Mario Mochkofsky, de Weatherford
No podemos darnos el lujo de dejar riquezas 3.000 metros bajo tierra
1 de noviembre
2018
01 noviembre 2018
Con los actuales precios del crudo y el dólar, más la mejora en la competitividad, Weatherford cree que el sector hidrocarburífero puede despegar y ayudar a aliviar el desequilibrio de la balanza comercial argentina. Para ello, el vicepresidente de la firma, Mario Mochkofsky, reclama desarrollar más infraestructura a nivel nacional. 
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Por Lucas Lufrano

tramaTras más de una década pivoteando entre el exterior y la Argentina, Mario Mochkofsky retornó definitivamente al país en 2012 y se acopló al inicio del servicio de fractura de Weatherford, que había nacido unos meses antes. «En dicho concepto, ese año facturamos solamente por u$s 6 ó 7 millones, mientras que en 2014 y en 2015 alcanzamos una facturación de u$s 120 millones», recuerda.

En el mediano plazo, su objetivo es establecerse en el país, al menos hasta que sus hijos comiencen la universidad. «Los chicos sufren mucho vivir en otro lugar. Cuando son pequeños eso no es tan problemático, pero durante la adolescencia se complica. Aquí pueden ver a sus abuelos. Hay que hundir raíces y asignar prioridades», indica.

De todos modos, reconoce, la razón de su vuelta también fue personal. «Uno se mueve para desarrollarse profesionalmente y hacer una diferencia económica. La experiencia de vivir afuera ya la tuve, hoy no me llama. Los amigos y la familia están acá», señala.

Como vicepresidente regional desde 2017, el directivo transcurre 165 días al año en Neuquén y el resto lo reparte entre Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Río Grande, Punta Arenas (en Chile) y Santa Cruz (en Bolivia).

Las perspectivas de los países vecinos a su cargo, comenta, son disímiles. «El mercado chileno es interesante. Son unos u$s 30 millones anuales, que representan entre el 8% y el 10% del argentino. Bolivia, en cambio, ha sufrido mucho el último año y viene cayendo desde un techo de entre u$s 25 y u$s 30 millones a un nivel actual de entre u$s 10 y u$s 11 millones», puntualiza.

Cordobés de nacimiento, Mochkofsky se acostumbró a viajar por las provincias durante su infancia. Vivió en Neuquén en la época de las represas hidroeléctricas Planicie Banderita, Loma de la Lata y El Chocón (donde su padre fue jefe de obra), y luego se trasladó a Salta para trabajar en una fábrica de cemento.

Regresó a Neuquén en 1995 para comenzar su carrera profesional en su ahora competidora Schlumberger. Tras un impasse de un año, cuando la crisis argentina coincidió con un abrupto desplome del precio del crudo, a fines de 2001 se mudó a Colombia, donde trabajó durante cuatro temporadas. «Como era la época de guerrilla, estaba en Casanare, una región en los llanos cercana a la frontera con Venezuela. Había mucha rotación por la seguridad», evoca. Después de un año en México, ensayó su primer regreso a la Argentina y en 2008 se sumó fugazmente a Tecpetrol. «No me acostumbré a la operadora. Lo disfruté, pero era otro nivel de adrenalina», explica.

Weatherford le abrió sus puertas en 2009. «Luego de dos años en México, me llegó la hora de sentar cabeza en el país», acepta el vicepresidente de la empresa para la Argentina, Bolivia y Chile.

Margen para crecer

Pese al vigente déficit en el intercambio comercial, Weatherford ve con optimismo el futuro de la Argentina. La proveedora de servicios confía en que la producción de crudo se expanda en el corto plazo, revierta el rojo en el saldo energético y se convierta en una importante fuente de divisas para el país. «El gap para crecer en petróleo durante los próximos cuatro o cinco años es amplio. Los barriles pueden llegar a multiplicarse en sólo tres años», proyecta Mochkofsky.

A su criterio, el desarrollo industrial requiere tiempo, planes de inversión a un larguísimo plazo y tareas previas para las cuales el país aún no está preparado. «Hoy se necesitan divisas adicionales a las que genera el agro. Afortunadamente están dadas las condiciones para que nuestra actividad las aporte y, con este precio del dólar, el margen se amplía», precisa.

En base a las últimas cifras del Indec, el complejo petrolero y petroquímico viene de exportar por u$s 2.173 millones durante la primera mitad del año, un 64,7% más que en el mismo período de 2017. En paralelo, Mochkofsky observa que los proyectos a priori orientados al gas están migrando hacia el crudo, aunque todavía no se trate de una tendencia consolidada. «La Resolución 46 y el nuevo precio del gas natural son recientes. Hay idas y vueltas, y nadie puede elegir a dedo quién entra. Las empresas con proyectos gasíferos que se queden afuera del precio subsidiado no pararán, sino que se moverán hacia el petróleo o el gas húmedo. En Vaca Muerta, por cierto, la mitad de los equipos se encuentra perforando oil», puntualiza el directivo.

