En una conferencia de prensa donde primó la confusión, el Gobierno anunció este martes cómo avanzará con la segmentación de las tarifas de gas natural. De lo explicado por el subsecretario de Hidrocarburos, Federico Bernal, se desprende que el esquema diseñado incluye una anomalía técnica o, en todo caso, una polémica decisión política que derivará en un trato inequitativo para los usuarios residenciales del hidrocarburo. En concreto, el mecanismo elegido para retirar los subsidios sobre las facturas residenciales de gas provocará que un grupo de usuarios de categorías inferiores termine pagando un cargo por el fluido más caro que la de otros de categorías superiores (cuando debería ser a la inversa). Podría llegarse al extremo, incluso, en que la factura neta de un hogar de menor consumo termine siendo más onerosa que la de otro de una categoría mayor que consuma más.
El diseño del esquema de segmentación que presentaron los funcionarios de la Secretaría de Energía, que está a cargo de Flavia Royón, llamó la atención de consultores y directivos de empresas gasíferas porque va a contramano del parámetro de progresividad creciente que debería guiar cualquier sistema tarifario.
Desde esa lógica, una categoría inferior de un usuario tendría que pagar un cargo más barato que la de una categoría superior. No es lo que sucede con el plan que anunció Bernal. Es más, el nuevo esquema colisiona, al menos conceptualmente, con la segmentación por volumen que ya existe en los cuadros tarifarios actuales. Según ese ordenamiento primario, un usuario R32 paga un cargo en la tarifa (explicado fundamentalmente por el precio del gas natural) más barato que el de un R33, la categoría que le sigue. Pero con la nueva segmentación, esa diferenciación podría diluirse.
Números concretos
Un ejemplo concreto permite dimensionar con mayor nitidez la inconsistencia. Una vez que se implemente la segmentación diseñada por el gobierno, un hogar R31 de Metrogas que consuma 1200 m3 anuales de gas, es decir por encima del bloque subsidiado del 70% que prevé el nuevo esquema (788 m3 anuales para la categoría), terminará pagando un cargo promedio de 25,19 pesos por metro cúbico, una cifra más alta que un hogar registrado como R32 que consuma 1300 m3, que abonará 23,75 pesos.
“Es una anomalía, algo que no debería pasar. De mínima incluye un trato discriminatorio y aunque es medio forzado, debería pensarse si no existe un subsidio cruzado de las categorías inferiores en favor de los hogares que más consumen. Lo que está claro es que se les coló una anomalía que no debería estar ahí”, explicó un experto en tarificación de gas y electricidad, que pidió la reserva de nombre.
“Un usuario de bajo consumo terminará pagando un cargo por m3 promedio mayor que uno de la escala superior que no supera el umbral del 70% que estableció el gobierno”, advirtió, en la misma línea, Cristian Folgar, ex subsecretario de Combustibles del gobierno de Néstor Kirchner, consultado por EconoJournal. “El efecto se produce porque se optó por un tratamiento distinto al que se utilizó con la electricidad. En ese caso, el subsidio no está definido por la categoría de usuario, sino que se aplicó un bloque común”, agregó.
Impacto de la segmentación en tarifas en base a los cuadros de Metrogas
La distorsión puede generar que un usuario de menor categoría termine pagando una factura neta más cara que la de otra de categoría superior, incluso en el caso de que este último haya consumido más gas. Por ejemplo, si un usuario R22 demanda 797 m3 de gas en el año, sobre el límite de lo permitido por esa categoría, pasará a pagar una tarifa mensual de $ 4100 porque buena parte de su consumo de gas (cerca de un 25%) se ponderará a precio sin subsidio, mientras que un hogar R23 que demanda 802 m3 abonará una factura promedio de 3817 pesos. Es decir, casi 200 pesos menos por mes pese a que consumió más gas.
“Desde lo técnico, es una aberración porque rompe la cadena de incentivos. Lo lógico sería que el que consuma menos gas pague una tarifa más barata a fin de incentivar el ahorro. En este caso, se termina generando un vórtice entre el margen superior de una categoría y el límite inferior de la categoría subsiguiente en el que el sistema de incentivos está roto, no funciona”, cuestionó el gerente comercial de una petrolera.
Razonamiento
El instrumento anunciado por Bernal para retirar los subsidios sobre las facturas pivoteará sobre dos variables. En primer lugar, se considera la zona tarifaria donde se implemente la quita. La decisión apunta a adaptar el esquema a la amplia variedad climatológica que existe en el territorio nacional, con foco en los extremos fríos de la Patagonia que obligan a incrementar el uso de gas para calefaccionar. Por caso, el consumo gasífero de un hogar en Santa Cruz es, en promedio, 11 veces mayor que el de un hogar en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
En segundo lugar, también se tendrá en cuenta, al momento de retirar los subsidios, la categoría en la que está inscripto cada usuario. A los hogares del Nivel 1 se les retirará el 100% de las subvenciones a lo largo de tres bimestres consecutivos (un 20% en el primero, un 40% en el segundo y el 40% restante en el tercero). A los del Nivel 2, que están encuadrados bajo la tarifa social, no se les aplicará ninguna quita de subsidios. Mientras que a los de Nivel 3, segmento que abarca a la clase media, se les mantendrán los subsidios para el 70% del consumo promedio de cada categoría.
La forma de calcular ese número es peculiar: se determinará a partir de los umbrales mínimos y máximos de cada categoría. Así, por ejemplo, para la categoría R1 de Metrogas, en la que están registrados los usuarios que consumen de 0 a 500 metros cúbicos (m3) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el volumen anual subsidiado de gas surgirá de sumar 0 y 500 (lo que lógicamente da 500), luego dividirlo por dos para calcular el promedio y finalmente, sobre esa cifra, calcular el 70%, lo que arroja un final de 175 m3 anuales.
Inconsistencia
Lo problemático del esquema, como se explicó en la introducción de la nota, es que su aplicación funciona como un desincentivo para el ahorro de gas entre los usuarios que registran un consumo situado en el margen superior de su categoría.
Ó quienes diseñaron este esquema sencillamente no se percataron del mismo. O sí lo hicieron, pero igualmente prefirieron no estipular un consumo promedio de gas por zona o subzona tarifaria para no perjudicar a los usuarios de la Patagonia, que mayoritariamente se ubican dentro de las categorías más altas porque demanda grandes cantidades de gas para calefaccionarse.
De ese modo, a diferencia de lo que ocurre con el esquema de segmentación de las tarifas eléctricas, en el que los usuarios de rango bajo o medio no padecerán la quita de subsidios, en el caso del gas sí habrá un impacto para estos consumidores, que incluso podría ser, en términos relativos, más importante que para los grandes consumidores.
“El problema es la discrecionalidad. Si un usuario de una categoría inferior que consuma menos gas que otro de una categoría superior termina pagando una factura más cara habría que indagar sobre la legalidad de la medida”, explicaron en una productora de gas. “La enorme mayoría de la gente no se va a dar cuenta, pero técnicamente es un problema. Habría que corregirlo”, advirtió.