Doris Capurro intentó tres veces que YPF desembarque en el negocio de las energías renovables. Y las tres veces fracasó, en palabras de la propietaria de Luft Energía, empresa que fundó para participar del negocio de las energías verdes. Durante su paso por la vicepresidencia de Asuntos Públicos y Comunicación de la mayor petrolera del país impulsó, pocos meses después de la reestatización a fines de 2012, que YPF destinó un 1% de su inversión total al desarrollo de las fuentes renovables de generación eléctrica. Llegó incluso a plantear su propuesta en el resto de VPs de la empresa. Sus colegas, todos hombres, la tildaron de romántica y trasnochada. La iniciativa no prosperó. «Quería crear una vicepresidencia de Energías Renovables para diversificar la matriz energética de la propia compañía», recuerda Doris al paso que ordena un café chico en el bar de La Dolfina, a pocos metros del Malba, sobre la avenida Figueroa Alcorta. «En ese momento, entendí que había que recuperar el driverprincipal de YPF, que era la producción de gas y petróleo», racionaliza. Pero ese primer traspié no la desmotivó. Al contrario. «Me basaba más bien en una idea intuitiva, de analizar qué se venía (por las renovables) y cómo YPF podía participar de ese proceso, pero no tuve en cuenta el sustento económico del proyecto», reconoce. Doris tiene una energía vital apabullante, quienes la conocen coinciden en asignarle una fuerza de trabajo superior a la media. No para. Es común que responda e-mails a las 2 o 3 de la mañana y que, a las pocas horas, aun antes de que arranque el día laboral, ya haya pisado esos correos con nuevos comentarios. Su estilo de gestión, de igual exigencia que de defensa a los suyos, le permitió construir una buena relación con la mayoría de sus interlocutores. Esa misma efusividad, sin embargo, también la llevó a ganarse detractores. «La segunda vez llamé al gerente general de Genneia. Era Walter Lanosa. No lo conocía a él ni a la empresa. Los encontré googleándolos porque era la única firma con un proyecto de renovables en marcha (un parque de 80 megawatts instalados en Rawson, Chubut). Lo llamé y lo invité a YPF», reconstruye. Corría ya 2013. «Le dije: ‘Quiero comprar parte de Genneia. Pero no tengo la aprobación del Directorio, así que ayudame a presentar un plan sustentable, que económicamente sea rentable y que sea un negocio para YPF’. Trabajamos seis meses en el diseño del proyecto. Aprendí muchísimo sobre el negocio de las renovables. Y la propuesta fue que YPF compre el 50% de Genneia», señala Doris en diálogo con Revista TRAMA. El proyecto contemplaba una TIR (tasa interna de retorno) interesante cercana al 15%. Pero la propuesta tampoco pasó el filtro del equipo financiero de YPF. «Fue una pena, porque después otra empresa (el fondo de inversión Pointstate) cerró el negocio con Genneia».
La aventura propia
Su tercer y último intento buscó linkear a las renovables con el desarrollo de Vaca Muerta, la principal apuesta de YPF durante la gestión de Miguel Galuccio. «La idea era legitimar la explotación de los yacimientos no convencionales obteniendo energía para esa operación mediante la autogeneración con fuentes alternativas», defiende Doris. En esa clave, la empresa alemana ABO Wind se encargó de medir la calidad del viento en las cercanías a Añelo, en Neuquén. Lo hizo por su cuenta sin que YPF colocara un peso en ese plan. «La velocidad del viento no era la mejor, pero resultaba suficiente y para YPF era una posibilidad valiosa. Propuse financiar la construcción de un parque eólico con el presupuesto de la Fundación YPF (que ella presidía) para abastecer a la localidad de Añelo y las operaciones de Vaca Muerta. Pero también me lo bocharon. Ahí decidí que cuando me fuera de YPF, iba a apostar por la factibilidad de las renovables», declara, sin ocultar un evidente atisbo de revancha.
