La demanda de gasoil se incrementará en marzo, por motivos estacionales, en el orden de 200.000 metros cúbicos. La suba se empezará a sentir, en rigor, desde mediados de febrero, y se replicará mensualmente en abril y mayo. La razón es muy concreta: arranca la cosecha de oleaginosas y el campo consume mucho más combustible que en el resto del año. Como el gasoil que refinan las grandes petroleras —YPF, Shell (Raízen), Axion Energy y Puma (Trafigura)— no alcanza para cubrir el consumo doméstico, una parte importante de ese volumen se cubre con producto importado.
Con el Brent en la banda de los 90 dólares —la cifra más alta en siete años—, traer diésel desde el exterior es una operación con margen negativo. Por la diferencia entre el precio de importación y el importe de retail de las estaciones de servicio, las petroleras calculan que por cada metro cúbico de gasoil que se importa se pierden más de 200 dólares. Es decir, por cada buque tanque con 50.000 m3 que se nacionaliza, el quebranto supera los US$ 10 millones. Con esos números sobre la mesa, a las petroleras privadas se les hace cuesta arriba importar gasoil para garantizar el abastecimiento en el segundo trimestre del año, por lo que la responsabilidad de asegurar el suministro recae sobre YPF, la compañía controlada por el Estado, que controla el mercado con una participación cercana al 60 por ciento.
El temor a que empiece a resquebrajarse esa cadena justo cuando faltan sólo dos semanas para que arranque la cosecha y la necesidad de recomponer la caja de YPF para costear las importaciones fueron dos de los elementos que incidieron en el descongelamiento del precio de los combustibles, que se materializó hoy con una suba promedio del 9% que trepa por encima de los dos dígitos en los derivados Premium, como adelantó Clarín.
En la Ciudad de Buenos Aires, el litro de súper pasa de 90,4 a 99 pesos (9,5%), la premium trepó de 104,8 a 116,50 pesos (11,1%), el gasoil común subió de 84,90 a 93 pesos (9,5%) y el gasoil premium de 99,90 a 113,40 pesos (13,5%).
La suba de YPF terminó con un período de casi nueves meses sin que haya cambios en el surtidor, toda una rareza en una economía inflacionaria en la que los precios aumentaron un 50,9% durante 2021.
Nueve meses
Los precios de los combustibles se mantenían sin cambios desde el 16 de mayo pasado. Desde ese momento hasta hoy, el precio del Brent aumentó un 28,7% en dólares y el dólar mayorista lo hizo 11,86 por ciento. Sin embargo, a contramano de la suba del crudo, el precio de la nafta vendida por YPF promedió los 550 dólares por metro cúbico durante el año pasado, unas de las cifras más bajas del último lustro, sobre todo si se lo compara con la media de 2017 y 2018, que se acercó a los 800 US$/m3.
La caída de los precios de venta explica el descenso de la inversión de YPF, que en 2021 apenas se ubicó en torno a los US$ 2700 millones; un 25% menos que el capex promedio anual del período 2016-2019. “La suba era necesaria para recomponer los márgenes de refinación. Es una señal positiva. Con precios congelados y sin perspectivas de aumento era imposible importar gasoil para cubrir el abastecimiento. Íbamos derecho a un estrangulamiento del mercado en unos meses porque la demanda se reactivó y sigue fuerte”, analizó el director de una petrolera, que admitió estar sorprendido para bien por la noticia.
El congelamiento de los combustibles en las estaciones de servicio provocó que, en los últimos dos meses, se acentuara la brecha entre los precios del mercado mayorista y el minorista, que a fines de enero superaba el 20 por ciento. «Un productor agropecuario, que compra directamente a las petroleras o algún distribuidor, paga hoy un 20-25% más que un automovilista. Veremos si con esta suba se achica un poco esa brecha», explicó otro directivo del sector.