blanco añadió: «La agricultura siempre demanda mucho más que la industria extractiva. Pasa que esa demanda la tenés distribuida en miles de productores». Tanto Oberti como Staniscia y Aguilar coincidieron en la necesidad de transmitir a los pobladores cercanos a las zonas donde opera la industria cómo se desarrolla la actividad. «Tenemos que contar que lo que hacemos está controlado y regulado», sostuvo Oberti. «Hay falencia de comunicación o de poner a disposición en idioma simple los estudios de impacto ambiental. Es responsabilidad de la empresa llegar a la comunidad», aportó Aguilar. 

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  1. Muy interesante y valioso este artículo. Quiero guardarlo pero no lo puedo hacer. ¿serían tan amables de enviarmelo aparte para que lo pueda guardar, imprimir, enviarlo a otras personas, etc?
    Desde ya muchísimas gracias.

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