Te desvinculaste de YPF a fines de 2015. ¿Cómo fue que decidiste fundar tu propia empresa, Luft Energía?
Cuando dejé YPF me fui un mes a Nueva York y Washington, y armé una agenda con los organismos multilaterales de crédito para entender qué posibilidades financieras habría para las renovables. Hasta ese momento no había un plan de energías renovables en la Argentina. Ahí tomé la decisión de fundar Luft. Le puse ese nombre porque en alemán quiere decir «aire». Yo soy alemana de origen (nació como Dorotea Gompertz, hija de padres alemanes; quedó huérfana antes de los 10 años y vivió sola con sus dos hermanas mayores). Luft es un nombre corto, lindo y se pronuncia del mismo modo en castellano y en alemán. Y el sustento es que el aire es el inicio de todas las cosas renovables. Cuando volví de Estados Unidos, le ofrecí a Marcelo Mindlin trabajar juntos en la diversificación de Pampa Energía en el segmento de las renovables. Es decir, desde mi compañía, ayudarlo a desarrollar ese negocio. Así firmé mi primer contrato como Luft con Pampa Energía. Y colaboré en el diseño de proyectos por 300 Mw de potencia que fueron presentados en la Ronda 1 del programa RenovAr. Ganamos el proyecto Corti en Bahía Blanca, de 100 Mw. Mindlin me ofreció asociarme con el 50% de ese parque. Como necesitaba financiamiento, conseguí el respaldo de un grupo americano (el fondo Castlelake) que me acompañó para solventar esa inversión. Hoy soy la vicepresidenta de Greenwind, la empresa dueña de Corti que representa la UTE entre Pampa y Castlelake.
¿Desarrollaste otros proyectos en renovables?
En la Ronda 2 del RenovAr, como Pampa no quería repetir el mismo modelo asociativo, nos presentamos solos con Castlelake. Inscribimos proyectos por 560 Mw. Pero no logramos adjudicarnos ninguno de los parques (eran fotovoltaicos). Fueron aceptados técnicamente. Calificamos en todos. Pero no tengo ningún problema en decir que los perdimos por precio.
Es extendida en el mercado la visión de que muchos de los proyectos que ganaron se impusieron con precios que no son del todo viables…
A nosotros esos precios no nos cierran, por el Capex y por los costos financieros involucrados como para alcanzar un retorno que nos exigen los inversores internacionales en este momento. No quiero ser pájaro de mal agüero y decir que estos proyectos no se van a ejecutar. Lo que digo es que eventualmente hay algo que no veo o que mis inversores no acompañarían. Ojalá me equivoque y se concreten esos proyectos porque a la Argentina le vendría muy bien que los precios bajen y tener esos costos. Pero, al mismo tiempo, ojalá que también el gobierno sea muy riguroso en el cumplimiento de los pliegos licitatorios, porque si no sería injusto para los que perdimos, dado que hicimos un esfuerzo e inversión extraordinaria en el desarrollo de proyectos que no fueron elegidos.
¿Estás analizando oportunidades de negocios en otros segmentos energéticos?
Estamos analizando el esquema del programa de Participación Público Privada (PPP), que es un desafío importante desde la óptica de un inversor internacional. Estamos terminando de ajustar modelos económicos y de evaluar los costos implícitos de financiamiento y de equity que se necesitan. Nos vinculamos con algunas empresas para estudiar la conformación de consorcios, pero aún no hay nada definido. En ese contexto, vamos a definir si participamos de la licitación para ampliar el sistema de transporte eléctrico. Necesitamos buscar un socio local que aporte el management. Con nuestro fondo aportaríamos capital.
El gobierno también anunció el lanzamiento de la Ronda 3 del programa RenovAr
Sí, se lanzará entre septiembre y octubre. De nuevo, vamos a analizar si surge la oportunidad de ser competitivos con los precios a los que salgan los próximos PPA (contratos de compra de energía). En los valores actuales (de las Rondas 2 y 2.5), es muy complicado lograr los retornos necesarios para los inversores, pero queremos estudiar los proyectos con detenimiento.
