“Estamos ante un mundo que transita entre la guerra y la pandemia y vive situaciones impensadas. Ver a países como Alemania apagando las luces o quemando leña, o cerrando negocios por la energía, a Francia apagando sus monumentos o a Madrid apagando vidrieras, era algo impensado hace algunos años y hoy lo estamos viendo. Un mundo que tiene en disputa, más allá de la guerra, elementos centrales que forman parte de la discusión global y en los que la Argentina tiene la oportunidad de transformarse en un gran jugador”. Sergio Massa abrió su primera conferencia de prensa como Ministro de Economía remarcando el complejo contexto global que a la Argentina le toca navegar. Con independencia del discurso sobre la oportunidad que existe para capitalizar la crisis internacional por la vía de las exportaciones de hidrocarburos y minerales, la mención a la crisis energética europea lleva cifrada una preocupación que es urgente para el equipo de Massa: frenar por el lado del consumo la sangría de dólares por las importaciones de energía.
La demanda de dólares para costear las importaciones de combustibles es uno de los elementos que están en el centro de la crisis cambiaria y política del último mes. En los siete meses que van del año unos 8800 millones de dólares salieron de las arcas del Banco Central por dicho concepto (prácticamente la misma cantidad que se gastó en los primeros diez meses de 2021). EconoJournal reveló ayer en exclusiva que solo en julio se gastaron US$ 2200 millones.
El abaratamiento de las tarifas en términos reales durante los últimos años explica en buena medida el problema de los dólares energéticos, al incentivar un mayor consumo domiciliario. En el caso del gas, la demanda de los hogares trepó un 12,5% interanual durante el primer semestre, mientras que en electricidad la suba fue del 6,4%. El Banco Central sencillamente dejó de resistir los niveles de consumo actuales y sus arcas quedaron exhaustas de dólares.
Frente a ese escenario, Massa dejó planteada en la conferencia de ayer la preocupación por el consumo energético argentino. El tema sobrevoló la sala de prensa cuando anunció un límite a los subsidios en los consumos que superen los 400 kWh (que el gobierno no especificó aún si son mensuales o bimestrales). Pero fue algo más explícito cuando se refirió a la segmentación tarifaria. “Respecto del ahorro, me gustaría que entendamos que mas allá del ahorro fiscal, que es importante, lo encaremos desde el cuidado del recurso. Si uno mira los canales de televisión o ve las tapas de los principales diarios del mundo se va a dar cuenta que estamos frente a una crisis energética global de dimensiones inimaginadas. El próximo invierno europeo va a ser un invierno muy complejo para la economía global”, dijo el ministro.
Realidades europeas, bajo el prisma argentino
En efecto, Europa se encamina hacia un invierno con falta de gas. Incluso se implementará un racionamiento energético coordinado en toda la Unión Europea si Rusia corta el gas. En cualquier caso, lejos de subsidiar el consumo energético de los hogares, muchos países están trasladando a las tarifas los crecientes costos energéticos para forzar el ahorro de energía.
Pensando en la posibilidad de un corte total del gas por parte de Rusia, Alemania introdujo en marzo un plan de emergencia del gas natural estructurado en tres fases. El gobierno alemán declaró a fines de junio el ingreso en fase dos o “fase de alarma”. Bajo esta fase, el gobierno permite a las empresas de energía transferir a sus usuarios los costos de garantizar el abastecimiento de gas. Esto se instrumentará en la forma de un recargo o sobrecosto sobre el kWh. El gobierno estima que el sobrecargo generará un gasto extra para los hogares de hasta € 1000 por año en el peor de los casos. Rheine Energie, una importante compañía distribuidora de gas, advirtió a sus usuarios que la factura para un hogar tipo se duplicará a partir de octubre.
Las tarifas también registrarán fuertes aumentos reales en el Reino Unido. El ente regulador energético británico Ofgem determina dos veces al año cuál es el techo de cobro a los hogares británicos por las facturas de gas y de luz. A raíz de la crisis, el gobierno pasó a revisar el techo cada tres meses. La estimación del mercado es que el techo de cobro o “price cap” subirá a £ 3600 por año a partir de octubre, lo que representa un aumento del 70% en las facturas energéticas de los hogares británicos. El gobierno planea dar un subsidio de 400 libras por hogar para moderar el fuerte impacto económico.
Los gobiernos europeos están interviniendo en los mercados energéticos para contener la crisis. Bajo el prisma argentino, puede parecer que son intervenciones en pos de proteger el consumo de los hogares. En cierto sentido lo es porque la mayoría de los países buscan que los precios sean una señal que garantice el abastecimiento. Pero como la oferta de gas y otros combustibles es limitada, la tendencia de política pública es hacia incentivar o incluso forzar el ahorro energético de cara al invierno.
En el caso del gas natural y a diferencia de Europa, el problema argentino no es de falta de recursos energéticos sino de infraestructura nacional para blindar los precios internos frente al aumento de los precios de importación. Sin esa infraestructura, al pisar considerablemente las tarifas se incentiva el consumo y los incentivos para ahorrar energía sencillamente no existen. En un escenario mundial de precios del gas exacerbados, es una política temeraria y a contramano del mundo que hoy pasa factura política.