Exactamente 320 movimientos milimétricos de una grúa que sostiene a un generador de vapor, una pieza de acero de 140 toneladas, 13 metros de largo y 5 de ancho, para retirarlo entre caños, estructuras y equipamientos del reactor nuclear. El objetivo es reemplazar los cuatro generadores de vapor viejos por los nuevos de igual tamaño y peso, que tienen que quedar en el mismo lugar.
Esta obra de ingeniería tan espectacular como quirúrgica, aunque se conozca poco, se esta haciendo en la provincia de Córdoba y fue uno de los pasos fundamentales para extender la vida útil de la Central Nuclear de Embalse por otros 30 años.
Ubicada a 120 kilómetros de la capital cordobesa, esta central (la segunda en su tipo en construirse en el país, después de Atucha I en 1974) comenzó a operar comercialmente el 20 de enero de 1984. Luego de casi 32 años, en este momento está concluyendo la última fase del proyecto de “extensión de vida” que le permitirá operar por 30 años más. En su “segunda vida”, la central de Embalse incrementará un 6% su potencia al pasar de 648 megavatios (MW) a 700 MW, algo que le permitirá abastecer a tres millones de habitantes. Estará operativa para el primer semestre de 2018.
Según Rubén Semmoloni, presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), la empresa estatal que tiene a su cargo a las tres centrales nucleares del país (Atucha I, Atucha II y Embalse), dijo en el marco de una visita de la prensa al lugar que “una particularidad de este proceso de extensión de vida es que todos los componentes que estamos cambiando del reactor han sido fabricados en el país”.
Luego de 32 años aportando electricidad al Sistema Interconectado Nacional a través de las líneas que van al noroeste, cuyo y centro del país, algunos componentes de la central llegaron al fin de su vida útil de diseño, como es el caso de los canales de combustible del reactor y los cuatro generadores de vapor. La extensión de vida consiste en un proceso de reacondicionamiento y reemplazo de estos componentes.
El presupuesto que estipula NA-SA para esta obra es de alrededor de 2.100 millones de dólares y demanda que la central este sin operar más de dos años. Según dijo el titular de NA-SA, construir una central nuclear nueva cuesta en la actualidad 6.000 millones de dólares y se demora siete años, por lo que la extensión de vida tiene sentido económico.
La primera de las tres etapas del proceso de extensión se inició en 2005 con estudios de factibilidad y análisis del alcance de las obras. La segunda, que comenzó en 2009, consistió en la capacitación del personal, realización y firma de contratos y la adquisición de equipamientos.
Para la tercera etapa, actualmente en ejecución, se detuvo la planta el 31 de diciembre de 2015 con el objetivo de llevar adelante los complejos trabajos de recambio de los componentes.
El proceso de extensión de vida de Embalse, un central que utiliza el tipo de reactor de origen canadiense denominado CANDU (Canadian Deuterium Uranium) de uranio natural y agua pesada como refrigerante, cuenta con una complejidad que otras centrales similares a esta en otros países no tuvieron. En Canadá o Corea del Sur realizaron la extensión reemplazando los componentes. Pero estas centrales habían sido construidas y diseñadas con esta posibilidad.
A diferencia, la central de Embalse no se diseñó en sus orígenes para intercambiar los componentes para que vuelva a ser operativa. Por tal motivo, se instalaron los generadores de vapor de acero inoxidable, unos cuatro tubos verticales de 140 toneladas, “bajo el supuesto de que nunca iba a ser necesario reemplazarlos”, comentó Semmoloni en una visita de la prensa a la central.
La obra de ingeniería que se esta implementando para reemplazar los cuatro generadores de vapor del área controlada de Embalse es de alta complejidad no sólo por la seguridad que requiere una obra de tal magnitud en una central nuclear, sino porque estos cuatros componentes no fueron diseñados para esto.
Se requiere cortar cada generador de vapor y retirar la parte más grande. El nuevo componente se soldará a la parte que queda del viejo.
Los nuevos generadores de vapor los fabricó la empresa Industrias Metalúrgicas Pescarmona S.A (IMPSA) en Mendoza. En agosto del año pasado se trasladaron los cuatro generadores hasta Córdoba a través de camiones especialmente adaptados. Cada uno tuvo un contrapeso de 24 toneladas e hileras de decenas de ruedas. El traslado requirió siete días.
Ya se sacaron dos de los cuatro generadores de vapor del área controlada del edificio donde esta ubicado el reactor. El último hace una semana. Para retirar cada uno se tardó aproximadamente un día y medio y requirió 320 movimientos milimétricos de la grúa que los sostenía.
Estos movimientos, que primero se realizaron en una idéntica simulación digital, fueron controlados por sistemas de rayos láser y computadoras. Sin margen de error, el nuevo componente se debe instalar exactamente en el mismo lugar.
Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear, expresó que “esta es una obra alucinante, porque combina precisión quirúrgica con 140 toneladas”.
Para realizar estos movimientos de grúa y sacar los generadores de vapor del edificio del reactor se adaptó el área retirando caños y estructuras de hierros. Hay tramos donde el generador de 140 toneladas “pasa por 4 centímetros”, explicaron en la recorrida por la central. Para esto se contrató a una empresa holandesa especializada en movimientos milimétricos de grandes componentes.
El proceso de reemplazo de los generadores de vapor finalizará en julio y las autoridades de NA-SA creen que para el primer semestre de 2018 Embalse va a volver a generar energía eléctrica.
Semmoloni expresó que en “este proceso estamos llevando a la central de Embalse a los estándares de seguridad más modernos a nivel nacional e internacional”.
Son 30 años más en esta “segunda vida” que va a tener Embalse. En sus primeros 30 años no le fue mal. Reconocida por la comunidad internacional especializada en energía nuclear en 1989 y 1990 estuvo en el puesto número 1 del ranking mundial sobre 425 centrales nucleares. Y entre 1998 y 2005 ocupó cinco veces el primer puesto de performance de centrales nucleares de su tipo.
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Compleja operación sin duda, la incognita sin respuesta aun es que tratamiento y destino se dara a los componentes viejos que son reemplazados, los que muy probablemente deberían recibir tratamiento de desechos contaminados nuclearmente. Si esta suposición fuera correcta, entonces otra fase de muy relevante importancia la constituiría el programa de desactivación – alternativa poco probable – o de encapsulamiento y aislación de esas masas metálicas. Es un tema tan importante como la misma recuperación de la usina para su segunda vida productiva por 30 años mas. Vale la pena que los responsables informen que previsiones han tomado en este aspecto.
Hola Eduardo:
Tanto los Generadores de vapor como los canales de combustibles reemplazados quedan almacenados en el predio de la Central en contenedores especialmente diseñados para ello y controlados radiologicamente por los especialistas de Embalse. Esto quedó plasmado en el estudio de impacto ambiental presentado y aprobado en audiencia pública, el cual creo que está disponible para consulta de cualquier ciudadano
Gracias por todo lo que hacen .nada fácil ese trabajo allí se demuestra capacidad voluntad inteligencia y paciencia .mucha gente no sabe la cantidad de cosas que se hace para prender una llave de luz .saludos a ustedes .esteban bracamonte
No solo Pescarmona construyó los generadores de vapor la parte más importante, los tubos de los generadores fueron construidos y certificados en FAE, fábrica de aleaciones especiales, Pescarmona realizó la envoltura y soldó los tubos a las placas tubos que son bases que sostienen a los tubos en forma de U . Si los GV funcionan bien aplausos para FAE y Pescarmona de lo contrario el fracasó lo compartirían FAE y Pescarmona