Por Vicente Serra Marchese
La energía no está exenta ni es la excepción en esta pandemia, es un pilar en donde apoyarse para que nuestros médicos y enfermeras puedan realizar su trabajo con la aparatología que por medio de la energía puede usarse. Imaginemos lo que sería el mundo y nuestro país sin energía.
La especie humana depredadora está pagando un alto precio por ampliar su frontera productiva y contaminando el medio ambiente para satisfacer las necesidades de una población mundial cada vez más creciente y menos preparada y más dependiente de la tecnología.
Conforme informaciones allegadas de las empresas distribuidoras, las mismas están recaudando un 40% menos, fruto de la crisis económica, manufacturas, comercios e independientes que no reciben ingresos y las que operan que no tienen ingresos suficientes por las caídas de la demanda.
En el sector eléctrico el problema principal está en el transporte y en la distribución principalmente, ahí es donde hay que auxiliar primeramente en vez de la generación que es de interés público, no de servicio público. El índice de cobrabilidad de CAMMESA ha caído al 52% y muchas de las deudas de los distribuidores antes de la pandemia ya eran impagables, en especial las cooperativas de la provincia de Chubut. Si no se recauda primero lo que se tiene que recaudar, difícilmente se pueda cumplir con el primer eslabón, el servicio de generación y los combustibles asociados.
La situación se agrava aún más, porque la mayoría de los usuarios de las distribuidoras no tienen disponibles medios de pagos. Muchos tienen miedo a la cercanía con la gente y tienen miedo de incumplir la cuarentena, no por viveza sino por miedo al contagio o porque no pueden juntar una moneda para cumplir.
Las empresas van a estar habilitando, según fuentes consultadas, el cobro de servicios a domicilio para que la gente no tenga que trasladarse, una buena medida y esperada, dado que el índice de cobrabilidad de los usuarios es del 50% y la baja de la demanda industrial es del 50%. Con estos niveles será difícil mantener la plantilla de sueldos, seguramente habrá incumplimientos en el pago de la nómina por falta de fondos. Para el Estado y la Administración Publica es sencillo se soluciona emitiendo, pero las empresas de servicios no pueden hacerlo y los bancos no les prestan a las tasas preferenciales permitidas.
El 65% del costo de la generación del MEM es el combustible y repuestos que ya lo absorbe CAMMESA, mientras que en las distribuidoras y transportistas eléctricos el 70% de los costos, es plantilla salarial, por lo tanto, sería conducente que mientras se dé la actual situación, se les de el beneficio de excluir del pago los aportes patronales en atención a que el personal de los servicios públicos está al expuesto al no poder cumplir tampoco con la cuarentena. Nuevamente pensemos que sería de la atención sanitaria si no hubiese energía. La atención médica es imprescindible y la energía también.
El enfoque de las deudas desde CAMMESA debe cambiarse, debemos aceptar que habrá deuda que nunca va a ser pagada con las tasas de interés implícitas para la mora, que fue pensado cuando éramos un país medianamente normal y hoy no es cumplible. Es tiempo de que se piense en un esquema de premios en vez de castigos y, si de solidaridad se trata y a nadie se lo quiere expulsar del club del sector eléctrico, no es justo que, habiendo provincias pobres como Formosa, La Rioja, Catamarca o Santa Cruz, entre otras, que cumplen con el pago de la energía eléctrica mayorista, otras provincias más pudientes no cumplan como EPEC de Córdoba y EPE de Santa Fe, por la causa que fuere.
Hacia adelante propongo que se haga un borrón y cuenta nueva, que se pongan todas las cuentas en cero, que dicha deuda la absorba el tesoro como cualquier otra deuda que ya absorbe y que de ahora en más se firme un pacto Federal Eléctrico en donde el no pago habilita al Gobierno Nacional a cobrar la deuda en el sistema mayorista de los fondos de coparticipación de cada provincia. Eso sería justo para las provincias cumplidoras como las que mencionamos, en detrimento de las no cumplidoras. Pero para compensar los atrasos anteriores, durante los próximos 5 años a aquellas provincias que estuvieron al día (distribuidoras mediante) se las beneficiará con un 5% de descuento del valor del MEM y a aquéllas que han incumplido en los últimos 6 años se les debería adicionar un costo del 5% en el valor del MEM durante un periodo concordante con el tiempo de deuda con un mínimo de 5 años hasta 10 años.
Es hora de entender que el problema del abastecimiento energético está en el primer eslabón de la cadena, en la cobranza del servicio de distribución y no en el sistema eléctrico mayorista. Si queremos solucionar el equilibrio de este último, debemos empezar por solucionar el primer eslabón para que no se traslade hacia arriba y que los comprovincianos no comprometan más recursos por aquellos que no lo hacen. Eso es un principio de solidaridad, cumplir para no comprometer a terceros. Para que el esquema cierre y no haya tarifas injustas es hora de que con la tecnología actual de una vez por todas vayamos a una tarifa per capita como el de la telefonía celular y no por cantidad ya que un mismo medidor de alto consumo tiene más que ver con el hacinamiento que con el poder adquisitivo del titular del medidor.
Por último, el coronavirus ha puesto sobre la superficie la debilidad estructural qué tiene la economía argentina y el deterioro del tejido social agravado por dicha debilidad. El virus no reconoce clases sociales, ataca a todos por igual, nadie está exento. La emergencia sanitaria no puede implementarse en todos los ámbitos; ya que no es fácil pedirle a los más necesitados de la población, que no tienen agua potable siquiera para lavarse las manos, que se cuiden.
Pandemias anteriores, como la peste bubónica o la fiebre amarilla, que también se transmitían de un humano a humano por el mero hecho presencial y táctil de objetos, demostraron que la higiene urbana era un factor fundamental. La lección que estamos aprendiendo ahora con el coronavirus es que no importa el monto, los ahorros o los miles de millones de dólares que se tengan disponibles porque los asistentes o colaboradores que trabajan para las personas influyentes, en brindar servicios de baja preparación, reparar artefactos o daños de infraestructura, provienen de esos lugares donde el acceso a la limpieza básica es muy difícil. Por lo tanto, evitar una filtración, por más recaudos que se tomen, se torna imposible; máxime en la condiciones de hacinamiento que nadie pudo resolver, precisamente por la falta de equilibrio en el desarrollo de nuestro país, el cual ha generado una mega urbe a costa de las economías regionales.
Es hora de acordarse de toda esa gente que hace sacrificio para que la gente más pudiente pueda tener sus frutas y verduras, refaccionar sus viviendas, alquilar y tener ayuda en los quehaceres domésticos. Ahora el coronavirus obliga a la solidaridad forzada para que en el futuro se repiense el tipo de sociedad que pretendemos. Los lugares que se ha sabido marginar, donde predomina el hacinamiento, cuentan con mucha fuerza laboral y necesaria para que la sociedad que avanza pueda mejorar día a día.