Son las tres de la tarde y una sensación de incertidumbre invade a las casi cinco decenas de alumnos sentados en el aula 110 de la Facultad de Ciencias Sociales. El titular de cátedra, Juan José Carbajales, llega de traje y sabemos que es abogado. Segundos después, barre el aula con la mirada y saluda a los presentes con una sonrisa en la cara. Se desenvuelve demasiado cómodo en el espacio efesoquer y entonces sabemos que también es politólogo.
Minutos después, llegó el turno de presentarse y hacer las clásicas preguntas que surgen en una primera clase. Pronto, las dudas respecto de la materia comenzaron a disiparse y otros interrogantes, vinculados a la temática energética, lejos de desaparecer, se expandieron y algunos nos acompañarán para seguir pensando incluso una vez finalizada la cursada. Así, arrojando luz sobre muchas cuestiones y dejando margen para la sombra de la duda que permite avanzar, empezó el Seminario Energía y Desarrollo: ¿Cuánto sabemos les politólogues sobre Vaca Muerta y Renovables?
La característica que asumió la materia este año está ligada a la apertura a la comunidad. Constituido no sólo como Seminario optativo en el programa de la carrera Ciencia Política, cualquier persona externa a la institución podía asistir a las clases. Así fue que una explosiva combinación de estudiantes, ingenieros, abogadas, economistas, ambientalistas y periodistas guiados por el docente, dieron forma a lo que Mariano, futuro politólogo con asistencia casi perfecta, definió como “de lo mejor que cursé en toda la carrera”.
Narrar cronológicamente los temas abordados en los distintos encuentros carece de sentido. Aun así enunciaré a grandes rasgos las cuestiones trabajadas fundamentalmente para dar cuenta de la amplitud del programa de la materia. Recursos naturales, Vaca Muerta, modelos de desarrollo, energía renovable, dominio y marco regulatorio, regímenes de promoción de gas, generación, transporte y distribución de energía eléctrica y eficiencia energética fueron algunos de los temas estudiados.
El equipo de cátedra pensó cada clase con anterioridad y a la hora de abordar temáticas diversas y complejas no se escatimó en el uso de videos, presentaciones en la pantalla y sobre todo, la presencia en todas las clases de invitados provenientes de algún sector de la industria. Desde distintas perspectivas y de acuerdo a sus propias experiencias, hicieron su aporte Ariel Masut y Bruno Abriata (Supply chain de YPF), Jorge Lapeña (Ex Secretario de Energía y Presidente del IAE Mosconi), Jorge Ravlich (Gerente de Planificación estratégica y Desarrollo de YPF Luz), Federico Larrosa (Fideicomiso FODER), Nicolás Gandini (Director de EconoJournal), Diego Margulis (CAMMESA) y David Tezanos (Ex interventor de ENARGAS), entre otros.
Ahora bien, ¿qué hacer con la gran cantidad de información recibida a lo largo del curso?, ¿qué hacer con todo aquello que no sabíamos y ahora sabemos?, ¿qué hacer con lo que aún nos queda por conocer?
Cambiar la pregunta
Continuamente escuchamos en los grandes medios de comunicación, en la calle e incluso en la universidad frases que hacen de Vaca Muerta el futuro, la oportunidad, el desarrollo o la promesa. Pero es evidente la necesidad de profundizar en el análisis más allá de los medios especializados y el ambiente cerrado de la industria. Llegó la hora de hablar a fondo. Pero, ¿qué motiva al énfasis en la necesidad de despertar el interés en materia energética?, ¿por qué considero radical el establecimiento paulatino de un análisis profundo de estos temas con la sociedad civil?
Porque a fines de 2018, John Todd, un ingeniero estadounidense, aterrizó en Argentina para trabajar en la formación Vaca Muerta. El 24 de diciembre se encontraba festejando Navidad en Buenos Aires junto a su esposa argentina y su familia (me incluyo) cuando en medio de la cena, justo antes del brindis, un pariente preguntó: “¿qué carajo es Vaca Muerta?”; O bien, porque en los últimos años numerosos comercios bajaron la persiana ante la imposibilidad de pagar las tarifas de servicios.
Dos ejemplos cotidianos son suficientes para dilucidar al menos un motivo, una razón para pensar que la temática energética debe formar parte de la agenda pública en mayor medida y con más intensidad. Dicho esto, la pregunta más difícil de responder viene del lado del cómo.
Entablando una comparación improbable pero no por eso absurda o banal, lo que ocurrió durante el Seminario Energía y Desarrollo bien podría servir de modelo para pensar de qué modo llevar adelante un debate comprometido. De alguna forma Juan José Carbajales y su equipo lo hicieron.
Lo hicieron al poner sobre la mesa un listado de textos que contextualizan y dejan clara la función de la teoría y la investigación como herramientas esenciales para usar la palabra desde el conocimiento. Lo hicieron al invitar a personas que trabajan en la industria y evidencian una amplia variedad de puntos de vista y de intereses a veces disímiles o antagónicos. Porque no se trata sólo de hablar, sino también de escuchar. Porque se trata de cambiar de lugar, de salir de la comodidad y asistir, invitados por los profesores, a distintos eventos ligados a la energía, como el Congreso de Estado y Políticas Públicas en FLACSO.
Pensar el Seminario y la dinámica de actores allí puesta en juego constituye un disparador para ver en el diálogo multidisciplinario, en la investigación, en la interacción y en el movimiento, al menos un puntapié que abre el camino a la reflexión, invita al entrenamiento de la mirada y contribuye al establecimiento de mejores políticas públicas para la ciudadanía en su conjunto. Desde ya, la idea no implica que todo el mundo se convierta en especialista.
Sencillamente se trata de sentar las bases para que las conversaciones en materia energética no se circunscriban a un círculo cerrado y poco accesible, principalmente en términos de lenguaje, para el común de la población. Quizá, a modo de propuesta, podría incluirse la temática en alguna materia de las distintas carreras de las universidades e incluso podría formar parte de los programas de la escuela primaria y secundaria. A fin de cuentas, lo que importa es la indispensable existencia de un compromiso generalizado.
Por último, creo fervientemente que ya es hora de dejar de pedir permiso. Hay que dejar de preguntar si hay espacio para los profesionales de Ciencias Sociales en la industria energética. Más bien hay que asumir que lo hay y desde allí empezar a trabajar en otros interrogantes. De cara a contextos sociopolíticos complejos, y si como acordamos en la primera clase, la energía es transformación, no quepa duda: es momento de reformular la pregunta.