El precio del barril de crudo Brent se derrumbó el domingo más de 25 por ciento luego de la ruptura entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia, en un contexto marcado por el fuerte retroceso de la demanda que provoca el coronavirus. Si se consolida esta tendencia a la baja, las petroleras que operan en el país volverán a insistir ante el gobierno de Alberto Fernández para que reduzca retenciones e instrumente la vuelta de un barril criollo en torno a los 55 dólares con la intención de preservar la producción local.
OPEP versus Rusia
Los 14 miembros de la OPEP y sus 10 socios externos, que conforman la OPEP+, el grupo que concentra más del 50% de la producción mundial de petróleo, vienen llevando adelante desde inicios de 2017 una reducción voluntaria de 1,2 millones de barriles, cifra que se elevó en diciembre a 1,7 millón de barriles. Además, Arabia Saudita decidió a inicios de año recortar otros 400.000 barriles diarios de su producción durante tres meses, lo que eleva la cifra a 2,1 millones de barriles diarios. El acuerdo actual finaliza este mes y la OPEP+ estaba negociando su extensión.
Para contener la caída de precios, la OPEP, reunida la semana pasada en Viena, propuso a sus socios continuar con un recorte adicional de 1,5 millón de barriles por día hasta fin de año. Sin embargo, Rusia se opuso a la medida. Los productores de ese país sostienen que cada barril adicional que retiran del mercado afecta sus ingresos e incrementa las chances de perder mercado a manos de Estados Unidos.
En Rusia son conscientes de que la no renovación del acuerdo podría provocar una baja adicional de precios, pero confían en que luego de una pronunciada baja inicial los valores se estabilizarían por encima de los 40 dólares, tras dejar fuera de carrera a una porción de la oferta estadounidense que se extrae de pozos no convencionales con técnicas de fracking y, obviamente, costos mayores. De este modo, la jugada les serviría para ganarle mercado a Estados Unidos.
El problema es que Arabia Saudita subió la apuesta en lo que ya pareciera ser una guerra de precios declarada y el sábado comenzó a realizarles importantes rebajas a sus principales clientes. Además, anticipó que a partir de abril elevará su producción de 9,7 a 12 millones de barriles diarios. Esta decisión hizo que los precios cayeran incluso hasta un 30 por ciento entre el viernes y la madrugada del lunes. Según detalló la agencia Bloomberg, fue el mayor derrumbe diario registrado desde la Guerra del Golfo de 1991.
Con esta jugada los árabes buscan que Rusia retroceda sobre sus pasos y vuelva a sentarse a la mesa de negociación. De hecho, la OPEP+ emitió un comunicado donde afirma que “continuarán las conversaciones para estabilizar el precio del mercado de crudo». El problema es que mientras tanto juegan con fuego y el mundo tiembla.
El impacto en Argentina
La pelea entre las potencias petroleras es seguida con atención en Argentina porque todos tienen claro que cada ficha que se mueve allá tiene un impacto directo de este lado del océano.
Hace aproximadamente un mes, cuando el crudo ya había comenzado a bajar, algunas petroleras le sugirieron al gobierno reducir las retenciones y garantizar un barril criollo para atenuar el impacto sobre la industria petrolero local. Desde entonces, no hubo una respuesta oficial. Ni siquiera se avanzó con la reglamentación del artículo 52 de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva. Allí dice claramente que “las alícuotas de los derechos de exportación para hidrocarburos y minería no podrán superar el 8% del valor imponible o del precio oficial FOB”. Sin embargo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, les sigue cobrando un 12 por ciento.
El derrumbe del precio del crudo en las últimas horas lo acerca a los 30 dólares por barril. Por lo tanto, una vez descontadas las retenciones lo que recibe el productor está apenas por encima de los 25 dólares. En este contexto, incluso debería evaluarse una baja del precio de los combustibles, aunque es difícil que eso suceda.
Tanto en las empresas como en el gobierno, tienen claro que con un precio de 25 dólares o incluso 30 dólares por barril no hay posibilidad de desarrollar Vaca Muerta. De hecho, fuentes oficiales aseguraron a EconoJournal que el gobierno ya estuvo evaluando la posibilidad de bajar las retenciones al 5% si el precio del crudo se estabilizaba por debajo de los 50 dólares (en febrero el precio promedio fue de 55 dólares) y subirlas por encima del valor actual si la cotización del barril trepaba por encima de los 75 dólares. Sin embargo, el escenario ahora amenaza con ser más preocupante todavía, si Rusia y Arabia no ponen fin a los escarceos y se sientan a negociar.