Es posible, admite, que se produzca un parate de uno o dos años en el ámbito del tight gas. «Con la Resolución 46 parece difícil atacar un lado y no dejar otro flanco descubierto. De todos modos, el Gobierno está actuando de manera correcta, dentro de lo que puede, y con buena fe. Con tiempo y maduración, el tight volverá a ser atractivo», asegura.

Según sus palabras, lo concreto es que los recursos de gas y petróleo están. «Como país debemos extraerlos. No podemos darnos el lujo de dejar nuestras riquezas 3.000 metros bajo tierra», sentencia.

En esa dirección, considera vital que los actores privados desempeñen un rol más activo. «Durante este año y el próximo, al menos la mitad de la actividad en Vaca Muerta será de YPF. Sin embargo, no resulta saludable depender únicamente de esa operadora. El gran desarrollo también debe apoyarse en firmas como Exxon y Shell, la cual ya es más competitiva en tierras neuquinas que en Estados Unidos (y por eso está intensificando su actividad aquí)», resalta.

Todas las grandes operadoras, remarca, vienen incorporando equipos adicionales. «Con distintas escalas, Tecpetrol y Pluspetrol también están jugando fuerte en la Argentina», completa.

¿Cómo cerrará el nivel de actividad de esta temporada?, preguntamos a Mochkofsky.

Las ventas en dólares de Weatherford aumentarán un 25% en relación con el año pasado. Trasladar ese cálculo a la actividad no resulta sencillo por las diferencias tarifarias. De todas maneras, no es un nivel óptimo.

La base de comparación de 2017 es baja porque estábamos en el fondo. Aunque las tarifas son distintas, aún nos ubicamos muy por debajo de 2014 y 2015. No creo que recuperemos los márgenes previos a la crisis. Si lo hacemos, tomará un tiempo largo porque la diferencia de precios es ostensible.

Tal vez las ventas en 2019 equiparen el nivel de 2015, pero con un margen más bajo, porque se debe trabajar más para facturar lo mismo. Y si bien el sector de los servicios petroleros despegará el próximo año, no todos aprovecharán el mercado que se avecina.

¿La actividad se incrementará también en el Golfo San Jorge?

Sí, pero no al nivel de Vaca Muerta, que es donde están apuntando todos los cañones. El panorama era negro y hoy crecemos. Con el crudo entre u$s 70 ó u$s 75, todo es viable. Y, además, se licuaron los gastos.

El gran problema es que la Cuenca del Golfo compite por el capital contra la Neuquina, que está atrayendo la mayor parte de la inversión (aunque debería evaluarse qué porcentaje está respaldado por un ejercicio económico que lo justifica y cuánto es resultado del arrastre del boom).

Es difícil escapar de esa inercia. Todos nos enfocamos en Vaca Muerta. Este mes, por ejemplo, Weatherford contrató 48 empleados en Neuquén y sólo dos en el Golfo San Jorge. Pero los verdaderos generadores de puestos de trabajo no somos las firmas de servicios, sino las operadoras a partir de sus decisiones de incrementar la perforación. Con 10 pozos más se crea empleo para 50 personas, que recaerán en nuestra empresa o en la competencia, dependiendo de cuál tenga el contrato. En los hechos, la decisión de qué yacimiento priorizar no es nuestra.

¿Queda margen para seguir compitiendo por tarifas o el negocio pasa por la eficiencia?

Hay una mezcla de tarifas, costos y actividad. La variedad de servicios es amplia. En aquellos donde predominan los costos fijos, el nivel de actividad es la tarifa, mientras que en los otros donde pesan más los costos variables, ésta influye poco.

Un equipo que trabaja 30 días al mes habilita una tarifa tres veces mejor que otro que lo hace 10 días. El mix depende del servicio: no es lo mismo una fractura que una unidad de slickline o de wireline.

En las semanas recientes hubo una mejora de tarifas relacionada con el costo argentino, dado el impacto directo de la devaluación. La mano de obra está en pesos y el aumento paritario quedó muy por debajo. Dicho margen no es real porque depende de las condiciones macroeconómicas del país: puede mantenerse, mejorar o empeorar.

En términos de competencia, todavía podría haber un margen vinculado con el incremento de la actividad, pero las mejoras descansan en la eficiencia e incorporación de tecnología.

¿Dónde se está enfocando Weatherford?

Cada compañía tiene su propia respuesta. Weatherford es más fuerte en tight y en convencional, ya que sus líneas de producto están mejor acondicionadas.

Si bien el posicionamiento en Vaca Muerta es más débil, somos quienes contamos con mayor espacio para crecer. Allí estamos incrementando algunos servicios, especialmente de fluidos de perforación, y sumando herramientas de perforación direccional.

