
Frente a un escenario global de volatilidad que proyecta una tendencia bajista en el precio del barril de petróleo para el próximo año, la conducción YPF ratificó su decisión de acelerar el ritmo de actividad en 2026. La petrolera bajo control estatal prevé una inversión de unos US$6.000 millones el año que viene. Para garantizar este flujo de fondos pese al retroceso del precio internacional del crudo, la empresa que preside Horacio Marín apuesta a profundizar la reconfiguración de su cartera de activos.
El nivel de inversión que deberá aprobar el directorio y cuyo monto final se precisará cuando sea comunicado al mercado, representa un incremento del 20% respecto a lo presupuestado para el cierre de este ejercicio 2025, con lo cual se busca blindar el desarrollo del no convencional frente a las fluctuaciones del mercado internacional.
Sucede que si bien la perforación de pozos de black oil en Vaca Muerta es rentable con un barril cercano a los 50 dólares gracias a los niveles de eficiencia obtenidos en los últimos años, un precio tan bajo no habilita la inversión en nueva infraestructura de evacuación y procesamiento de crudo como la que requiere el desarrollo de nuevas áreas en Neuquén.
Liquidez a pesar del precio del barril
La clave para sostener la inversión en un contexto de menores ingresos por ventas de crudo reside en la generación de un «colchón» de liquidez mediante desinversiones estratégicas. YPF planea obtener recursos adicionales a través de tres operaciones de gran escala: la venta de los yacimientos convencionales Manantiales Behr (Chubut) y Chachahuen (Mendoza); su participación en la distribuidora Metrogas y la reciente operación vinculada a la productora de fertilizantes Profertil.
Estos movimientos permitirían compensar una eventual caída en la recaudación por exportaciones y ventas locales de combustibles, con un ingreso adicional por gestión de activos que le podrían significar el año próximo ingresos de entre US$ 1.600 y US$ 2.000 millones.

En el caso de Profertil, donde compartía sociedad con la canadiense Nutrien, la venta del 50% de las acciones al grupo Adecoagro por unos US$ 650 millones es una operación que garantiza liquidez inmediata, con lo cual a compañía abandona el segmento de los fertilizantes nitrogenados, que si bien era un negocio de alta rentabilidad y posibilidad de expansión en la planta de Bahía Blanca, era ajeno al core energético.
En paralelo, se encamina la cesión de Manantiales Behr —el principal bloque convencional de la provincia de Chubut— al grupo Rovella Capital por una cifra superior a los US$ 450 millones. Por la venta de Chachahuen, podría recaudar otros US$ 250 millones. Con estos movimientos, se acelera el cierre del denominado «Plan Andes», el cual busca transferir áreas convencionales a empresas con otra capacidad de gestión y enfocar los recursos financieros y el equipo técnico a la ventana de shale.
Finalmente, YPF buscará avanzar en su salida del 70% de participación en Metrogas, la principal distribuidora de la Argentina, para lo cual se aguarda que el Gobierno nacional extienda la concesión por otros 20 años, lo que elevaría la valuación de la distribuidora entre 600 y 900 millones de dólares, de acuerdo a muy disímiles valuaciones del mercado.
YPF activa un plan de resilencia
Esta hoja de ruta se apoya en una visión contracíclica del mercado. Desde la conducción de YPF sostienen que una baja en el precio internacional del petróleo suele arrastrar consigo una reducción los costos de los servicios. Al reducirse las tarifas de las empresas de servicios especiales, se presenta una ventana de oportunidad para invertir más con menos recursos.
La otra cuestión clave de esa estrategia es sostener el plan de eficiencia y mejora de la productividad en toda la cadena de la petrolera. Este 2025 se asegura que YPF logró una mejora superir al 30% en la velocidad de fractura y un 25% en perforación, lo que hace que para la previsión realizada de 250.000 barriles de 2026 se requieran de 3 a 4 rigs menos de los previstos, lo que es otro ahorro de costos.
En términos operativos, la eficiencia fue el motor de la rentabilidad reciente. La petrolera con su plan de desinversión a través del Plan Andes logró reemplazar barriles convencionales por no convencionales con una ganancia adicional de Ebitda superior a los US$1.300 millones.

El objetivo es preparar la estructura productiva durante 2026 para el salto de producción de 2027, año en el que se espera una recuperación de las cotizaciones internacionales. El 2025 cerrará con una caída promedio en los precios internacionales superior al 12%, hasta unos US$63 por barril y la diversidad de pronósticos indican para el año próimo una profundización de la tendencia hasta los US$55 o los US$50 dólares por barril.
La recuperación hacia 2027
Esa fuerte señal de precios para la industria que reacciona rápidamente en el mundo es lo que puede contribuir a una reducción de la oferta y en consecuencia a una recuperación de precios hacia 2027, sumado a lo que algunos analistas consideran es el pico de producción que podrá alcanzar por entonces algunos de los principales productores globales.
La estrategia de YPF de corto plazo tiene como horizonte fortalecer en 2026 su infrestructura con la finalización del proyecto Vaca Muerta Oil Sur (VMOS). El oleoducto, que actualmente presenta un avance de obra cercano al 45%, es ejecutada por YPF junto a un consorcio de socios locales, y ya tiene plazos definidos para la puesta en marcha para los cuales el upstream debe responder con una aceleración de producción.
Se espera que para enero de 2027 la primera etapa del oleoducto alcance una capacidad de 180.000 barriles diarios, a lo que le seguirá un cronograma de expansión agresivo, ya que a los seis meses de su inauguración la capacidad subirá a 360.000 barriles, mientras que para 2028 se proyectan 550.000 barriles totales. Incluso, el diseño contempla una expansión adicional hasta los 720.000 barriles diarios si la demanda de exportación lo justifica.

























