Como consecuencia del congelamiento de tarifas aplicado a la salida de la convertibilidad, las distribuidoras redujeron la inversión a su mínima expresión. Se limitaron a tratar de garantizarles el servicio a sus clientes, abandonando los planes de expansión. Las nuevas tendencias constructivas y los usos y costumbres de los hogares también influyeron en la menor cobertura. En la Ciudad de Buenos Aires, en 2001 solo el 2,9% de los hogares no tenía acceso a la red de gas y en 2022 ese porcentaje se elevó al 21,5%. En el conurbano, en el mismo período los hogares sin gas natural treparon de 35,8% a 41,0%.