El Congreso aprobó la ley que el presidente había prometido para acelerar la transición energética. El proyecto se encontraba trabado en el Senado por la oposición de un senador demócrata. A cambio de su voto, los líderes demócratas y el presidente se comprometieron a reformar los permisos de construcción y operación de infraestructuras energéticas como gasoductos y redes de alta tensión.