Sha-le
Doris Capurro conoció a Miguel Galuccio por intermediación de su hermano Carlos, ex presidente de la Unión Industrial de Entre Ríos. «Un día Carlos me dice: ‘Doris, ¿no te reunirías con mi hermano que vive en Londres y quiere entender el panorama político argentino?’. Al poco tiempo me encuentro con Miguel y me pregunta: ‘Doris, ¿por qué acá no pasa nada con el shale?’. A lo que le respondo: ‘¿Cómo se escribe?’», rememora. SHA-LE.
¿Eso fue ya en el contexto de la estatización de YPF?
No. Fue dos o tres años antes. Cada vez que Miguel (por ese entonces todavía formaba parte de Schlumberger) venía a la Argentina, yo le explicaba del país y él me contaba de petróleo y gas. Fuimos construyendo una relación que seguimos por e-mail. Después, ya con la reestatización consumada y Miguel como CEO de YPF, le dije que lo ayudaba seis meses como consultora externa. «Te rearmo el posicionamiento y la imagen y te ayudo con el diseño del plan de los 100 días para definir hacia dónde vamos y cuál es la visión de la organización», le dije. Ahí definimos que tenía que ser una compañía profesional, que había que mantener la independencia enfocándonos en dar resultados a los accionistas privados, el ADN nuevo de YPF, en un momento en el que parecía que éramos lo peor del planeta. Cuando pasaron esos seis meses, le comenté que tenía una terna para elegir a un director de Comunicación y Asuntos Públicos. Y él me pidió que me quedara. Entonces dejé mis consultoras (Ibarómetro y Capurro & Asociados) en manos de los empleados y me volqué de lleno a YPF. Ahí tomé conciencia de la diferencia entre ser consultor y gestionador.
¿Cómo te marcó tu paso por YPF?
Me marcó porque aprendí de energía, aprendí del mundo real, tangible. Hasta ese momento había vivido del mundo intangible, del mundo de las ideas, del de la comunicación. Me había posicionado desde el lugar de la creatividad, de las ideas que mueven los negocios. Por ejemplo, cuando creé «La Semana de la Dulzura» (una golosina por un beso) se empezaron a vender más golosinas, pero, concretamente, no tenía una relación directa con el driver del negocio. Lo veía desde la comunicación. YPF me dio vuelta la cabeza al poder ver la transformación real que aun desde la comunicación puede hacerse sobre la realidad. Para que las inversiones puedan llegar a buen término se requiere la comunicación. Vaca Muerta no hubiera sido posible si no la legitimábamos en las comunidades en las que operábamos, si no reanimábamos a los empleados de la compañía a volver a ponerla en un curso productivo.
Empresaria y modelo productivo
Es uno de los principales activos de Doris Capurro. Su networking es tan amplio como versátil y hasta contradictorio, si se analiza linealmente. Fue una pieza importante en el funcionamiento de la YPF reestatizada por el kirchnerismo, pero 15 años antes había fundado con Mauricio Macri y Francisco De Narváez la fundación Creer y Crecer, uno de los semilleros de cuadros políticos que hoy integran la primera línea de Cambiemos. Un ejemplo paradigmático: el jefe de Gabinete, Marcos Peña, conoció a Mauricio Macri en esa fundación, donde empezó a trabajar como asistente de Doris.
Hoy, Capurro se siente más cómoda en el rol de empresaria. El mundo de la comunicación y el asesoramiento en elementos soft como la imagen y el posicionamiento ya no la convocan como antes.
Tu paso por YPF duró casi cinco años. Hoy te embanderás en el sector de las energías renovables. Y también asesoraste a políticos y funcionarios de distintas administraciones. Desde ese lugar, ¿cómo entendés la dicotomía que parece estar instalada por momentos en el país entre las renovables, por un lado, y los hidrocarburos, por el otro?
