La rutina para cargar combustible de los habitantes de ciudades fronterizas con países limítrofes como Clorinda (Formosa), Iguazú (Misiones) o Salto (Entre Ríos), se alteró por completo en los últimos tiempos. Lo que era una práctica corriente se transformó en la actualidad en una operatoria que requiere una amplia planificación logística. Cada vez son más los habitantes de países limítrofes (Paraguay, Uruguay, Brasil y Chile) que cruzan la frontera para abastecerse de naftas y gasoil en la Argentina. Por eso, hoy es habitual observar filas de hasta varios kilómetros en algunas de estas ciudades para llenar el tanque. ¿Cómo se explica el fenómeno? Fundamentalmente, a partir de diferencia de precios de los subproductos del petróleo que existe entre la Argentina y el resto mercados de la región, que torna mucho más conveniente cargar combustibles en nuestro país.
Esta situación anormal, que se explica únicamente por la incompresible política del gobierno de Alberto Fernández de atrasar en demasía el precio de los combustibles con relación a los valores que se pagan en América Latina, tuvo bastante repercusión periodística en los últimos meses. Sin embargo, aún no estaba claro cuál era el costo real de esa situación genera para la Argentina, dado que aún no se había definido su orden de magnitud económica.
Lo que sucede el que el atraso de los precios en los surtidores locales incentiva artificialmente el consumo de combustibles en el país, provocando una mayor necesidad de importaciones justo en un momento en el que la Argentina adolece la falta de dólares. El absurdo es que, frente a ese escenario, una buena parte de los combustibles termina en el tanque de habitantes de países limítrofes que cruzan la frontera con el único interés de cargan naftas o gasoil. Andrés Cavallari, gerente general de Raízen, una de las tres mayores compañías del sector de refinación, estimó que el 50% de las naftas y diésel que se importaron en lo que va de 2023 fueron consumidas por automovilistas, transportistas y distribuidoras de la región.
Números
De acuerdo a los datos publicados por la Secretaría de Energía, que están actualizados hasta septiembre, durante los primeros nueve meses del año, la Argentina importó 992.453 m3 de gasoil grado 3 (de alta calidad) por un total de US$ 752 millones y 579.279 m3 de nafta premium por otros US$ 420 millones. La importación de combustibles motivó, en conjunto, la salida de US$ 1.172 millones del país.
Cavallari calculó estimativamente que “se importó sólo un 10% de las naftas y el diésel que se consumieron en el mercado interno» y destacó que «por un lado, eso es bueno porque habla de una solidez del parque refinador, que es capaz de cubrir con su producción un 90% de la demanda doméstica de combustibles». «De ese 10% (que se importó), la mitad terminó en países limítrofes en una venta transfronteriza producto de nuestra brecha cambiaria”, cuantificó el directivo durante su participación en Energy Day, el evento anual de EconoJournal. Por lo que, en base a estos números y medido en términos cambiarios, se puede sostener que el Banco Central (BCRA) perdió unos US$ 586 millones durante 2023 para subsidiar la provisión de combustibles para países vecinos.
Triple corrección
Tras ser consultado sobre cómo sería posible corregir esta situación, el ejecutivo de Raízen sostuvo que “esto no ocurre con intencionalidad, sino que son los daños colaterales que tiene el atraso tarifario en una economía que tiene apertura e intercambio con países limítrofes”.
Cavallari planteó que debe resolverse rápidamente la alta distorsión de los precios relativos en la Argentina, que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) entre enero y octubre fue del 120%, mientras que el de los combustibles fue del 78%. Por eso, manifestó que si se corrige el tipo de cambio y el precio del crudo esto tendrá un impacto directo en el precio de los carburantes.
En cuanto a este punto, marcó que será esencial que las compañías del sector se reúnan con el gobierno entrante para encontrar una salida, que se refleje el verdadero costo del producto para limar las distorsiones y que esto permita sanear toda la cadena y justificar las inversiones que se están llevando a cabo en el upstream como en el downstream, particularmente en el sector de refinación.
Por último, el referente de Raízen aseveró que “en el crudo, el barril criollo que está muy por debajo en lo que es una paridad de exportación. Esto afecta a la cadena de los biocombustibles, a los márgenes de refinación y de comercialización. Además, el Estado forma parte de quienes están absorbiendo este impacto, lo que se ve reflejado en una menor recaudación de impuestos”.