Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos definirán esta semana una nueva gradualidad en el giro hacia el proteccionismo industrial emprendido por la principal potencia mundial. La industria energética navega sobre esa certeza a la vez que pone el ojo en cómo el resultado electoral puede influir en las relaciones comerciales y diplomáticas de EE.UU. con China y Rusia, fundamentales para el comercio global de hidrocarburos.
La nueva gradualidad se jugará principalmente en la política comercial. El ex presidente y candidato por el Partido Republicano, Donald Trump prometió aplicar un arancel general sobre las importaciones. La vicepresidenta y candidata por el Partido Demócrata, Kamala Harris busca elevar a un nuevo nivel las políticas de industrialización en sectores considerados estratégicos, como el de energías verdes y el de microchips, implementadas en la presidencia de Joe Biden.
En paralelo, la industria energética se pregunta qué futuro le depararía a la agenda de transición energética en una eventual presidencia de Trump, un tema que es especialmente sensible para la industria minera, dada la necesidad de certezas para motorizar inversiones en exploración y producción de minerales críticos.
A continuación, las cuatro claves para la industria energética en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
1 – Aranceles
Los impuestos a las importaciones se transformaron en el tópico económico central de esta carrera presidencial visto desde la óptica del sector empresarial. Mientras que el aumento en el costo de vida producto de las tasas de interés es el tema económico que domina la conversación en los hogares estadounidenses, el sector empresarial presta mayor atención a qué harían Harris o Trump en materia comercial con el resto del mundo y en especial con China.
El candidato republicano prometió que aplicará un arancel del 20% sobre todos los bienes de todos los países y una tasa más alta del 60% sobre las importaciones chinas. También se ha comprometido a imponer un arancel del 100% a todos los automóviles que crucen la frontera con México. «Cuanto más alto sea el arancel, más probable será que la empresa venga a Estados Unidos y construya una fábrica aquí, para no tener que pagar el arancel», razonó Trump.
La candidata demócrata cuestionó que el arancel general propuesto por su rival funcionaría como un “impuesto sobre las ventas” equivalente a unos 3900 dólares en gastos adicionales por año para las familias estadounidenses.
No obstante, la campaña oficial de Harris sugiere que mantendrá los aranceles existentes y que podría aplicar nuevos impuestos a las importaciones para blindar inversiones en sectores considerados estratégicos. “La vicepresidenta Harris no tolerará prácticas comerciales desleales de China o de cualquier competidor que socave a los trabajadores estadounidenses”, indica la web oficial de su campana. Biden aplicó este año aranceles a la importación de vehículos eléctricos, paneles solares y otros ítems provenientes de China.
El Fondo Monetario Internacional alertó que la imposición de nuevos aranceles puede llevar a una guerra comercial amplia entre las economías más grandes del mundo, con una consecuente caída en el PBI mundial. «Si se aplica un desacoplamiento muy serio y un uso a gran escala de los aranceles, se podría terminar con una pérdida del PBI mundial cercana al 7%«, dijo la subdirectora gerente del FMI, Gita Gopinath.
En lo que respecta al sector energético, una mayor confrontación comercial con China generaría tensiones en el mercado global de gas natural licuado (GNL). El mercado chino representa hoy el 4% de las exportaciones de gas natural licuado de EE.UU y las empresas chinas tienen contratos de suministro a largo plazo por casi 28 millones de toneladas de GNL por año, siete veces más de lo que compraron el año pasado. Los contratos le confieren poder a China para revender los cargamentos de GNL e influir sobre los precios internacionales.
2 – Sanciones a Rusia
Las sanciones económicas contra Rusia a raíz de la invasión y guerra en Ucrania son un tópico particularmente relevante para la industria de los hidrocarburos. Trump no solo presiona a Ucrania para que alcance un acuerdo con Rusia sino que también se manifiesta en contra del sostenimiento de las sanciones, entre las cuales esta la importación de combustibles rusos.
El ex presidente dijo que si gana las elecciones logrará una solución “rápida” al conflicto militar si existe voluntad entre las partes. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy intentó limar asperezas con Trump en una reunión en Nueva York en septiembre, pero fue en vano. Trump insólitamente lo culpó de haber iniciado la guerra con Rusia. «Eso no significa que no quiera ayudarlo porque me siento muy mal por esa gente. Pero él nunca debió haber permitido que esa guerra comenzara. La guerra es una derrota», dijo Trump en octubre.
