La designación de Darío Martínez como nuevo secretario de Energía dejó el viernes en segundo plano el cambio más relevante que vino de la mano de esos anuncios. La decisión de quitarle el área a Desarrollo Productivo y ponerla bajo la órbita del ministro de Economía, Martín Guzmán, terminó de convalidar la influencia de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en un sector que siempre aspiró a controlar y que hasta ahora había estado sometido a fuertes internas debido al poder ejercido por el ministro Matías Kulfas.
Luego del fracaso precoz de Sergio Lanziani, designado por consenso entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner y que en los hechos nunca llegó a ser secretario de Energía, Kulfas artículó la gestión del área con dos bastoneros: Esteban Kipper en el área de electricidad y Juan José Carbajales en hidrocarburos. Ese triángulo comandó la política energética en los últimos ocho meses teniendo en claro la defensa de los intereses nacionales y una perspectiva pragmática dentro de los límites que impone la coyuntura macroeconómica, aunque transitó por un camino plagado de obstáculos.
La influencia de Cristina
Cristina Fernández Kirchner puso a Federico Bernal al frente del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), a Federico Basualdo en el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) y a Andrés Cirnigliaro, como presidente de IEASA (ex Enarsa). Además, se aseguró una influencia decisiva en la petrolera YPF con el desembarco de Santiago “Patucho” Álvarez como vicepresidente de Asuntos Corporativos, Comunicaciones y Marqueting. Con ese cerco le fue marcando los límites a Kulfas.
Bernal fue la avanzada de la movida destinada a horadar al ministro. En la entrevista que salió el viernes en El Cronista esa situación quedó más que evidenciada cuando el interventor del ente regulador tomó distancia del Plan Gas, justo el día en el que Carbajales lo presentaba ante los empresarios, y reiteró que sigue trabajando en un esquema de subastas de gas, que había sido desestimado por el propio ministro en abril.
La designación de Darío Martínez no significa que las políticas que llevó adelante Kulfas, como el propio Plan Gas, ahora vayan a desandarse, pero está claro que la conducción cambió de manos y eso es lo que buscaba la vicepresidenta, quien en estos casos suele apelar a la “teoría del cuchillo”: cuando lo tiene otro sirve para matar y lastimar, pero cuando lo tiene uno permite cortar el pan y darle de comer al pueblo, aunque en los hechos el cuchillo siga haciendo lo mismo.
Los cambios
Es un secreto a voces que Osvaldo Arrúa y Juan Pablo Ordoñez, los dos hombres puestos por Lanziani, seguirán los pasos del malogrado secretario. Algunos, con cierta maldad, remarcan que esos dos funcionarios nunca llegaron a asumir. De hecho, Ordoñez, quien también es director de la estatal Nucleoeléctrica, se fue a comienzos de marzo de vacaciones al exterior y cuando volvió se quedó cumpliendo la cuarentena en Bariloche, a 1600 kilómetros de la secretaría de Energía. Arrúa hizo algo similar ya que decidió cumplir con el aislamiento obligatorio en Misiones, a unos 1000 kilómetros.
La situación de Kipper y Carbajales aún no está definida, pero está claro que, aún si siguen, será con un nivel de responsabilidad menor al que tuvieron que asumir en estos meses.
El rol de Guzmán
Si bien desde el gobierno, el viernes salieron a instalar que el pase de Energía a Economía buscaba reforzar la coordinación, lo cierto es que no está previsto que Guzmán ejerza el papel que venía cumpliendo Kulfas. Su intervención estará más vinculada a marcar los límites que imponen las cuentas públicas. “Lo que les va a decir es `muchachos, tenemos X% sobre el PBI para subsidios, eso es lo que podemos ahora`”, señaló una fuente oficial que siguió de cerca ese traspaso. El tiempo dirá si logra imponer ese límite.
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Excelente nota!
vamos a ver que deciden hacer con las termoeléctricas que finalizaron sus fideicomisos