Marcelo Rucci inicia hoy su mandato al frente del sindicato de petroleros privados de la cuenca Neuquina con un mensaje en el lenguaje que mejor maneja: el del poderío territorial. El gremialista reunirá hoy al mediodía a unos 20.000 operarios de la industria en Rincón de los Sauces, la localidad del norte neuquino que lo vio nacer como dirigente político y que hoy controla sin fisuras. El acto, según la proclama oficial, es un gesto de despedida a Guillermo Pereyra, que tras casi 38 años deja formalmente la conducción del mayor sindicato petrolero del país. Pero en el reverso es una demostración de fuerzas del propio Rucci, que forjó un hecho político de relevancia interprovincial para asumir como secretario general de la organización. Eso explica la presencia de tres gobernadores en Rincón de los Sauces. Es que si bien el epicentro del poder gremial está en Neuquén, y por eso Omar Gutiérrez será uno de los mandatarios presentes, también extiende su ascendencia sobre Río Negro y La Pampa. De ahí que Arabela Carreras y Sergio Ziliotto también serán de la partida.
Rucci amenazó ayer con parar las actividades de la cuenca si las operadoras, e YPF en particular, no permitían —y financiaban el costo de transporte— la asistencia a la movilización de hoy. Finalmente, el presidente de YPF, Pablo González, cedió al pedido y se estima que la petrolera bajo control estatal —y el resto de los productores— reconocerán a sus contratistas los costos logísticos de la jornada. Con cada gesto, Rucci acumula poder.
El acto también parte, es cierto, de una debilidad intrínseca del sindicalista, o más de una. El nuevo titular de petroleros privados no tiene la maniobrabilidad política ni la agenda de contactos ni tampoco el lugar ganado dentro del sistema político que construyó Pereyra a lo largo de décadas.
Rucci tiene la fuerza y la ambición, motores indispensables. Pero deberá atravesar la transición hacia su nuevo liderazgo lo más rápido posible. El multitudinario apoyo popular que exhibirá hoy es un acelerador de ese proceso.
Mensajes repartidos
El punto de partida de la era Rucci contempla mensajes para actores de la política y también de la industria petrolera. La demostración de fuerzas en Rincón de los Sauces —obligando a la industria a prácticamente suspender la actividad en la cuenca para que sus empleados puedan asistir a un acto que debería ser apenas una instancia institucional de carácter protocolar— tiene como primer destinatario al gobierno nacional.
Rucci y Pereyra habían acordado con el ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni, que el Ejecutivo desestimaría de forma unánime la denuncia presentada por el presunto fraude en las elecciones sindicales del 20 de octubre, en las que Rucci fue electo como titular de la organización. Sin embargo, Moroni incumplió su promesa y dio traslado de la demanda al sindicato para que conteste las acusaciones.
Algunos funcionarios del gobierno nacional, como el secretario de Energía, Darío Martínez, intentan descomprimir ese frente, por ahora sin suerte. Rodeado de más de 20.000 operarios petroleros, Rucci envía un mensaje claro a Moroni, Oscar Parrilli, uno de los líderes del peronismo neuquino, y otros funcionarios del gobierno nacional para que archiven ese expediente. No será fácil cuestionar legalmente un liderazgo ya validado popularmente.
La industria
La elección de la locación del acto también es un mensaje político en sí mismo. Tranquilamente, Rucci podría haber realizado su acto de asunción en Neuquén capital, Centenario o alguna localidad más cercana al centro provincial. Por el contrario, eligió Rincón de los Sauces, su búnker histórico, al norte de Neuquén, cerca de la frontera de Mendoza. Hasta allí llegarán altos directivos de las petroleras —YPF, PAE, Tecpetrol, Vista, Pluspetrol, Shell y Pluspetrol, entre otras—, intendentes, otros líderes sindicales como Claudio Vidal (secretario del gremio de Santa Cruz) y de la política en general.
La principal incógnita a despejar es cuál será la relación de Rucci con YPF, la principal productora e inversor de la provincia. Sobre ese vínculo se articulará —por acción o rechazo— la agenda con el conjunto de la industria. El nuevo secretario general recibió la semana pasada el respaldo de Pablo González y del CEO, Sergio Affronti, que lo recibieron en la torre de Puerto Madero en lo que se presentó como un respaldo de la cúpula de la petrolera en la disputa del sindicato con el Ministerio de Trabajo por la denuncia de frauda en las elecciones. Sin embargo, ayer, Rucci no dudó en cargar públicamente contra YPF cuando la mayor petrolera del país amagó con no liberar a sus operarios para que asistan al acto de traspaso en Rincón de los Sauces.
«Es el estilo que siempre pregonó Rucci: imprevisible. Se puede sacar una foto con vos, pero al otro día dejarte en offside y criticarte en público si sus intereses van por otro lado. Para la mayoría de las empresas, va a ser complicado edificar una relación de confianza con él«, reconoció un empresario petrolero que lo conoce bien.