Congelamiento y brecha con la paridad de importación
Más allá de los insólitos argumentos oficiales, la distorsión de precios y la brecha con el costo de importación explican la crisis del gasoil
30 de junio
2022
30 junio 2022
El presidente Alberto Fernández presentó la falta de gasoil como una consecuencia inevitable que se desprende del mayor crecimiento de la economía. Sin embargo, fue la decisión oficial de congelar los precios del combustible a través de YPF —que generó una brecha con el precio de importación cercano al 40%— la que terminó forzando esta crisis de abastecimiento que se sostiene desde marzo y de la que ahora el gobierno no sabe cómo salir.
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El presidente Alberto Fernández insistió anoche con que en el país falta gasoil porque la economía está creciendo mucho. “No tenemos la cantidad de gasoil necesaria producida en Argentina ante un crecimiento de la demanda tan grande como la que se está generando”, aseguró en C5N. “Si los chacareros quieren sacar sus granos es porque han producido un montón y están demandando un montón de camiones y esos camiones demandan gasoil”, agregó en respuesta a los reclamos de la Mesa de Enlace que llamaron a un cese de comercialización para el 13 de julio. Desde esa perspectiva, la falta de gasoil aparece como una consecuencia inevitable que se desprende de un hecho virtuoso. Sin embargo, fue la decisión oficial de congelar los precios del combustible a través de YPF, combinada con la suba de la cotización internacional, la que forzó esta crisis de abastecimiento que se sostiene desde marzo y de la que ahora el gobierno no sabe cómo salir.

Congelamiento

El precio del gasoil en el canal minorista estuvo congelado de hecho entre mayo del año pasado y febrero de este año por decisión de YPF que controla el 55 por ciento del mercado y le pone un techo al resto de las petroleras, ya que si aumentan sus clientes automáticamente se fugan hacia la competencia.

Ese congelamiento fue produciendo un desfasaje con respecto a la paridad de importación, que se agudizó luego de la invasión de Rusia a Ucrania. Así, el mercado argentino opera hoy con una brecha entre el precio local y el import parity que ronda el 40 por ciento. No existen ejemplos a nivel regional que repliquen un escenario de estas características. Ese dato no es menor porque Argentina importa cerca del 30 por ciento del gasoil que consume y cuando la brecha se amplía las pérdidas que deben afrontar aquellos que importan son cada vez mayores.  

Distorsión

En respuesta a esa situación, Axion, Raizen (Shell), Puma (Trafigura) y Dapsa, entre otras, comenzaron a ajustar en el segmento mayorista, donde compra el agro y la industria, para de ese modo compensar parte de las pérdidas que supone la importación. De eso modo, el precio en el canal mayorista fue subiendo hasta superar el precio minorista provocando una distorsión fenomenal en el mercado. EconoJournal publicó con una nota en octubre de 2021 sobre la génesis de esa situación anormal, que con el tiempo se convirtió en la principal razón que explica la crisis actual.

La propia YPF dejó en evidencia esa problemática ya a fines de marzo cuando detalló en un comunicado que, según cifras oficiales, el consumo de gasoil en el canal mayorista había retrocedido 2,5 por ciento en el primer trimestre, mientras que en el canal minorista había trepado un 12 por ciento. 

Esa distorsión de precios se ha mantenido desde entonces. En la actualidad si un transportista va a una terminal mayorista en la provincia de Buenos Aires paga el litro de gasoil común entre 170 y 180 pesos, mientras que en una estación de servicio de la ciudad puede costarle 135 pesos. En las provincias los precios son todavía más altos. En el mercado mayorista de Córdoba, el gasoil supera fácilmente los 200 pesos. Esa dinámica se replica también en el segmento de retail (minorista). Los automovilistas de la zona centro del país pagan precios mucho más caros que los de la Ciudad de Buenos Aires a la hora de llenar el tanque. Por caso, un una estación de la red de YPF en Córdoba que controla Oppesa, la subsidiaria que administra las estaciones de servicio de la petrolera, el gasoil común cuesta unos 155 pesos por litro y el Infinia 201 pesos. En surtidores de otras marcas en la misma provincia, el gasoil premium se llega a pagar 215 pesos.

Ese diferencial entre el precio minorista y el mayorista es el que explica la disparada en las ventas en las estaciones de servicio, que derivó en los cupos y en innumerables prácticas especulativas. A su vez, como el gasoil local sigue muy por debajo del precio internacional la demanda también crece presionada por todos aquellos que llegan a las provincias fronterizas desde localidades limítrofes para cargar combustible más barato. Esa brecha de precios con respecto a la paridad de importación vuelve insostenible el funcionamiento del mercado.

El problema no es el crecimiento

Ante este escenario, el gobierno aseguró que los faltantes son porque a la economía Argentina le va cada vez mejor y reaccionó tratando fundamentalmente de incrementar la oferta. Por un lado, las refinerías producen más, aunque todavía hay algunos problemas puntuales como el que enfrenta la refinería de YPF de Ensenada  que no está pudiendo trabajar a su máxima capacidad por una parada programada en unos de sus cokes. Al mismo tiempo, se importa cada vez más. Sin embargo, el problema de fondo no es la demanda. El problema es el precio y la alta brecha que existe en la cotización internacional del combustible. Mientras las distorsiones de precios no desaparezcan, la demanda seguirá siendo alta, incentivada en muchos casos por la especulación, la psicosis y el fantasma del desabastecimiento, y habrá que importar cada vez más combustible a pérdida, con el consecuente impacto en la balanza de pagos y de las petroleras, particularmente de YPF.

Decir que esta crisis de abastecimiento es porque la economía crece mucho conlleva una alta dosis de cinismo y si quien lo dice lo cree el problema es aún mayor. Argentina ha crecido a “tasas chinas” durante muchos años a la salida de la convertibilidad y nunca faltó gasoil como ahora. A su vez, numerosos países han vuelto a la senda del crecimiento en la pospandemia y no enfrentan los problemas de abastecimiento de combustibles que vive la Argentina.     

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