Definitivamente, las renovables son una revolución energética que se viene, y se viene mucho más rápido de lo que se cree, porque lo que falta para transformar realmente el paradigma energético es que la energía renovable sea almacenable. Este año estuve en Las Vegas, en el congreso solar más importante del planeta, y la mitad del encuentro tenía que ver con el almacenamiento, porque el sol no brilla de noche y el viento no sopla todo el tiempo. Cuando esto se produzca, se va a concretar la verdadera revolución de las energías limpias. Mientras tanto, vivimos del petróleo y el gas. Y la Argentina, con Vaca Muerta, tiene un recurso tan importante para la transición, que incluso podría contribuir a mejorar nuestra balanza comercial
–uno de los grandes problemas de la Argentina de hoy–; si no ponemos el foco en esa capacidad de desarrollar los campos no convencionales de hidrocarburos, en especial de tight y shale gas, estaremos desaprovechando una oportunidad única.
¿Creés que el gobierno está haciendo todo para que eso suceda?
No tengo claro si el gobierno está haciendo todo el esfuerzo que podría para traer las inversiones necesarias. Creo que hay un impulso natural que se da en el mercado internacional con el aumento del precio del barril, que puede contribuir al despegue de Vaca Muerta. Pero se necesita un rol activo del Estado para que esto ocurra. La Argentina tiene una posibilidad energética impresionante. Pero debemos entender que no podemos ser primeros en todo. Te voy a dar un ejemplo, con una discusión que acabo de tener con Alfredo Cornejo (gobernador de Mendoza). La empresa provincial se adjudicó un proyecto bajo la órbita del RenovAr, ofreciendo un componente nacional del 85%. Estoy muy a favor del desarrollo nacional de la industria, a tal punto que desde YPF pusimos un programa para incentivar a toda la cadena de valor industrial. Ahora, de ahí a que podamos competir con los paneles que se producen en China o con los fabricantes de aerogeneradores, que son siete u ocho marcas en todo el mundo, es realmente complejo.
¿Cómo se puede avanzar en esa dirección?
Creo que el debate instalado en la política en torno a si el ajuste es más rápido o más gradual termina generando una falsa dicotomía. Lo que falta hoy en la Argentina es una mirada acerca de cuál es el proyecto productivo, sobre qué pilar vamos a reconstruir o construir y vamos a crecer económicamente. Ésa es la clave. Es la única forma en que podemos plantear cómo lograr un equilibrio fiscal, cómo vamos a mejorar la balanza comercial y generar más exportaciones. No pasa por ajuste rápido o lento. Falta establecer qué políticas activas vamos a implementar para ser competitivos en algunas áreas productivas de la Argentina. Yo no sé cuáles son, pero diría que la agroindustria sería una, dada nuestra fortaleza, y estoy segura de que la energía, el desarrollo de Vaca Muerta, es otra. El turismo puede ser una tercera y no sé si la industria automotriz. Es desesperante que se plantee ese debate en torno al gradualismo y el ajuste de shock. Es un debate falso. ×
Vinos y startups
Además de estar enfocada en el posicionamiento de Luft y en la asociación con el fondo Castlelake, y de mantener la mayoría accionaria de la consultora Ibarómetro (la gestión diaria de la empresa está completamente en manos de un equipo de profesionales), Doris Capurro invierte en el negocio vitivinícola en Mendoza, con producción de Malbec y Chardonnay.
Con todo, también tiene tiempo para encarar desarrollos tecnológicos en el área de software. «Participo con mis hijos de por lo menos 10 startups. Tenemos desarrollos en la administración de Pymes online y de servicios desde la nube. Los dos están muy metidos en esos proyectos», destaca.
2 Responses
La respuesta a la última pregunta es brillante. No debería serlo, ya que es básico ese concepto para que un país salga adelante. Pero ante tanto falso debate que sólo habla de ajuste, la ruptura conceptual que plantea es, reitero, brillante.
Hola Doris, quisiera restablecer conacto contigo pf. Admirado saludo de Mario Ascher
[email protected]. 011 3284 4354