Martín Guzmán tenía pensado degustar este fin de semana unos chocolates de la tradicional bombonería Ritz que le había regalado, unos días antes, un técnico que aspiraba a sumarse en los próximos días al área energética del gobierno. En una reunión realizada el jueves pasado en Olivos, el ahora ex ministro de Economía había demandado al presidente Alberto Fernández el desplazamiento del secretario Darío Martínez, del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, y del gerente general de Enarsa, Agustín Gerez, como condición necesaria para empezar a ordenar el descontrol de subsidios energéticos que generó el cristinismo por su negativa a actualizar las tarifas de gas y electricidad en línea con la inflación.
Guzmán tenía listo un organigrama paralelo con nombres propios para ocupar los cargos claves del sector energético. El ex titular de la unidad ejecutora del gasoducto Néstor Kirchner, Antonio Pronsato, que renunció a ese cargo a principios de junio disconforme por la lánguida gestión de Enarsa, iba a tener un lugar relevante en la estructura diseñada por Guzmán. Pronsato, que hilvanó un canal de confianza con el ex ministro por intermedio de Raúl Rigo, un técnico histórico del peronismo que conoce hace más de 20 años al ex interventor del Enargas, llegó incluso a reunirse en tres ocasiones con el economista formado en la Universidad de La Plata para definir los puntos más urgentes de la agenda energética. El primero de esos encuentros se concretó tres días después de la sorpresiva salida de Enarsa y sirvió para que Pronsato explicara a través de un pizarrón los principales hitos del proyecto de construcción del gasoducto a Vaca Muerta.
También estaba previsto convocar a Roberto Mandolesi, director de Nación Fideicomiso, para que se sume al nuevo equipo energético, aunque en su caso ni siquiera se llegó a sondearlo. A diferencia de los tres nombres cristinistas ya mencionados, Federico Bernal, otro funcionario alineado con la vicepresidenta Cristina Kirchner, iba a permanecer en su puesto si el take over hostil que imaginó Guzmán resultaba exitoso dado que en los últimos meses entabló una posición de mejor articulación con Economía.
Sin embargo, Alberto Fernández descartó el viernes el planteo de Guzmán y la trama de lo que pudo ser es hoy historia vieja.
Oxigenación
La anécdota, reconstruida por EconoJournal a partir de testimonios oficiales, sirve para graficar una realidad infranqueable que interpela al Presidente justo cuando intenta encontrar el reemplazante de Guzmán: ¿qué candidato estará dispuesto a asumir en el Palacio de Hacienda si eso implica convivir con funcionarios cristinistas que ya han demostrado que no tienen problema alguno en desobedecer una instrucción directa del titular de Economía? ¿Es factible que algún economista con prestigio ganado (como pueden ser Emmanuel Álvarez Agis, que este sábado se apuró en negar su interés en asumir el cargo) esté dispuesto a limar su capital personal por no controlar toda la botonera de la agenda macroeconómica?
Al margen de lo que termine sucediendo con el esquema de segmentación de tarifas que impulsaba Economía, que por su escaso grado de avance se convirtió en uno de los elementos determinantes de la salida del ministro, está claro que en los próximos tres meses algo habrá que hacer para evitar que los subsidios energéticos desborden la frontera de los US$ 15.000 millones en 2023. En ese punto coinciden la enorme mayoría de los economistas que escucha el sistema político.
Frente a ese escenario, ¿terminará siendo Darío Martínez una prenda de oxigenación para lavar la cara del área energética? Parece muy improbable que La Cámpora y el cristinismo suelten a Basualdo y a Gerez, dos emergentes que consideran propios. Martínez siempre fue un híbrido. Si la intención es ofrecer una imagen de recambio, suena verosímil que el neuquino termine dando un paso al costado. Habrá que esperar hasta la tarde del domingo para tener un panorama más claro.