Representantes de las dos principales cámaras empresariales de la industria petrolero —la Ceph, que nuclea a los productores, y la Ceope, en representación de las de servicios— firmaron ayer en Buenos Aires un acuerdo con Guillermo Pereyra, secretario del sindicato de petroleros privados de la cuenca Neuquina, que retrotrae parte de los despidos materializados en el sector en los últimos meses. Cerca del líder gremial reivindicaron la medida como un logro sindical. Sin embargo, convendría matizar esa interpretación.
Desde agosto a la fecha se enviaron unos 1000 telegramas de despido en Neuquén. ¿A cuántos alcanzó la revisión de ayer? A unos 450, según coinciden fuentes gremiales y de las empresas.
Los 550 restantes están enrolados en PyMEs agrupadas en la Federación de Cámara del Sector Energético (Fecene), que es liderada por el empresario Claudio Urcera, propietario de TSB, una de las mayores prestadoras de servicios petroleros de la región. El acta rubricada da cuenta de esa situación.
“Los sindicatos manifiestan que, atento a la existencia de despidos realizados por empresas representadas por la Fecene, solicitan se la invite a ratificar el compromiso asumidos entre las partes”, indica el texto al que accedió EconoJournal.
En concreto, el acuerdo avalado por el Ministerio de Trabajo retrotrae las 150 desafectaciones realizadas por San Antonio Internacional, la mayor empresa de equipos torre del país, decisión que estaba consensuada desde hace varios días con Jesús Grande, titular de la empresa y ex vicepresidente de YPF; las 200 de Halliburton y las 100 de Schlumberger, la única que opuso alguna resistencia a lo firmado ayer. Ninguna de las empresas operadoras, como YPF, PAE o Total, habían enviado telegramas.
Poco margen de maniobra
El alcance del compromiso es relativo. Las empresas aceptaron retrotraer los telegramos ya enviados, pero se negaron a garantizar la paz social —sin ningún nuevo despido en los próximos seis meses— que pedía Pereyra. “Si en las próximas semanas el escenario no mejora, las empresas pueden volver a enviar los telegramas. No hay nada que se los impida”, precisó uno de los directivos que participó del encuentro de ayer en la cartera laboral.
El escenario que enfrenta Pereyra es complejo. El sindicalista perdió en octubre su banca en el Senado –salió tercero y no pudo renovar— y en enero constató que su poder de fuego es menor que el que tenía cuando Mauricio Macri ocupaba la Casa Rosada.
El presidente Alberto Fernández le ordenó a sus ministros ordenar esa relación. Solamente por insistencia, Pereyra logró reunirse, medio a las escondidas, con Guillermo Nielsen, presidente de YPF la semana pasada. No hubo foto de ese encuentro. Tampoco comunicado oficial. Pereyra tampoco acompañó al gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, cuando este visitó a Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, y otros funcionarios nacionales.
No será sencillo para él construir canales como los que tenía con la gestión anterior. Al contrario, varios alfiles del PJ en la provincia patagónica —como Oscar Parrilli, de nuevo en el Senado, y el deiputado Darío Martínez, titular de la Comisión de Energía— intentarán bloquear esa llegada.