Antonio Pronsato pasó este lunes casi tres horas prestando declaración en los tribunales de Comodoro Py. Lo hizo en calidad de testigo en la causa que investiga presuntas irregularidades en la licitación de adquisición de los caños del gasoducto Néstor Kirchner. Fue Daniel Rafecas, el juez federal que investiga los hechos, quien le tomó declaración y mecanografió su testimonio, según pudo reconstruir EconoJournal de fuentes judiciales.
Pronsato fue hasta el 31 de mayo directivo de la empresa estatal Enarsa y lideraba la unidad ejecutora del proyecto, que se convirtió en una obra híper necesaria para reducir la exposición externa que enfrenta la Argentina en cada invierno cuando debe costear con dólares escasos la importación de gas natural licuado (LNG) y gasoil. Su declaración era clave para saber si la denuncia de Graciela Ocaña y Waldo Wolff, diputados por Juntos por el Cambio, tiene algún atisbo de realidad o no. Por eso, a diferencia de lo que sucedió el viernes pasado, cuando fue el fiscal Carlos Stornelli quien tomó declaración al ex ministro Matías Kulfas, esta vez fue el propio Rafecas quien llevó adelante la audiencia.
Pronsato reconoció que dejó su posición en Enarsa por la demora en el avance de la obra, aunque evitó direccionar sus críticas hacia algún actor en particular. Al contrario, destacó que “esta obra es tan importante para el país que precisa del compromiso de todos, requiere que todos estemos alineados, no sólo el estado nacional, sino también de las empresas de energía, las constructoras y los gremios”.
Prueba central
El ex interventor del Enargas llegó a la audiencia munido de un informe preparado especialmente para la ocasión. La pregunta de Rafecas acerca de por qué se optó por construir el gasoducto en un diámetro de 36 pulgadas, le dio la oportunidad para poner ese documento a consideración de los funcionarios judiciales. EconoJournal accedió a una copia de ese informe, que se incorpora al final de la nota.
En un texto de 24 páginas que está redactado en un lenguaje técnico, Pronsato incluye cuadros comparativos para explicar y justificar por qué Enarsa tomó esa decisión. Los datos más salientes figuran en la parte final del documento.
En el off the record que se filtró desde el Ministerio de Desarrollo Productivo a algunos periodistas, Kulfas había sembrado la duda sobre por qué no diseñó un gasoducto de menor tamaño que pueda ser construido con chapa nacional, en lugar de tener que importar una de mayor espesor fabricada en Brasil como la que requiere un caño de 36 pulgadas.
Frente a esta discusión, Pronsato planteó cuatro escenarios en donde se revela el incremento negativo en la utilización de caños con un diámetro inferior. Lo que se expuso fue que con un gasoducto de 36 pulgadas, que implicaría tender un caño de 560 Km con un peso 158.000 toneladas de tuberías, el presupuesto estimado es de US$ 441 millones. En cambio, si el proyecto se hubiera diseñado para la utilización de cañerías de 30 pulgadas, se necesitarían 210.000 toneladas de caño, lo que significaría un costo de US$ 587 millones de dólares, es decir, un 33 por ciento más.
Lo mismo ocurre en el análisis efectuado sobre el uso de caños de 24 y 20 pulgadas. Para el primero se precisarían 216.000 toneladas, con un presupuesto estimado que ronda los US$ 604 millones, un 37 por ciento. Y con caños de 20 pulgadas, serían necesarias 245.000 toneladas de caño, con un valor estimado que escala los US$ 685 millones, un 55 por ciento más.
Un comentario
Si técnicamente es factible calls de diferentes diámetros, porque razón arman pliegos suponiendo que un diámetro determinado es más económico que otro diámetro.
Porque no licitan con todas las opciones factibles técnicamente y que los oferentes digan sus precios.
Que necesidad de limitar las opciones a una sola?