El presidente y CEO de YPF, Horacio Marin, anunció este lunes que a partir de mañana la petrolera bajo control estatal bajará hasta un 2% el precio de los combustibles. Es la primera vez, al menos desde que se reestatizó la empresa en 2012, que YPF reduce voluntariamente el importe nominal de las naftas y gasoil en su red de estaciones de servicio sin que exista una crisis global o una pandemia de por medio. Marín señaló en declaraciones a Radio Mitre que la retracción —en algún punto simbólica— de los precios se explica por la caída del precio internacional del petróleo, que desde fines de agosto se retrajo cerca de un 9 por ciento.
Sin embargo, el descenso del precio del Brent no alcanza para explicar por sí sola la baja de los precios en surtidor. En el reverso, la medida está cargada de una intencionalidad política. En el manejo de la narrativa, la decisión permite a YPF instrumentar una medida que le suma puntos con la primera línea del gobierno y también frente a la opinión pública.
Números
En términos estratégicos y si se analizan en detalle los números del negocio de refinación de crudo, la de YPF es una apuesta de riesgo que no será sencillo de sostener en el tiempo. Es que si bien el Brent registró una caída incontrastable en los últimos 30 días, el precio del barril internacional promedió los 74 dólares durante septiembre. Si a ese valor se le descuenta el impacto de las retenciones (que representan un 8% del precio de venta al exterior), el precio de paridad de exportación en el mercado local se ubicó en torno a los 68 dólares. Ese es el importe que pagaron este mes las refinadoras a los productores no integrados por el crudo Medanito que se extrae en Vaca Muerta. Es decir, la baja del precio internacional del Brent no tuvo hasta ahora un impacto real sobre los precios del barril criollo. Si la caída se acentúa durante octubre, sí tendrá un efecto, pero aún es temprano para saberlo.
En el borde, la cuenta es todavía más compleja: en promedio, las refinadoras pagaron en septiembre una ‘canasta criolla’ de precios del petróleo de unos 70 dólares por barril. Esa es la cifra que surge de tomar como referencia los US$ 68 que se paga por el crudo Medanito y los 73/75 dólares que cuesta el crudo pesado del Golfo San Jorge (Escalante y Cañadón Seco), que se pagan más caros porque son más buscados en el mercado internacional. Las refinadoras pagan además un plus por el 25% del crudo que corren en sus refinerías, dado que la mayoría de las productoras no integradas piden cobrar por ese volumen un precio en ‘dólar blend‘ calculado al Contado con Liquidación (CCL).
«Los números están muy justos. Con este valor del Brent quizás podríamos haber absorbido el efecto de la depreciación del tipo de cambio (crawling peg 2% mensual) y de la suba del Impuesto a los Combustible Líquidos (ICL). Incluso podríamos haber bajado algún punto el precio de la nafta premium, pero no la de la súper, que aún tenía un atraso significativo. El problema es que la baja generalizada de los precios en surtidor cambia el punto de partida del negocio de refinación y erosiona voluntariamente los márgenes del sector», analizó un alto directivo del sector.
Mayor recaudación
En rigor, YPF informó hoy que por la suba de impuestos y la devaluación que registró el peso durante septiembre el precio de los combustibles debería haber subido un 3% a partir de este martes. Sin embargo, bajará un 1% para las naftas y un 2% para el gasoil, por lo que la retracción real de los precios de YPF trepará al 4% y 5%, respectivamente.
Para terminar de configurar el escenario, es clave no pasar por alto que el Estado aún no terminó de recuperar el atraso del ICL que heredó del gobierno de Alberto Fernández, que por congelar los impuestos a los combustibles desfinanció al Estado en casi US$ 5000 millones. Eso implica que el gobierno podría haber aprovechado la caída del precio internacional del petróleo para acelerar la recaudación del ICL y del Impuesto al Dióxido de Carbono para robustecer el frente fiscal. De hecho, según números de Economía y Energía, la consultora que dirige Nicolás Arceo, para cobrar el ICL al valor que marca la Ley, el litro de naftas debería aumentar 189 pesos y el de gasoil 111 pesos.
El Presupuesto 2025 que presentó el gobierno hace dos semanas prevé que el año que viene por ambos tributos se recaudarán 5,53 billones de pesos, lo que implica un aumento del 105% en términos reales con la recaudación de este año. «De los números del Presupuesto se desprende que el Ejecutivo quiere recuperar el atraso del ICL durante el primer semestre de 2025 y cobrar el impuesto pleno durante la segunda mitad de 2025. Tal vez se podría haber aprovechado esta baja del Brent para acelerar ese proceso», explicaron en otra refinadora.
La decisión de YPF requiere, en definitiva, que se alineen una serie de elementos de distinta naturaleza —precio internacional del crudo, impuestos, importe de biocombustibles y tipo de cambio, entre otras— para ser sostenible en el tiempo. Parece, a priori, poco probable que el gobierno vaya a convalidar una suba del 3/4% de los combustibles a principios de noviembre después de la baja anunciada hoy. Lo esperable sería que la política tenga la tentación de congelar los precios en surtidor durante al menos dos meses. Habrá que esperar a ver cómo evoluciona el precio internacional del petróleo en octubre para poder hacer mejor las cuentas.