YPF incrementará los precios de los combustibles durante este fin de semana. Las naftas y gasoil deberían aumentar un 4% si se cumple el acuerdo de palabra que existe entre el presidente de la empresa, Pablo González, y el ministro de Economía, Sergio Massa. Pero la petrolera controlada por el Estado pretende, al igual que otros jugadores del mercado como Raízen, Axion Energy y Puma, que el alza en surtidores sea más alta para cubrir el deslizamiento del tipo de cambio, que en los últimos dos meses corrió por encima del 6%, y de la inflación, que se proyecta arriba de 7% (el IPC de abril se conocerá este viernes).
De las estadísticas oficiales de la Secretaría de Energía se desprende que YPF y el resto de las refinadoras aumentaron durante el primer trimestre bastante más que el 4% mensual comunicado por el gobierno. El promedio, a nivel nacional, está más cerca del 5,5% que de la cifra que difundió Economía. Concretamente, porque en el interior, la suba fue más pronunciada.
Lo que sucede en el retail de combustibles, sin embargo, explica una parte de la historia. La otra ocurre aguas arriba del negocio hidrocarburífero. Está claro que YPF precisa aumentar los combustibles para financiar su plan de inversión, que tal vez de manera demasiado optimista, la compañía valuó en US$ 5000 millones (al tipo de cambio oficial) para para 2023. Los refinadores dejaron pasar una ventana de oportunidad importante durante el primer trimestre para recomponer los combustibles en línea con la depreciación del tipo de cambio y ahora la corren de atrás. Más si se asume que, a punto de ingresar a una campaña electoral complejísima para el Frente de Todos, es poco probable que las petroleras puedan recuperar en los próximos meses el atraso en surtidores que acumularon en los primeros cuatro meses del año.
Baja el costo de la materia de prima
Lo que empezaron a realizar las refinadoras para defender el margen del complejo de destilerías es negociar a la baja el precio del petróleo que le reconocen a los productores no integrados, como Vista, Tecpetrol, Chevron, Pluspetrol y Capsa, entre otras. Esa cuestión se evidencia en los contratos que se cerraron por la entrega de crudo para abril y mayo. El precio del crudo Medanito, que se extrae en Neuquén, bajó en algunos casos hasta los 62 dólares después de cotizar en 65 o 66 en febrero y marzo. YPF, que compra a terceros un 20% del crudo que refina, cerró en la banda de los 62,50 o 63 dólares. Como no pueden mejorar el precio de venta de los combustibles, las refinadoras comenzaron a bajar el costo de su materia prima. Claro que la caída del Brent, la referencia de Europa que se utiliza para calcular tanto el precio de paridad de exportación (al que sale se vende el crudo de Vaca Muerta) como el de importación, fue funcional a esa estrategia. El precio internacional llegó a cotizar a 71 dólares la semana pasada. Con ese valor de referencia, el export parity —Brent menos retenciones (8%) y descuentos por calidad (unos 6 dólares por barril)— orillaba los 60 dólares. Este miércoles el Brent cotizó en torno a los 76 dólares que trae aparejado un precio de exportación cercano a los 65 dólares.
Margen de refinación
Lo concreto es que en abril se empezó a registrar una acentuación de la retracción del precio doméstico del petróleo. Algunas empresas, como Raízen, fueron más agresivas en esa estrategia con la intención de lograr una baja de 3 o 4 dólares de un mes a otro. En esa decisión incidió también la caída del precio de la canasta de productos que exportan las refinadoras, como las naftas vírgenes, el jet fuel (combustible de avión) y algunos bunkers (combustible de barco) que están dolarizados. Los premios sobre algunos de esos productos se esfumaron con la caída del precio internacional.
Con el Brent por encima de 80 o 90 dólares, las refinadoras podían apalancar el margen de refinación local a partir de la canasta de productos exportables. Es decir, por más que los precios de las naftas en las estaciones de servicios corrieran por detrás de la depreciación del tipo de cambio, las empresas podían reconocer al productor un par de dólares más en el precio interno del crudo porque la rentabilidad que registraban el segmento de productos exportados era buena. Pero el descenso del Brent cambió esa ecuación. La sequía tampoco ayudó. El precio del gasoil mayorista se mantuvo casi sin aumentos porque la demanda del campo no tiró como se esperaba. Recién en abril las refinadoras pudieron aumentar el precio. Para saber qué sucede en los próximos meses será clave monitorear si YPF logra convencer al ministro de Economía de acelerar ahora el aumento de combustibles a cambio de atenuar la suba durante el último cuatrimestre del año, cuando se definirá la contienda electoral. El fin de semana arrojará una primera señal de ese interrogante.