Estados Unidos registró en octubre la inflación interanual más elevada desde 1990, empujada principalmente por la suba de precios de la energía. Las cifras oficiales de precios al consumidor superaron las expectativas y dejaron al gobierno en una posición incómoda. El presidente Joe Biden reconoció que la inflación se debe a los precios de la energía y que revertirla “es una prioridad para mí”. El gobierno analiza medidas para limitar la suba de precios del petróleo y de las naftas pero hasta ahora no ha confirmado ninguna.
El Departamento de Trabajo publicó los datos de inflación del mes de octubre. El índice de precios al consumidor CPI arrojó una suba mensual del 0,9%, superando las expectativas del mercado y mayor que el 0,4% de septiembre. Con esa suba, la inflación de los últimos doce meses trepó al 6,2%. Es la mayor suba de precios interanual registrada desde diciembre de 1990.
En un comunicado difundido el miércoles, Biden dijo que la inflación “daña los bolsillos de los estadounidenses, y revertir esta tendencia es una prioridad para mí”. El presidente agregó que “la mayor parte del aumento de precios en este informe se debe al aumento de los costos de la energía”.
Preocupación por la inflación
Los datos de inflación de octubre dejaron al gobierno en una situación incómoda. Biden reconoció que el problema está en la energía, pero el gobierno no parece contar con las herramientas para limitar la suba del crudo y de los combustibles en el corto plazo.
El gobierno esquivó dar esta semana alguna definición concreta sobre las medidas para limitar las subas. “No tengo nada específico para usted. Solo puedo decirle lo que hemos estado haciendo aquí, que es pedir a la OPEP que aumente su oferta”, respondió la secretaria de Prensa adjunta de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, consultada sobre las medidas bajo análisis. “Estamos monitoreando los precios y nos aseguramos de tener herramientas que podamos probar y usar. Pero en este momento, no tengo nada nuevo que compartir”, agregó.
Con una inflación que no da señales de ceder, en el gobierno crece la preocupación por las consecuencias que esta podría tener sobre el crecimiento económico. Subir las tasas de interés para dar una señal de enfriamiento de la economía y moderación de la inflación es una opción que tanto el gobierno como la Reserva Federal prefieren evitar. “El nivel de inflación que tenemos en este momento no es en absoluto consistente con la estabilidad de precios”, dijo la semana pasada el presidente del banco central, Jerome Powell. “Usaremos nuestras herramientas según corresponda para controlar la inflación. Sin embargo, no creemos que sea un buen momento para aumentar las tasas de interés porque queremos que el mercado laboral se recupere aún más”, explicó.
Precios y producción
Pero en lo inmediato la preocupación central son los precios de los combustibles y del crudo. Los aumentos de precios de la energía conforman el principal componente inflacionario.
Según el índice de precios al consumidor de octubre, las naftas subieron un 6,1% y el fuel oil un 12,3%. En la comparación interanual contra octubre del 2020, las naftas treparon un 49,6% y el fuel oil un 59,1%. En el global, el índice energético arroja una variación del 30% en los últimos doce meses, la más elevada, superando largamente a alimentos que registró una variación del 5,3% en el mismo período.
Los aumentos de las naftas son consecuencia de una oferta doméstica de petróleo que se percibe insuficiente en el corto plazo. La producción de petróleo en EE.UU promedió 12,3 millones de barriles por día (bpd) en 2019. En los primeros meses de la pandemia se contrajo por la falta de demanda y los altos stocks existentes, pero se fue recuperando al ritmo de la reactivación económica y hoy se acerca a los niveles de pre pandemia. La producción de la semana pasada fue de 11,5 millones de bpd.
Según la Agencia de la Información Energética (EIA), la demanda de petróleo, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial, ha vuelto en gran medida a los niveles de 2019, previos a la pandemia. Pero la demanda ha crecido más rápido que la oferta, reduciendo los inventarios y aumentando los precios.
En este punto, entra a tallar las perspectivas por el lado de la producción. Las principales petroleras están dando pocas señales de querer invertir para sostener estos niveles de producción, pese a los mejores precios y la recuperación de la demanda nacional y mundial. El pedido de los accionistas e inversores es generar retornos positivos y no elevar demasiado el CAPEX en petróleo y gas.
La necesidad de incrementar la perforación de nuevos pozos es más acuciante al considerar la estrategia empleada por los productores durante la pandemia para recuperar la producción. En lo que va del año, una parte considerable de la producción de shale oil, que representa más del 70% de la producción estadounidense de petróleo, provino de la terminación de pozos perforados pero sin completar (DUC, por sus siglas en inglés). El último Reporte de Productividad de la Perforación de EIA señala que había en el país 5385 pozos DUC en operación, un marcado descenso con respecto a los 7298 pozos existentes en diciembre pasado y lejos de un pico de casi 8900 en 2019.
Negativa de la OPEP y otras alternativas
En este escenario, Estados Unidos viene solicitando desde mediados de año a los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia que incrementen considerablemente sus niveles de producción para reducir los precios y aminorar la inflación. Pero la OPEP cerró esa puerta la semana pasada: los países del cartel petrolero no se moverán del incremento acordado en julio de 400.000 barriles diarios.
Cerrada esa posibilidad, el gobierno busca alternativas en el frente doméstico para limitar la suba de precios. La secretaria de Energía, Jennifer Granholm, defiende la idea de tomar stocks de la Reserva Estratégica de Petróleo para aumentar la oferta en el mercado y bajar el precio del crudo. “Esa es una de las herramientas que tiene”, dijo Granholm días atrás. “Y ciertamente el presidente está mirando eso”, agregó. Pero la Reserva Estratégica de Petróleo es normalmente utilizada para las interrupciones del suministro y su utilización no garantiza un impacto importante en los precios que se pagan en el surtidor.
Una idea más radical consistiría en frenar las exportaciones de crudo estadounidense. En una carta escrita al presidente, doce senadores del Partido Demócrata pidieron tomar esa medida. «A la luz de estas preocupaciones apremiantes, les pedimos que consideren todas las herramientas disponibles a su disposición para bajar los precios de la gasolina en Estados Unidos. Esto incluye una liberación de la Reserva Estratégica de Petróleo y una prohibición de las exportaciones de petróleo crudo», pidieron los senadores.