Firmamos un contrato de fractura muy grande y estamos incorporando un equipo de HPP adicional que estaba con poca utilización en Europa y ahora quedó a cargo de QM Equipment para adaptarlo a la Argentina. Asimismo, fabricamos cuatro bombas en Mar del Plata.

¿El objetivo es sumar HHP para pisar más fuerte en Vaca Muerta?

La entrada en Vaca Muerta es un hecho. En su momento nos asociamos con Wintershall y estamos ingresando a La Calera. Hoy la expansión no es en fractura, que necesita demasiado capital, sino en líneas de perforación, donde ofrecemos prácticamente todo el porfolio, con la excepción de cementación y alguna otra línea en particular. Estamos creciendo en producción, testing y flow-data.

¿Cuál es la visión de modelo de negocios para los próximos años?

La compañía de servicios que mejor se amolde al escenario venidero será la que le otorgue al cliente las soluciones que necesita. Ahora bien, YPF demanda distintas respuestas que XTO. Por ende, la flexibilidad es fundamental para trabajar con cada modelo.

Más allá de ello, lo principal es el know-how. Las operadoras que lo tienen piden determinado servicio al mejor precio y calidad. Las que no, solicitan también nuestro «saber hacer» como compañía de servicio y contratan un valor agregado adicional, con su consecuente precio.

Esta situación, a su vez, es variable: tanto en éste como en otros países, suele ocurrir que una firma entrante solicite el know-how durante el primer año y luego, cuando lo adquiere, exija sólo servicios y costos en el nuevo acuerdo.

¿Coincide con el diagnóstico del titular de la cartera de Energía, Javier Iguacel, sobre la necesidad de aumentar la cantidad de empresas de servicios?

Como necesidad, no existe. Sin embargo, como argentino creo que debe haber un desarrollo de compañías locales que superen la mera prestación de logística, transporte y catering. Hay espacio para que algunas crezcan entre aquellos que no requieren demasiada tecnología. Está sucediendo: compañías argentinas, como MMA y Wenlen, representan más de la mitad del mercado en cabezales de pozo.

El problema es la histórica posición de la empresa nacional de no asumir riesgos: «si no hay garantías, no lo hago». Por fortuna, algunos afrontan el desafío de competir de igual a igual. Es fundamental escapar de la estrategia del «compre argentino», porque a largo plazo estrangula al operador que debe pagar un precio 50% mayor para comprar local.

Se espera llegar a 34 equipos para Vaca Muerta en 2019, ¿ese número puede incrementarse?

Sí, apuntamos más alto. En un scouting, operador por operador, se suman 40. Pero para que eso se materialice surgen algunas dudas con respecto a la capacidad de la infraestructura. Ésta podría colapsar si hay un crecimiento muy vertiginoso. Faltan perforadores para Vaca Muerta, más allá de que Pluspetrol compró dos propios y varias operadoras traerán equipos. ×


El foco en Añelo

Aunque es optimista, Mochkofsky no puede evitar tomar precauciones por las turbulencias en la situación macroeconómica del país. «En una empresa internacional, estos movimientos siempre hacen ruido. Si bien uno comprende lo que sucede en la Argentina y lo considera normal, mi COO pone reparos a la hora de desembolsar u$s 10 millones en equipos cuando se entera de que el dólar se disparó 30% en un mes».

En ese sentido, el ejecutivo de Weatherford subraya que las empresas de servicios operan mes a mes. «Los cierres son cada 30 días y allí evaluamos si ganamos o perdimos. Hoy el esfuerzo se justifica. El problema es que, cuando se solicita capex para una inversión a largo plazo, nos exigen la garantía de continuidad», ejemplifica.

En ese aspecto, considera que los gobiernos nacional y neuquino transmitieron el mensaje correcto en el viaje a Houston y destaca los papeles del presidente Mauricio Macri, del exministro Juan José Aranguren, de Iguacel y del gobernador Omar Gutiérrez. «Hoy el principal tema pendiente es la infraestructura general del país, especialmente en la zona de Añelo, porque ahí nos jugamos por nuestra cuenta. Las empresas de servicios petroleros podemos adaptarnos al nivel que el mercado requiera, pero la escasez de logística, electricidad e infraestructura actúa como un freno. Creo que el gobierno lo sabe y está trabajando para solucionarlo, aunque quizá los tiempos del Estado no son los nuestros», asevera.

En la Cuenca Neuquina, precisa, la proveedora tiene bases en Neuquén, Catriel, Rincón de Los Sauces y Añelo, donde posó su foco de crecimiento. «Aguardamos la resolución de una licitación para ampliar nuestra presencia en el parque industrial y venimos evaluando el tema habitacional. Estamos en tratativas con un inversor que está terminando un edificio para alquilarle los 35 departamentos durante tres años. Esto no mejorará la productividad, pero sí la calidad de vida de las personas y, tal vez, la seguridad y los servicios», completa.

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