Un acuerdo de paz también supondría el levantamiento de las sanciones económicas según el razonamiento del ex presidente. Su principal argumento en contra de las sanciones es que atentan contra la utilización de la moneda estadounidense en el comercio global. “Fui un usuario de sanciones, pero las pondría y las quitaría lo más rápido posible porque en última instancia matan al dólar y matan todo lo que el dólar representa y tenemos que seguir teniendo la moneda mundial”, dijo Trump en un evento en el Club Económico de Nueva York.
Estados Unidos prohibió las importaciones de petróleo, productos refinados y gas natural licuado provenientes de Rusia. El gobierno también promulgó este año una ley para restringir la importación de uranio enriquecido en Rusia.
Las compañías energéticas y las petroleras estadounidenses en particular han decidido salir de Rusia debido a las sanciones, aunque hay excepciones. La principal compañía de servicios de campo del mundo, SLB aún mantiene sus operaciones en Rusia gracias a un permiso general del Departamento del Tesoro que permite procesar las transacciones económicas relacionadas con la industria energética. Este permiso fue cuestionado recientemente por 52 diputados de los dos partidos en un carta remitida a la administración Biden.
3 – Demanda de minerales críticos
La industria minera se pregunta qué futuro le espera a la agenda de transición energética en una eventual presidencia de Trump. Por lo pronto, hay dos variables que hacen difícil cualquier intento en el Congreso por desarmar la Ley de Reducción de la Inflación (IRA por sus siglas en inglés), el pilar legislativo de la administración Biden en materia de transición energética. Pero más allá de la ley IRA, existe un consenso bipartidario como nunca antes sobre la necesidad de impulsar la minería doméstica y en países aliados para reducir la dependencia con China.
Trump criticó la ley IRA en reiteradas oportunidades y prometió que no gastará ni un dólar más de los miles de millones que asigna para distintos programas. Sus críticas al impulso de los vehículos eléctricos hacen pensar que buscará limitar el programa de créditos fiscales para los compradores de coches eléctricos. No obstante, el Partido Republicano debería obtener un resultado contundente para hacerse con las mayorías en las dos cámaras del Congreso para modificar o derogar leyes. Otra limitante política es que varios estados gobernados por el Partido Republicano se han visto beneficiados con inversiones generadas por la ley IRA.
La ley también asigna recursos para que el gobierno otorgue préstamos para proyectos de minerales críticos. Trump y Harris se han pronunciado a favor de impulsar la minería doméstica. La candidata demócrata dijo que el país debe crear una reserva nacional de minerales críticos. “El aumento de la producción nacional se combinará con medidas innovadoras y sostenibles para construir cadenas de suministro de minerales críticos más sólidas junto con nuestros aliados y socios, incluso incentivando inversiones que amplíen la producción estadounidense y aliada de estos recursos”, informó la campaña de Harris. Los demócratas ya vienen explorando opciones para incentivar las inversiones, como ofrecer precios sostén a proyectos domésticos de minerales críticos que sean competitivos.
4 – Pausa al GNL
La administración Biden impuso este año una pausa temporal en el otorgamiento de nuevos permisos de exportación de gas natural licuado. El Departamento de Energía argumenta que la Ley Nacional de Gas obliga al gobierno a otorgar autorizaciones para proyectos de GNL si están dentro del interés público. La ley también indica que los criterios para definir el interés público deben ser actualizados. El próximo gobierno tendrá la capacidad de definir el contenido de esos criterios.
La secretaria de Energía, Jennifer Granholm estimó que la pausa finalizaría en marzo de 2025. Trump adelantó que le pondría fin y reiniciaría las aprobaciones inmediatamente después de asumir el cargo. Menos clara es la posición de la vicepresidenta Harris, lo que podría indicar retrasos en los proyectos de exportación que no cuentan con las autorizaciones necesarias.
EE.UU. actualmente tiene una capacidad de licuefacción de poco más de 14 bcf por día. Hay proyectos en construcción por 12 bcf y otros 22 bcf que fueron aprobados por el Departamento de Energía pero que tienen pendientes una decisión final de inversión (FID). El gobierno aclaró que ninguno de estos 48 bcf de capacidad de exportación están alcanzados por la suspensión de permisos.